—Señora, solo máteme... —murmura débilmente Liam. No necesita rogar por su vida; está seguro de que esta mujer nunca lo dejará ir.
Rosalie fue un poco sorprendida por sus palabras.
«¿Miente?» se preguntó, entrecerrando los ojos hacia él, intentando discernir si decía la verdad.
Sin embargo, al ver su seriedad, su corazón se hundió como cayendo en un abismo profundo. Lo que temía se estaba convirtiendo en realidad. No tenía tiempo; eventualmente, moriría a causa de este veneno mortal.
«¿Cómo es posible que este hombre tampoco sepa?» Desahogó su frustración internamente.
Parece que solo le quedaba una opción para encontrar el antídoto. Tenía que encontrar a Allaistar. Tenía que encontrarse con él antes de que lo mataran.
—Lo siento, Liam. No puedo dejarte ir... —Rosalie sonríe débilmente hacia él y le dispara en la sien. Quería liberarlo, pero no podía, temiendo que pudiera regresar y causarle problemas.