—¿Te duele? —Phloria dijo acariciando el lado escamoso de su rostro. Una lágrima silenciosa le brotó por la mejilla.
—¿Qué? —No era realmente una pregunta. Más bien fue la manera en que Lith expresó su sorpresa. Phloria parecía ser inmune a su intención de matar.
—Lo siento mucho. No tenía idea de que estabas pasando por algo así solo. ¿Te duele cuando te transformas?
—Sí. —Él respondió abrumado por su bondad. Las sombras que rodeaban a Lith se hicieron añicos, volviéndolo humano de nuevo.
—Recuerdo bien nuestra conversación. Me dijiste que si yo pensaba que podías hacerme feliz, continuaríamos desde ese punto. Te amo, Lith de Lutia y sé que puedes hacerme feliz. La única pregunta es: ¿Soy capaz de hacerte feliz?
Ella lo besó suavemente, rompiendo todas las barreras que había levantado hasta ese momento para protegerse del mundo. A pesar de todo lo que sabía, a pesar de todo lo que había visto, Phloria seguía frente a él.