Mientras intentaba calmar su garganta, sintió unas cálidas manos acariciándole la espalda. Giró la cabeza y se sorprendió al ver los gentiles ojos de Rex mirándola.
—¡Bebe esto! —Él le ofreció un vaso de agua y un pañuelo.
—G-G-gracias H-H-Hermano… —dijo suavemente.
—¡Maldita sea!!! ¿No te da vergüenza? Ya eres tan grande, ¿¡y aún sigues llorando!? ¡Qué vergüenza, Tres! —la molestó Seven.
—¡Vete al diablo, Seven! —devolvió cuando se sintió un poco mejor—. ...¡No estoy llorando! ¡Pero me estoy atragantando, está bien!
Rex miró mal a Seven.
Seven se quedó sin palabras.
No mucho después, les sirvieron la comida...
Para el almuerzo, Scarlett pidió a propósito Langosta a la parrilla y ostras frescas, sus favoritas.
Por un tiempo, ignoró a Sevan y Rex. Ellos discutían sobre algunos de los problemas actuales en el Gremio, mientras que Scarlett estaba absorta en su comida.