Con el pasar de las horas, mi estado fue mejorando, aunque, siendo honesto, no podía soportar la agonía de mi recuperación a paso de tortuga. Así que, en cierto punto, me use todos mis medios de recuperación. Varios clones dormidos en simultáneo, pociones mágicas de todo tipo, y una ingesta desproporcionada de comidas restauradoras y energéticas. ¿Resultado? No llegué al 100%, pero andaba rozando un 85%, quizás un 90% si el viento soplaba a mi favor.
Fue en este estado semidecente cuando me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor... las miradas y comentarios a mi alrededor. La situación de la "Cámara de los Secretos" había dejado a medio mundo con los pelos de punta. Los pasillos estaban llenos de cuchicheos, y "Una historia de Hogwarts" parecía estar en las manos de todos los estudiantes. Es evidente que la existencia de ese libro en la biblioteca había desaparecido. Incluso las chicas de mi grupo no fueron inmunes a la intriga.
Mi grupo, aunque disperso por los pasillos del castillo, parecía tener una sincronización mental digna de una colmena: cada una venía a preguntarme exactamente lo mismo. Sí, soy el más enterado de nuestra pequeña sociedad secreta, al menos en lo que respecta a conocimientos diversos. Para evitar repetirlo varias veces, decidí que discutiríamos todo en la guarida.
Ya en nuestro territorio y con la atención de todas, hice un resumen básico de los hechos. Eso sí, me guardé varios detalles; no porque no confiara en ellas, sino porque no estaba seguro de cuáles serían mis planes sobre esto todavía y prefería evitar problemas a futuro. Además, aproveché la ocasión para darles consejos sobre precauciones y sugerir que retomaran su entrenamiento con más intensidad, usando la excusa de estar preparadas para cualquier cosa.
Lo que no sabía es que, mientras yo intentaba vivir mi "vida normal" —normal para mis estándares, claro—, un rumor comenzaba a prender como pólvora entre los estudiantes del castillo. No le presté atención al principio; ya tenía suficientes cosas en la cabeza, como no haber visto a Ginny o Luna en todo el día. Ambas desaparecieron a la sala de los menesteres y ni se molestaron en bajar a comer. Al menos logré tranquilizarme un poco al comunicarme con ellas a través de [Mensaje].
Lo que yo no había notado en mi estado de cansancio era que McGonagall y Sprout tenían las mismas ojeras que Ginny y yo durante el desayuno, al cual se obligaron a ir con expresiones cansadas y cabeceando de vez en cuando. Aunque, a pesar de todo, muy profesionalmente, aunque con respuestas eran lentas y cortas, mantuvieron la dignidad de un profesor durante la mañana. No lo noté después porque parecía que se tomaron el día para poder descansar un poco.
Fue al día siguiente cuando las miradas se hicieron más obvias... y no solo para mí. Resulta que, aunque nadie tenía la historia completa, ciertos "detalles" de lo sucedido en la enfermería comenzaron a correr como un incendio descontrolado, agravado por lo sucedido en el primer año.
La profesora McGonagall, por ejemplo, estaba dando su clase cuando notó cómo varios alumnos la miraban y cuchicheaban entre ellos. Su reacción fue responder ante estas acciones descontando puntos, para luego ignorarlos, como siempre, pero quizás esta vez debió prestarle atención. Algo similar le ocurrió a la profesora Sprout.
Por mi parte, estaba acostumbrado a ser tema de conversación, pero nada me preparó para lo que vino después. Fue durante un descanso cuando las gemelas Patil y Lavender Brown se acercaron con hambre de chisme. Lavender, en particular tenia una emoción insana en sus mirada y me soltaron lo siguiente:
"Red, ¿es cierto que tienes una relación secreta con la profesora McGonagall y la profesora Sprout? Y... ¿que en la noche de Halloween se escabulleron juntos a la enfermería para…?"(Parvati)
La forma en que lo dijo, con timidez aparente, pero ojos llenos de morbo, fue suficiente para que mi cerebro colapsara en un intento de procesar semejante pregunta. Para empeorar las cosas, Lavender parecía estar al borde de un gran orgasmo, esperando ansiosa mi respuesta para culminarlo.
Me quedé completamente fuera de mi mientras trataba de racionalizar lo que acababan de decirme, al mismo tiempo que veia como Lavadner paracia estar a punto de tener un orgasmo si llegara decir que si.
"¿Qué?" fue todo lo que logré articular.
Poco después entendí lo que estaba pasando cuando las chicas me arrastraron a la guarida. Al llegar, me encontré con varias más esperándome, mientras otras iban llegando poco a poco. En el trayecto, las miradas seguían persiguiéndome: curiosas, morbosas, algunas incluso evaluadoras, como si estuvieran sacando conclusiones absurdas en tiempo real. Para colmo, nuestra guarida estaba más llena que nunca, abarrotada de gente cuya curiosidad por los rumores sobre mí casi había eclipsado por completo los chismes sobre la Cámara de los Secretos.
Cuando mi grupo se reunió y comenzó el interrogatorio, yo seguía en estado de shock. Escuché varias versiones de los rumores, cada cual más disparatada que la anterior, y no pude evitar maldecir internamente la imaginación desbordante de los estudiantes y lo fácil que era para ellos desviarse de la verdad. Claro, sabía perfectamente cómo había empezado todo: el accidente en la enfermería. La cuestión es que el incidente no se manejó con el mismo hermetismo que los líos de Potter. Ese maldito tenía a alguien cubriéndole las espaldas, y encima, chismes como este eran perfectos para distraer a todos de cualquier anomalía, como, no sé, el hecho de que Myrtle lo violó. Maldito y Suertudo Potter.
En fin, ahora me tocaba lidiar con algo más ridículo: el rumor de que yo, un simple estudiante, mantenía relaciones secretas con no una, sino dos decanas, y que usábamos la enfermería como escenario para nuestros supuestos actos depravados. Ah, y lo mejor, que yo era un semental capaz de eyacular mi propio peso en esperma.. Para colmo, el escándalo no se limitó a mí. Mis hermanos también fueron arrastrados al caos, pues hubo quienes se dedicaron a preguntarles si esto ultimo era una "habilidad familiar" y si ese era el motivo por el cual mis padres habían tenido tantos hijos.
Las piezas encajaron de golpe. Ahora entendía esas miradas que me seguían por los pasillos. Seguro más de una chica me había estado evaluando con curiosidad, preguntándose si valía la pena comprobar personalmente los rumores. Pero ese no era mi problema inmediato; tenía cosas más grandes de las que preocuparme.
Primero, tuve que aclararles a las chicas que los rumores eran infundados. Por supuesto, no podía decirles toda la verdad, pero hice lo posible por desmentir las tonterías que circulaban. Aunque no todas parecieron satisfechas con mi respuesta. *Cof*, Lavender, *cof*.
Hermione, por su parte, lo tomó bien. Para empezar, jamás había creído en esas historias ridículas. Confiaba en mí, pero aún más en la profesora McGonagall. Desde el principio, estuvo de mi lado, indignada de que la gente pudiera siquiera pensar en difundir algo así. Que alguien dijera que yo la engañaba con mi profesora le hervía la sangre. .
...
Logré calmar las cosas con mi grupo de amigas, lo cual era lo importante... al menos hasta que un estudiante apareció buscándome, anunciando que la profesora McGonagall me había mandado llamar a su oficina. Si esto ya era malo, empeoró cuando varias personas presenciaron el mensaje y prácticamente salieron corriendo para difundir las "novedades".
Francamente, no quería ir. Lo que realmente quería era enterrar todo este desastre, olvidarlo y seguir adelante con mi vida. Tenía demasiadas cosas que hacer como para preocuparme por rumores estúpidos. Aunque, siendo honesto, el problema no era el rumor en sí. En otra ocasión, habría hecho bromas al respecto. El problema era que, en este caso, yo realmente estaba en problemas.
Si esto se quedara solo en Hogwarts, fantástico. Pero no, tenía que enfrentar algo peor: convencer a McGonagall de no informarle a mis padres lo ocurrido. Había ganado algo de tiempo con excusas, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar las consecuencias. Mi plan consistía en esperar que se olvidaran del asunto hasta encontrar una contramedida eficaz... pero los malditos rumores no hicieron más que empeorar las cosas.
Cuando llegué a la puerta de su despacho, toqué con desgana. Fui invitado a pasar y entré, encontrándome con la profesora sentada tras su escritorio, con una expresión que no presagiaba nada bueno.
"Profesora..." saludé débilmente.
"Señor Weasley" respondió, tan seca que sentí un escalofrío.
Ella, por supuesto, ya había escuchado los rumores. Peor aún, sus intentos por negarlos solo habían hecho que se propagaran más rápido. La situación llegó al punto de que fue convocada a la oficina del director. Estaba furiosa, especialmente porque notó cierta duda en la mirada de Dumbledore. Claro, lo que ella no sabía era que el director no la estaba juzgando a ella, sino a mí.
A pesar de su enojo, tenía planeado llevarme con Dumbledore para "tomar medidas". Pero antes, me dio la oportunidad de disculparme... o de cavar mi propia tumba.
"¿Es por los rumores?" pregunté, intentando ganar algo de tiempo.
"No. De eso hablaremos después..." dijo con voz seria. "Usted me pidió tiempo para... "recuperarse" y discutir conmigo antes de informar a sus padres."
"Ah... Sabía que esto llegaría tarde o temprano." Suspiré, resignado. "¿No puede simplemente ignorarlo? ¡No tuve nada que ver! Ya sufrí suficiente. Pregúntele a Pomfrey, ella sabe que no fue precisamente placentero." Bueno, al menos no del todo placentero. Quizá un 25-40%...
"Lo siento, señor Weasley, pero debo informar a sus padres" respondió, tajante.
"¿Está enojada por los rumores o por aquel facial accidental?" solté sin pensar, arrepintiéndome al instante.
"Esto no tiene nada que ver con eso" respondió, visiblemente molesta. Aunque, si soy honesto, ni ella parecía creerse que esto no era una forma de desahogo. Tomó una pluma y comenzó a escribir una carta. A mis padres. Sobre lo que había pasado. Bueno, no todo lo que había pasado, claro. Omitió los detalles jugosos.
"¡Profesora, espere!" dije rápidamente, viendo cómo la situación empeoraba ante mis ojos.
Ya tenía suficientes problemas, y si mi relación con mi familia se complicaba aún más, estaba perdido. Además, Ginny estaba involucrada en esto. Sí, pensaba desquitarme con ella, pero de una forma fraternal y cariñosa... quizá un poco menos cariñosa... pero fuera como fuera, tenía que protegerla.
Con un movimiento rápido de mi varita, cerré el seguro de la puerta. El sonido metálico fue tan audible que la profesora detuvo la pluma y me miró con irritación y sospecha.
"Profesora, no tiene que llegar a esto. Todo es un pequeño problema" dije, tratando de sonar persuasivo mientras mi cerebro intentaba formar algún plan brillante.
"Esto no es un 'pequeño problema', señor Weasley."(McGonagall )
"Bueno, quizá podamos llegar a algún tipo de... acuerdo." Sonreí de forma seductora mientras deslizaba lentamente el cuello de mi túnica, dejando al descubierto un hombro.
"¡¿Señor Weasley?!" preguntó, entre furiosa y consternada.
"Lo siento, profesora." Cambié de táctica en un instante, comenzando a temblar y sollozar como un niño asustado mientras mi túnica era retirada aún mas. "Haré lo que usted quiera, solo no le diga a mis padres. Seré un buen chico..."
"¡¿Qué?!" Su reacción fue una mezcla de incredulidad y confusión.
"No tiene por qué ser así. Podemos... resolverlo de otra manera. Le prometo que será... inolvidable." Volví al tono seductor, sentándome sobre su escritorio y extendiendo una mano hacia ella.
Ella la retiró rápidamente, horrorizada.
"Por favor, no le diré a nadie lo que hagamos. Solo perdóneme. Soy solo un niño... Sea gentil conmigo. No quiero que mis gritos alerten a los demás estudiantes..."(Red)
"¡¿Está tratando de seducirme o amenazarme?!" exclamó, completamente desconcertada.
"¡Sí!" respondí.
"¡Señor Weasley!" gritó, visiblemente exasperada.
"Mire, no tengo muchas opciones. Siempre tengo un plan, pero con usted no sé qué hacer. La respeto. No tengo material para chantajearla. ¡Estoy atrapado! Usted es una de mis profesoras favoritas y, sinceramente, no debería ni estar involucrado en esto. Todo esto es culpa de alguien que hizo una poción por accidente, y yo terminé siendo el idiota que la tomó." Dije cruzándome de brazos y con lágrimas de frustración en los ojos.
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