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40.38% Life and Death #3: Después del amanecer / Chapter 21: NACIDO MUERTO

Chương 21: NACIDO MUERTO

Eleanor iba al Mercado Negro de Nueva York en Canal Street con Royal hacia muchos años, pero para Beau la primera vez en un Mercado Negro como estrige o vampiro podría ser un riesgo.

El mercado parecía más que complicado. El alambre de púas estaba colgado en cada tabla. La madera lisa decolorada por el sol y los bucles enredados de alambre de púas eran un tramo impenetrable de plata. Vendían todo tipo de cosas, algunas a un buen precio y otras demasiado exageradas. Armas, comida y animales exóticos, Beau llegó incluso a ver humanos comprando órganos, pero decidió ignorarlo. Frente a ellos había una gran puerta de metal, más adecuada para una prisión que para un mercado.

Royal y Eleanor caminaron hacía el túnel de alambre de púas. Beau podía oír los sonidos y avistar las luces de un Mercado, pero el túnel se dividía en dos direcciones. Edward los llevó hacia la izquierda, lejos de la luz y el sonido, hacia un cobertizo cubierto de protecciones y metal.

En los puestos había una cantidad de anuncios y noticias pegadas en las paredes, advirtiendo que todo fuera con cuidado. Otros reportaban gente desaparecida y otros hacían sátira a la situación de algo llamado «Elfame».

«DUERMAN TEMPRANO O SI NO EL ASESINO DE HADAS TE COMERÁ»

El chico estaba harto de escuchar una y otra vez sobre eso, pero nunca encontraba a nadie que le explicara bien lo que estaba pasando. Como si trataran de ocultárselo.

Erictho se detuvo para hablar con una joven hada.

—Diana, ¿has visto a un hada con el cabello rojo carmesí en el Mercado el día de hoy?

—Debes referirte a la Nana Mágica —dijo Diana.

—¿La Nana Mágica? —Preguntó Beau— ¿Qué no es esa una película?

Diana trató de ver tras los lentes de sol de Beau, sin embargo, no lo logró.

—Así es —respondió Royal—. Y al parecer le gustó tanto que se quedó con el nombre.

Diana sonrió ante el dato.

—Como sea —continuó el hada—, ella siempre está aquí. Les cuenta historias a los niños. Ama a los niños. Y odia todos los demás. Si la estás buscando, júntate con los niños. Es seguro que vendrá.

Así que se dirigieron hacia la fogata donde la mayoría de los niños estaban congregados. Un hada estaba tocando el acordeón en la hoguera. Edward sonrió al escuchar la música, pensando rápidamente en Beau, específicamente en la nana que había hecho solo para él. Ambos se miraron con aquella ternura que a pesar de todas las circunstancias se seguía conservando.

Y en ese momento, mirándolo a los ojos, Edward divisó un repentino movimiento y después, la tensión en la oscuridad. El hada con el cabello carmesí había venido por los niños, empujando su pequeña carreta llena de libros. Ella se detuvo cuando vio a Erictho y a los Cullen. Los reconoció al igual que ellos la reconocieron a ella.

—Nana Mágica —dijo una niña—. ¿Ha venido a contarnos una historia?

—Sí —dijo Edward. Se levantó y avanzó hacia ella—. Queremos escuchar una historia. Queremos saber por qué sabe tanto sobre las estriges.

Los ojos de la Nana Mágica se ampliaron. Sus ojos no tenían color y no tenían pupilas, como si sus cavidades de los ojos estuvieran llenas de agua verdosa. Por un instante, Beau pensó que huiría y se tensó listo para saltar detrás de ella. Royal y Eleanor también estaban listos para perseguirla. Edward había esperado demasiado en esa fogata para tener que esperar otro instante más.

Entonces la Nana miró a su alrededor hacia los niños y se encogió de hombros.

—Oh, bueno —dijo—. He esperado más de un siglo para alardear al respecto. Supongo que ahora ya no importa. Dejen que les cuente la historia de la Primer Estrige.

Encontraron una solitaria fogata, sin ningún niño que pudiera escuchar el oscuro cuento. Beau se sentó con sus amigos y su novio para comenzar a escuchar. Luz y sombras danzaban juntas en un eterno baile y por el inusual y peligroso lugar que era el Mercado, un hada les contó un cuento de Elfame.

—La Corte de Elfame y los Vulturis siempre han estado en busca del poder absoluto, cada quien por su parte, pero hay tiempos en la búsqueda donde se usa la máscara de la paz. Incluso hubo un tiempo en que el Rey de las hadas y Aro hicieron una búsqueda en secreto y se unieron para realizarla. Juntos averiguaron lo poderosas que eran sus razas por separado, cada una de ellas con sus habilidades únicas que les otorgaban la inmortalidad. El Rey Oberón mandó a un puñado de sus ejércitos con la tarea de encontrar a alguna criatura mucho más poderosa que ellos porque creía que al hacerlo podrían replicar ese poder sobre sí mismos. Ya que sus hijos aún eran muy pequeños como para ayudar en su búsqueda, él contrató mis servicios y me sentí honrada. Siempre me he sentido ligada hacia los niños… Hubo un tiempo en que me conocían como la gran hada partera.

»El Rey Oberón no había previsto que Aro le pediría ayuda a los brujos, pero cuando así fue, supo en seguida que su tregua habría de terminar. Aro y Cayo habían descifrado que la única manera de que sus razas fueran mejores era la procreación de un bebé mitad vampiro y mitad hada.

»Aro compartió este nuevo dato revelador a Oberón quien al instante aceptó. Más por curiosidad que porque realmente quisiera seguir trabajando con él. Entonces ofrecieron a uno de sus súbditos; como saben, los vampiros machos todavía pueden procrear a pesar de estar «muertos», así que era obligatorio que Aro ofreciera a un hombre y Oberón a una mujer. Cada uno esperaba lo mejor para aquella criatura que nacería, no habían pasado ni dos días desde que habían tenido relaciones cuando el hada había quedado embarazada, la criatura tuvo un desarrollo demasiado acelerado, tanto que estuvo por acabar con la vida del hada. De todas formas, pasados catorce días, me habían llamado, el hada estaba por dar a luz. Y yo quedé sorprendida por el aspecto del hada, estaba muy acabada, como si aquel ser la estuviera chupando desde dentro.

»El parto fue demasiado laborioso, la mujer no paraba de gritar que le sacara a la cosa. Mi corazón se afligía mucho al escuchar que lo llamaba «cosa» y no bebé, supe de inmediato que ella nunca quiso esto. Para cuando el bebé salió, su progenitora había fallecido, Oberón y Aro estuvieron presentes ahí y nadie lloró por ella o siquiera dieron el pésame. Solo querían ver al bebé, a quien sostuve por un largo lapso, pero eso ni siquiera fue suficiente para mí.

»Yo no lo llamaba Experimento, como lo hacían Aro y Oberón. Él era la criatura más encantadora que alguna vez hubiera pisado la Tierra. Sus ojos desde luego eran muy peculiares, de un blanco casi perfecto y una línea roja alrededor de esta. La piel del bebé era pálida e incluso con tintes azules, como las hadas.

»Pero tan pronto como había llegado, así se fue. Fui testigo de cómo la vida se le iba por esos hermosos ojos, hasta que su corazón dejó de latir y murió. Todos estaban sorprendidos por lo que acababa de suceder, incluso el Rey Oberón y los Vulturis que no podían entender que salió mal. Así que lo volvieron a intentar, con nuevos sujetos de prueba.

»La verdad mentiría si les dijera cuántas pruebas hicieron, porque ni ellos han de estar seguros. Pero lo que sí sé, es que ninguno de esos bebés sobrevivió… o bueno, así había sido, hasta que apareció Julian, no fui partera en esa ocasión, pero quedé sorprendida de que el bebé hubiera sobrevivido. Las primeras semanas lo único anormal en él era su crecimiento acelerado, fuera de ello, era la criatura más inocente y adorable que jamás hubiera visto; con la misma belleza que tenían todos sus antecesores, pero con un toque que lo volvía único en su especie.

»El Rey Oberón y Aro querían seguir haciendo pruebas con él, averiguar si su sangre era segura de inyectar en otros, principalmente en ellos dos. Y así sería, de hecho, por mi cabeza estaba la idea de sacar al bebé de allí y llevarlo muy lejos, sin importar lo que me costara. Esa misma tarde había dejado al bebé al cuidado de uno de los hijos del Rey, su primogénito Joham, mi plan era ir por el bebé y largarnos cuanto antes.

»Fue entonces cuando entré a la habitación, quedé horrorizada por lo que estaban viendo mis ojos. Jamás creí que algo como eso pasaría.

La mujer se había quedado en silencio por unos segundos tan eternos para Beau que pensó que ya no diría más. Eso le permitió asegurarse de que todavía estaban todos ahí, escuchando la historia, pero sanos y salvos.

—El bebé se había alimentado del príncipe. Ustedes podrán decir que quizá era normal, el bebé tenía hambre y lo único cerca era él. Pero lo que el bebé hizo fue terrible…cuando digo que se alimentó del príncipe no solo hablo de su sangre, se había comido su brazo izquierdo entero y estaba justo por terminar de comer una de sus manos.

»Cerré con llave la habitación, y me eché a correr. Por mi mente solo pasaban todos esos planes que quería hacer con el bebé, cuando escapáramos, y que se habían ido por la borda al ver de lo que era capaz esa criatura. Fui de inmediato con el rey para contarle lo que había acontecido y él quedó igual de horrorizado como yo. Así que lo mataron. Nunca volví a ver al príncipe Joham así que entendí que él también murió. Corrieron los rumores de que la hija de Joham no soportó la verdad y se suicidó.

»Después de varios años, y luego de que el Rey Oberón terminara su tregua con Aro. La Guerra Fría había dejado a varios humanos malheridos, fue un buen momento para que los vampiros se alimentaran y/o crearan a sus nuevos compañeros. Nada fuera de lo normal, por aquella época me había hecho amiga de los Denali, Sasha era muy divertida y le gustaba jugar con los humanos.

»Así fue como conoció a Vasilii, un mago de quinta, ni siquiera conocía con exactitud la brujería, pero todos lo llamaban increíble, como si él fuera algo especial, cuando no había nada tan único como la realidad en la que vivimos. Odié a ese insolente chico desde el momento en que posé mis ojos en él.

—Sí —dijo Eleanor muy suavemente—. Tanya nos contó esa historia.

Nadie más que Beau la escuchó.

—Estaba esa vampira que decía que lo amaba como si fuera su hijo, pero Vasilii no era un vampiro, ni siquiera le gustaba estar cerca de esa mujer porque no lo dejaba explorar el mundo. Él era algo más terrible que eso. Y me enteré del secreto de la vampira. Se había robado a un bebé mortal de los brazos de sus padres porque ella había perdido a su hija hacia años atrás. La vampira no podía permanecer mucho tiempo cerca de él porque tenía deberes que atender, así que eran esas ocasiones en las que Vasilii aprovechaba para salir al pueblo.

»Vasilii sospechaba lo suficiente de su descendencia y pagó para averiguar más sobre ella con un par de lobos que trabajaban ilegalmente. Le contó a Sasha todos sus secretos y todo lo que había averiguado de cómo fue que terminó en brazos de esa vampira. Le dijo que sabía lo que ella era pero que no estaba dispuesto a convertirse en uno de ellos, también le contó que la mujer que lo llamaba hijo había perdido a una hija humana, y lo que esa mujer no sabía era que su propio esposo la había matado.

»Sasha dejó de tener cuidado. Le contó incluso sobre las mujeres a las que había adoptado como hijas.

»Vasilii dijo que los dos eran un buen complemento y que podrían perderse juntos. Dijo que no le importaría perderse, si podía perderse con ella. Ella juró lo mismo. Él la apartó del lado de sus hijas. Le pidió que se fuera a vivir con él en el mundo mortal. La condenó y lo llamaron amor.

»Huyeron esa misma tarde juntos sin saber que la furia de los enemigos de ambos era el fuego que habría consumido el bosque. Los lobos que habían ayudado a Vasilii a encontrar la información querían su paga, lo que significaba que necesitaban a Vasilii de vuelta en la palma de sus manos o asesinado. Enviaron a sus confiables mensajeros a todas las puntas del mundo para cazarlo. La encontré una docena de veces, aunque nunca le dije a nadie dónde estaba. Nunca la perdonaré por haberle dado la espalda a sus hijas. Fui a cada pueblo secreto y los vi estar juntos. Oh, la forma en que ella lo amaba, y oh, yo lo odiaba.

»No pasó más de un mes cuando los lobos encontraron a Vasilii. Le habían pagado a una vampira que era buena rastreadora para que localizara al chico. Ella y su compañera, un hada, asesinaron a Vasilii, el hada disfrutaba de ver a sus presas sufrir por lo que derramó de su sangre por la boca del humano, justo para que acabara con él hasta las raíces.

—¿Joss y Victoria? —susurró Edward, los nombres sonaron extraño en su boca, dicho por primera vez después de tanto tiempo.

Joss era conocida por ser una excelente rastreadora y cazadora, se le había conocido por incluso saber trabajar en equipo cuando es necesario y a recibir la paga de quien sea, aun si se trataba de lobos. Incluso los Cullen sabían que ellas dos habían vivido mucho tiempo en compañía de lobos, hasta que uno de ellos decidió romper el acuerdo.

Victoria casi muere, de no ser por el excelente entrenamiento de Joss. Ella jamás habría podido sobrevivir. Fue por eso que cuando vio a Seth ella quedó petrificada, pensando que se trataba de esa manada otra vez.

—¿Pero qué importancia tiene eso ahora? —preguntó la mujer, como si hablara para sí misma—. ¿Por qué importaba en ese entonces? Sasha convirtió a Vasilii en un vampiro, lo que no sabía era que la sangre de hada corría en su interior, el chico debió morir, justo como todos esos bebés. Algo igual de raro que con el asunto de Julian había sucedido, algo que no logro entender y que de todas formas siguió ocurriendo, porque de la nada, las estriges se habían vuelto una plaga. Alguien las había creado. El rey Oberón y los Vulturis tuvieron que intervenir, mi pobre amiga murió y los Vulturis le perdonaron la vida a sus hijas solo porque ellas nunca supieron nada.

»Fue como si alguien hubiera visto el potencial en las estriges, pero sin darse cuenta, jamás llegaban al meollo del asunto. Solo daban más y más vueltas y esas estúpidas criaturas se salían con la suya.

»Apenas si lograron frenarlas, tuvieron que quemarlas y destruirlas con ayuda de grandes brujos. Así que cuando una estrige se levante nuevamente, en toda la terrible gloria obtenida de la sangre de las hadas y los vampiros, espero que la destrucción venga para todos los Vulturis y también para las hadas del Rey Oberón. Espero que el mundo desaparezca. Por mi amiga.

Edward pensó rápidamente en Beau, en lo diferente que era él de todas esas criaturas de las que les había contado la Nana. Creía que en cuanto ella le explicara mejor el asunto de las estriges todo quedaría claro, pero ahora tenía más preguntas que respuestas.

El peligro era más grande de lo que hubiera sospechado. Edward tenía que proteger a Beau del rey Oberón y de los Vulturis que ahora despreciaban a la criatura que ellos habían iniciado. Si había una oportunidad por hacer algo, Edward tendría que salvar a Beau. Él ya había fallado en intentar salvarlo antes.

Edward se levantó y se alejó de la Nana Mágica. Fue al borde cercado del Mercado, moviéndose desesperantemente rápido, como si pudiera correr de vuelta al pasado y salvar a Beau de las garras de los Vulturis.

Cuando se detuvo, Beau lo sostuvo. Lo tomó en sus brazos y cuando dejó de temblar, dirigió la cabeza de él hacia la suya.

—Edward, mi Edward. Estás bien. Creo que fue una hermosa historia —dijo.

—¿Qué?

—No la historia de ella —dijo Beau—. No la historia sobre las retorcidas estriges y la extraña plaga. Puedo ver la historia detrás de la suya. La historia de Sasha y Vasilii.

—Pero toda la gente que lastimó —murmuró Edward—. Las Denali quedaron marcadas por esa relación.

—Creo que ella sabía el poder de una historia de amor, al igual que yo lo sé —dijo Beau—. No importa lo oscuro y desesperanzado que se veía el mundo, siempre podremos encontrar la belleza en una historia.

—Lo lamento —dijo Edward súbitamente—. Nunca hubiera querido esto para ti. Nosotros no somos Sasha y Vasilii.

—Sasha vivió aterrorizada. Y él estaba perdido y deambulaba. El destino se encargó de unirlos, Edward.

La sonrisa de Beau iluminó el día de Edward. Siempre le traía esperanza cuando él se sentía en la desesperación, como había traído la paz cuando todo dentro de él había silencio. Edward puso sus brazos a su alrededor y lo sostuvo con fuerza.

***

—Espero que hayan aprendido lo que necesitaban saber —le dijo Erictho a los Cullen.

Edward se había visto molesto cuando abandonó la fogata, pero él y Beau se habían visto diferentes cuando regresaron.

—Espero que se encuentren bien —le dijo Royal silenciosamente a Eleanor cuando Edward y Beau aparecieron delante de ellos.

—Claro que están bien —dijo Eleanor—. ¿Te das cuenta de que son como dos tortolos con superpoderes?

—No —le dijo Royal—. La verdad es que ahora deberíamos preocuparnos por algo más grave.

Beau y Edward giraron interrumpiendo su caminar y lo miraron rápidamente. Incluso Erictho voltio a verlos.

—¿A qué te refieres? —preguntó Beau y Edward supo la respuesta. Los ojos se le abrieron al instante al no haber visto esa posibilidad.

—Hay una gran posibilidad de que el asesino de hadas sea una estrige —comentó Royal—. Lo cual significa que los Vulturis no serán el único problema…

Edward lo interrumpió.

—El rey Oberón querrá venir por ti también.


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