—Tsk, déjalos entrar. Tenemos mucho de qué hablar, Chloe —dijo Vernon, lo que sonó más como una advertencia para Chloe. Bufó y entró en el coche todo por sí mismo, a diferencia de su yo habitual, que solía abrir la puerta para Chloe.
Pero a ella no le importaba en este momento. Ya estaba contenta de poder darles a sus sobrinos un lugar seguro para vivir. Era lo único que necesitaban ahora. Chloe soltó un suspiro de alivio. Se giró para enfrentarse a sus sobrinos y les sonrió: —Chicos, vamos. Se van a venir a nuestra casa, ¿vale?
Los niños estaban indecisos. Obviamente, notaron la hostilidad y el enojo del hombre aterrador que conducía el coche, por lo que tenían miedo de no ser bienvenidos.
Chloe suspiró. Claro, esto pasaría. Vernon ni siquiera se molestó en ocultar su disgusto, así que Chloe se agachó frente a ellos y dijo: —No se preocupen, chicos. Ese es el Tío Vernon, no les hará daño a ninguno de ustedes. Está cansado porque trabaja largos días, ¿vale?