Kamila nunca había sido convocada en la oficina de un Comandante, excepto cuando la habían ascendido de Segundo a Primer Teniente. Después de años de arduo trabajo, esperaba que Berión le diera una oportunidad de demostrar su valía.
—No quiero pasar toda mi vida como analista y controladora—. Pensó mientras le rendía un saludo.
El Comandante Berión era un hombre en sus treinta años, 1,8 (5'11") metros de altura con cabello y ojos de color negro azabache. Su uniforme azul pálido podría parecer un abrigo de alta gama con un cuello alto sobre pantalones de igual calidad y color.
Las únicas características distintivas eran las charreteras plateadas de Comandante en sus hombros y las insignias sobre su corazón.
—Descansa, Teniente—. Dijo Berion mientras la invitaba a sentarse.
No se anduvo con rodeos al describir cuán grave era la crisis en Othre ni cuán importante era para el ejército no perder en el juego de poder en curso.