ANTHONY
Estaba totalmente descompuesto, efectos secundarios tras haber bebido demasiado. Además alusiné que Gabriel venía por mí y me sostenía en sus hermosos brazos. En verdad empezaba a delirar, tendría que visitar a un psiquiátra a la brevedad.
Poco a poco fui despertando de mi sopor, pero cuando al fin abrí los ojos desconocí el lugar donde me encontraba. No era la habitación de mi mansión ni de la mamsión de Rafael. Me incorporó y todo me dió vuelta.
Estaba en un sitio totalmente desconocido, la descompostura amenazó con obligarme a lanzar el vomito allí mismo. Fue cuando la puerta se abrió y Gabriel entró, mirándome con una sonrisa dibujada en su rostro.
¿Gabriel aquí? ¿Acaso seguía borracho? Al parecer sí
- Oh vaya, al fin despiertas Anthony - me dijo con su voz cantarina
- ¿Qué haces aquí Gabriel?
- Es mi casa
- ¿Tu casa? ¿Qué se supone, entonces, que yo hago aquí?
- Estabas muy borracho Anthony ¿qué se suponía que debía hacer?
- Llevarme a casa
- Si supiera dónde vives lo habría hecho.
Sentía que me iba descompensar más que nunca. Estaba muy descompuesto.
- Voy a vomitar Gabriel.
Él me ayudó a ir al baño, y vomité hasta las tripas en verdad. Él me esperó fuera del baño, sabía que estaba preocupado por mí, aunque no lo entendía debido a que fue él quien me dejó.
Maldita sea, me molestó sobremanera su presencia consiguiendo que vuelva a vomitar con mayor intensidad. Gabriel lograba ponerme enfermo.
- Llamaré al doctor, no te veo nada bien Anthony.
-¡No! - exclamé como pude - ¡Me voy a casa!
Tras incorporarme me acerqué a la pileta y me lavé la boca. Gabriel no quería saber nada con mi decisión.
- No Anthony, te quedarás aquí esta noche. Y te atenderá un doctor. No estás nada bien.
- ¡Como si te importara maldita sea!
Como pude salí del baño y me dirigí a la puerta, pero él me sujetó con sus brazos impidiendome salir.
Me desesperé debido al intenso dolor que sentía, eso se debió a los hermosos recuerdos que se agolpaban en mi mente, recuerdos de nosotros dos juntos y felices.
-Sueltame, maldición Gabriel. Sueltame - forcejeaba como pude, pero él me retuvo fuertemente en sus brazos.
- Ya mi amor, ya está. Volví por tí, y en ésta ocasión no pienso permitir que nos separen.
Aquello en verdad me dolió, debido a que no le creía nada de nada. Apreté mis labios con furia y lo empujé alejandolo de mí.
-¿Cómo puedes ser tan cínico Gabriel? ¡Eres un mentiroso! ¿Y sabes qué? No te creo nada. Ahora me voy a mi casa.
Sin embargo no pude llegar a la puerta ya que él me volvió a sujetar con fuerza. Mientras forcejeaba lloraba intensamente.
- No Gabriel, por favor te lo pido. Sueltame de una vez.
- Te amo Anthony
- No es cierto
- Te amo, nunca dejé de amarte - negue con la cabeza sin dejar de llorar ya que no soportaba más aquello - Es cierto Anthony, por favor escuchame.
- No quiero, ahora sueltame
- No
- ¡No tienes idea por lo que pasé!
- Si que la tengo, mi padre me contó todo.
-¿Qué?
- Fue él quien me ayudó a...a...
- ¿A qué?
- A recordar Anthony, Fausto me ayudó a volver a tí tras recordarte otra vez.
-¿Recordar?
- Escuchame por favor, así me entenderás en verdad. El culpable de todo fue Mefis.
- Mefis está....
- Muerto, lo sé pero...
- Gabriel - podía ver su intenso dolor en su rostro, dejé de forcejear con él - De acuerdo, te escucharé.
Él me abrazó con ternura infinita, cerré mis ojos para poder perderme en sus cálidos brazos. Dios cuánto lo había extrañado.
- Mefis me drogó forzandome a olvidarte mi amor.
- Eso...suena a mentira Gabriel.
- Él mismo inventó la droga mi amor...
Nos sentamos en el sillón, apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré mis ojos abrazándolo con fuerza, mientras escuchaba su historia.