Después del reencuentro entre Ji Ming y Liam, este último había pasado varios días en reclusión. Aun cuando no lograba demasiado progreso, la sola idea de que iba a vivir cientos de años le había obligado a adquirir la virtud de la paciencia.
Finalmente, después de pasar en total más de un mes tratando de conseguir algo, obtuvo un avance. Fue únicamente un segundo, pero sintió que algo en su magia respondió, algo tan pequeño que ni siquiera su Esencia del Espacio podía detectar.
Sin embargo, cuando lo intento manipular, perdió completamente el control y su En se deshizo. Fue una sensación extraña, casi como si la magia misma lo estuviera rechazando y le advirtiera que entrar en esos terrenos no era algo que debía hacer.
Liam lo sabía. Sabía que esos niveles tan profundos, ocultos de los humanos comunes que no hubieran alcanzado la perfección en su magia, eran algo más allá de un cultivador del Reino Ancestro. Ese único segundo en el que pudo visualizar las partículas que conformaban su magia, fue suficiente para darle náuseas y hacerle perder el control.
Se preguntó si un Dechado sería capaz de resistir estos efectos y, aunque no había visto nunca a uno, teorizó que ni siquiera un cultivador de siete u ocho Esencias tendría la capacidad para ello. Quizás solo alguien que hubiera alcanzado el pico del Reino Ancestro sería digno de ello.
Detuvo su tren de pensamientos, que se había descarriado después de su reciente logro, y se puso de pie.
Salió de la cueva en la que se hospedaba, como buen personaje de cualquier novela de cultivo, y observó el paisaje.
El Sol brillaba como siempre, haciendo que Liam se preguntara de dónde venía esta estrella. Lo más probable, sin embargo, era que estuviera fuera de los límites del Reino Inmortal. Aunque todo parecía fluir, algo extrañó al joven cultivador.
De alguna manera, el mundo parecía levemente entumecido. Solo entonces se dio cuenta de que los árboles parecían menos verdes de lo normal, que era extraño, pues siempre habían sido iguales desde que llegó.
—¿Mi descubrimiento hizo algo? —se preguntó a sí mismo en voz baja —. No, algo no está bien...
Pero pronto concluyó que no era así y entendió qué provocaba la atmosfera tensa: todo estaba anormalmente en silencio. No había pájaros cantando, no escuchaba el caudal del río, ni siquiera el rumor de las hojas en los árboles.
—Tengo un mal presentimiento sobre esto —pensó.
Desapareció en un parpadeo, como si nunca hubiera estado en el lugar, reapareciendo al instante en la Secta de la Tranquilidad Nirvánica. Usó su En para tratar de comprobar si su amigo estaba bien.
La realidad fue que, incluso mientras estaban pescando hacía unos días, algo se había sentido mal. Se había olvidado de ello mientras estaba en reclusión y en ese instante no le había dado mucha importancia, porque estaba feliz de haberse reunido con su mejor amigo; sin embargo, el sentimiento había estado allí.
Rezó para que fuera un momento tonto provocado por su descontrol. Su mano tembló ligeramente, no sintió a Ji Ming en la secta. Se tranquilizó pensando que quizás lo habían enviado a alguna parte para completar una misión o algo similar, pero su experiencia como cultivador le decía que no había nada más preciso que los instintos.
De repente, sintió que la tierra temblaba y se detenía. Al parecer, las grandes figuras de la secta también lo habían sentido y se estaban movilizando.
Rastrear de dónde provenían los temblores fue sencillo para Liam y no tardó en volar hacia allí.
—Por favor, por favor —el mal presentimiento creció —. Ji Ming, si eres tú, aguanta hasta que llegue.
Notó que traspasaba una barrera y su En empezó a fallar. No tardó mucho en aterrizar frente a una gran columna de humo que ya se estaba despejando.
Había varios cuerpos en el suelo. Todos llevaban el atuendo de discípulos de la Secta de la Tranquilidad Nirvánica. Una única persona estaba de pie y Liam lo reconoció.
Vio su pelo, largo y despeinado, sus músculos y apariencia general muy similar a la de una bestia, más que a la de un humano. No cabía duda de que este era Jinichi, la persona a la que se había enfrentado Liam al final del Torneo Dragón Esmeralda.
Aunque pudo reconocerlo, había cambiado. Su apariencia era igual, pero ahora emitía una poderosa aura sagrada que antes no tenía.
El hombre soltó una risa que pareció provenir del mundo mismo.
—Realmente has aparecido —dijo —. "Él" me aseguró que esta era la forma más rápida de sacarte de tu escondite. Por supuesto, tenía razón.
—¿"Él"? —se cuestionó Liam mentalmente —. ¿A quién se refiere?
Solo entonces, cuando la cortina de humo se había despejado por completo, pudo ver sobre qué estaba parado Jinichi.
El mundo pareció detenerse.
—Jinichi...
Fin del capítulo.
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Bueno, en realidad más que un capítulo es un avance que he hecho para no dejaros sin, pues estoy bastante ocupado últimamente. La semana que viene debería haber capítulo completo, así que no os preocupéis.
Por cierto, dejaros así es realmente malvado de mi parte jeje.
Espero que os haya gustado y hasta la semana que viene ^^