Nora frunció el ceño. Antes de que pudiera responder, una voz suave pero ansiosa llegó hasta ellos: —¿Estás intentando llevarme a la tumba, Henry?
En la cama del hospital, una amable mujer de mediana edad que llevaba una bata de hospital se esforzaba por salir de la cama. Llevaba el pelo rapado y tenía un aspecto terriblemente delgado debido a su enfermedad. Sus mejillas estaban hundidas, pero eso no podía ocultar su amable personalidad.
Era Irene Smith, su tía.
Nora dio un par de pasos rápidos hacia adelante y se sentó en el borde de la cama. Le tendió la mano y saludó: —Tía Irene…
Irene miró a Nora de arriba abajo durante un momento. Luego, sus ojos se enrojecieron.
—Te pareces tanto a tu madre después de haber adelgazado, Nora. Lo has pasado tan mal fuera todos estos años. —Su voz temblaba al hablar.