La preocupación me invadió, ¿realmente eso podía sucederle a una persona?. Mi miedo comenzó a aumentar en medida con el que los minutos pasaban, ¿y eso por qué?, por el hecho de que el cuerpo de mi compañera se comenzó a ver opaco, tanto que estaba llegando al punto de que se podía ver a través de ella.
Tal vez Jun sabía exactamente lo que estaba sucediendole, pero poca importancia le tomó y siguió mirando de una manera un tanto desafiante a aquella alma en pena que comenzó a reír por el poco tiempo que le quedaba a ella en este lugar.
— Joven Nathaniel Castelia, le pido que tome mi arma y que infunda un poco de su energía en ella.— me pidió sin mirarme ya que se encontraba centrada en aquella cosa.
— Jun, pero... no sé cómo voy a lograr vencerlo.— le dije dudoso.
— No necesitamos desaparecer a esta alma agonizante, está bajo el control de alguien y para ser liberado debemos romper ese lazo y purificarla para que pueda ir a la luz.
Con cada minuto la situación se estaba volviendo crítica, Jun no iba a poder contener más a esa alma que, comenzó a reír al verla en esa situación que le había revelado algo sobre ella quien la estaba aprisionado. Entre risa apuntó a mi compañera solo con la intensión de burlarse de ella.
— Jaja, por favor. No solo yo estoy bajo el control de alguien... marioneta espiritual... si eso es lo que creo que eres.— dijo sin rodeos el espíritu.
— ¡Marioneta o no... estoy más viva que tú!.— le respondió Jun a tal burla.— y como no quiero perder más tiempo contigo... joven Nathaniel... hágalo ahora o si no, no podré ayudarlo una vez que desaparezca.
— Jun, es mejor que..
Me interrumpió.— ¡Joven Nathaniel!. No moriré, solo desapareceré porque mi energía no es la suficiente para permanecer más tiempo aquí. Mientras más dudas de ti... estoy agotando mi reserva manteniendo inmóvil a esa pobre y estúpida alma que busca burlarse de mí.
— Está bien.— le respondí no muy seguro de mí decisión.
Yo no estaba del todo seguro de hacer lo que Jun me había pedido pero aún así debía hacerlo para liberar a aquel ser. Mis manos temblaron al tener en su posesión la lanza de la chica, objeto que desprendía cierta calidez que provocaba que mi cuerpo comenzara a subir su temperatura a tal punto que comenzaba a sentir que me encontraba ardiendo en llamas.
— Concéntrate Nath, respira y da.— pensé a la vez que alzaba la lanza.— Yo doy mi energía por el bien... yo iluminaré el sendero oscuro... yo le pido al guardián de mi familia que me otorgue su fuerza para guiar a esta pobre alma.
Sin más solo cerré los ojos y sentí como algo recorría por mis brazos hasta pasar a la lanza, mi miedo desapareció y la sensación de estar ardiendo también, dejando solo la calidez que comenzó a hacer que en mi corazón sintiera un leve cosquilleo que me hizo sentir alegría. Una vez listo, lancé con fuerza la lanza aún con los ojos cerrados hacia donde se encontraba aquella alma que en cuestión de segundos comenzó a gritar como si estuviese sufriendo.
Mis orbes esmeralda se abrieron lentamente aún con el ruido provocado por el espíritu, del cual comenzaba a desprenderse de él un aura negra que me causó curiosidad de tan solo verlo, cosa que quise que Jun me aclarara.
— Jun, ¿qué es eso?.— le preguntó para después dirigir mi mirada hacia ella.
— Es el mal que lo había atado.— me respondió a la vez que miraba a sus pies, percatándose de que solo le faltaba la mitad de su cuerpo.— joven Nathaniel, siento mucho no poder hablar más tiempo contigo... pero se que habrán más oportunidades para tener una charla más extendida.
— No te preocupes Jun, no me molesta para nada que tengas que irte.— le sonreí.— al contrario, se que tienes que recuperarte después de lo que te provoqué por dudar de mi mismo.
— Jaja, no es tú culpa. Mi energía es limitada, no me pueden dejar libre por mucho tiempo aunque mi deber es proteger a quien yo elija.— sin más, arrancó una pluma blanca que se encontraba en la lanza para luego entregármela.— joven Nathaniel, entregue esta pluma a esa alma cuando deje de desprender esa aura negra...
— Sí.
— Bien... nos vemos luego...
Estaba a punto de desaparecer por completo entre destellos, pero algo en mi me hizo hablar, algo que me provocó sentir desesperación si no le decía algo antes de que se fuera. No quise dejar que la sensación me consumiera, así que dejé salir las palabras.
— Gracias por ayudarme y protegerme.— le dije mientras acercaba mi mano hacia su rostro casi desvanecido.
— ¿Oh?... no me lo agradezca... es mi deber y misión de vida.— me respondió con una leve sonrisa mientras la poca esencia que quedaba de ella desaparecía por completo entre aquellos bellos destellos que se elevaban al cielo grisáceo.
No lograba entender el por qué se había cruzado en mi camino, pero una cosa era segura, ella era alguien especial.
Pasados casi 30 minutos, aproximadamente, noté que el aura negra había abandonado aquella alma en pena junto a la lanza que sin darme cuenta desapareció.
Tal y como me lo había dicho Jun, me acerqué al alma para ayudarla a levantarse para tratar de entregarle después la pluma. Al tenderle mi mano la tomó pero al alzar su mirada hacia mi tomó una forma que yo inmediatamente reconocí, comencé a sudar frío de tan solo verlo frente a mi ya que solo lo había conocido por las memorias que mi madre me contaba y por los retratos que se encontraban dentro de la casa, colgados en la pared de la sala.
— ¿Tío?.—Mi sorpresa fue demasiada que de mis labios salió esa sola palabra que fue entendible para el espíritu del hombre que se encontraba frente a mi.
Él hombre solo despejó un poco sus ojos que eran cubiertos por su flequillo, ver ese cabello rojizo y esos orbes esmeralda me hicieron temblar por el hecho de que no sabía quien lo había atado al mundo terrenal.
No sabía que hacer en esos momentos, mi cabeza se había quedado en blanco, al contrario de mi tío, quien solo sonrió y acto seguido me abrazó.
— Nunca creí que mi hermanita fuese a hacerme tío.— suspiró.— uno muere y ya no tiene la oportunidad de conocer a los hijos de quienes amas.
— E... estás... pero qué...?.— sin éxito alguno de articular al menos una pregunta, mi tío solo se separó de mi para verme de pies a cabeza.
— Veo que has seguido el camino de los Castelia.— dijo con una clara expresión de molestia.— pero me alegro que al menos hayas podido crear una marioneta para defenderte de las víboras que hay en la familia de tu padre.
— ¡¿Ma... marioneta?!... ¡¡yo no!!.— grité asustado.
— ¿Y quién hizo a la chica que te dio la pluma?.— me preguntó.
— ¡¡Ella es una chica, no una marioneta!!.— le respondí.
— Ahg, bien... veo que no sabes nada de eso, así que... debo considerar que no eres tan fuerte para poder crear algo así.— suspiró.— aún así debo agradecerles a ti y a esa... hmm... ¿chica?, por salvarme de las garras de...
El semblante de mi tío cambió drásticamente, su expresión ahora demostraba dolor pero él tomó valor para apuntar algo que se encontraba a mis espaldas. Un aire frío invadió el patio y eso era algo extraño ya que nos encontrábamos afuera donde debía haberse dispersado y no concentrado al aire libre.
Al girar mi mirada hacia atrás, lo único que vi fue el brillo de una daga que era portada por alguien que usaba una túnica que lo cubría de pies a cabeza.