Jeslyn despertó para encontrarse en lo que parecía ser su habitación. Pensó que era un producto de su imaginación, así que simplemente se quedó mirando fijamente a la nada en particular.
La puerta se abrió y cerró un poco, pero Jeslyn no se volteó para ver quién estaba allí, pensando que era Reuben o el equipo de médicos.
Esperó escuchar esos molestos pasos, pero nada llegó a sus oídos después de tanto tiempo. Curiosa, estaba a punto de girar cuando el espacio a su lado se hundió.
Los ojos de Jeslyn se abrieron de par en par alarmados e inmediatamente se levantó. Antes de que pudiera ver claramente quién era, envió un puñetazo hacia el cuello de la persona.
—¡¡Vete al diablo!!
Sin embargo, el golpe se desinfló y lo que se veía era la cara encantadora de su esposo.
—Algodón de Azúcar, soy yo, —susurró.
La mente de Jeslyn se congeló, incapaz de reaccionar ante la sorpresa frente a ella.