Siéntate a mi lado, voy a contarte una de las cosas que compruebo en mis seminarios de libertad financiera, y es que ninguno de los asistentes recibió educación financiera. Ninguno. Si en algo coinciden las personas que acuden a mí es en afirmar: «Nadie me enseñó nada sobre el dinero y cómo ganarlo. Ni mis padres, ni en el colegio, me mostraron cómo salir adelante financieramente». Es una pena porque todos usamos dinero a diario. Con el tiempo, esas personas sintieron que debían hacer algo al respecto y decidieron buscar ayuda y formarse.
Los países no deberían competir con sus sistemas productivos, deberían hacerlo con sus sistemas educativos. Tal vez así mejorasen su calidad. Los esquemas que utiliza la formación reglada en Occidente son de hace uno o dos siglos atrás. Una eternidad. Entras en una escuela de hoy y es igual a como era hace 100 años. Ha cambiado la foto del jefe de Estado y le han dado una mano de pintura a las paredes. Entra en una sucursal bancaria de hoy y compárala con una de hace 50 años y verás la gran diferencia. ¿Dónde está la evolución en el sistema educativo?
Pero ¿alguien cree de verdad que preparamos correctamente a nuestros muchachos para el mundo que encontrarán? Daniel H. Pink anota este nombre escribió que el principal problema es la «irrelevancia de los sistemas educativos para las nuevas necesidades». El sistema educativo «planta» la semilla del empleo en las mentes de los jóvenes y cada año produce una promoción-cosecha de futuros empleados.
¿Cuántos empleados ricos conoces? Yo ninguno. ¿Nadie se da cuenta de ese detalle?
Michael Crichton, Míster Bestseller médico y autor de innumerables bestsellers llevados al cine, quiso estudiar para ser escritor se apuntó a Harvard, donde empezó a cosechar malas notas. Desanimado, puso a prueba a su profesor entregándole, como propio, un famoso ensayo de George Orwell. Su profesor ni se dio cuenta del plagio ni le aprobó. Decepcionado, decidió aprender a escribir por su cuenta. Su clave: usar intensivamente la imaginación.
Cuanto más lees, más te das cuenta de que muchos de los problemas financieros que afrontan los adultos se podrían evitar con una buena formación financiera. Pero en la escuela no se enseña cómo gestionar los asuntos de dinero. En el sistema educativo elemental y superior las calificaciones son la medida del éxito académico, pero en la vida real las calificaciones no sirven. Para empeorar las cosas, los programas miran más hacia atrás premian la memoria que hacia delante penalizan la imaginación; por eso, en la actualidad, se estudia un mundo que no existe.
Sí, el mundo que estudiamos ya no existe. Si no me crees, mira un mapa político de Europa de hace 30 años y compáralo con uno actual. Hoy, a mí, me suspenderían en geografía política. Por suerte mis clientes no me consultan las capitales de Europa. Ni tampoco me piden mis notas de dibujo o gimnasia. Soy fruto de un sistema educativo que me hizo memorizar la lista de los reyes godos. A día de hoy, aún no he podido encajar esa información en ninguna de mis conversaciones de adulto. Nunca ha salido el tema. ¿Debería olvidarlo?
Lo que aprendimos en la escuela no nos ayudará a ser ni ricos ni libres, aceptémoslo.
Lo que sigue puede parecer increíble, pero es cierto: se nos entrenó para no cometer errores. Nos enseñaron que los errores son malos, lo cual se aparta de la verdad. Los errores son normales y necesarios para aprender. De hecho, cierto millonario recomendó
«duplicar la tasa de errores» a las personas que quieran triunfar. Ahí me di cuenta de que yo me había equivocado «demasiado poco» en la vida y me propuse en lo sucesivo duplicar mi tasa de errores. Más errores didácticos, más éxito. Ahora sé que al equivocarme puedo encontrar el camino correcto. Lo recomendable es equivocarse en cosas diferentes cada vez, ¡no repetir los mismos errores! En pocas palabras, la fórmula del éxito es: error elevado a «n» exponencial, por aprendizaje, igual a éxito inevitable.
La formación financiera es la diferencia que marca la gran diferencia en el éxito económico.
Para ganar el doble, o el triple, no hace falta saber, ni trabajar, el doble o el triple.
¿Tiene esto sentido para ti? Te lo explico; por ejemplo, un director de una compañía puede ganar dos veces más que sus colaboradores. No es más inteligente, ni sabe más que todos juntos (al contrario), pero cuenta con ciertas habilidades que los demás no han desarrollado. Otro ejemplo, en las competiciones olímpicas, entre el tercero y el cuarto clasificado puede haber una diferencia insignificante, milésimas de segundo, pero lo suficiente para que este último no suba al podio.
No estoy diciendo que no te formes, o que no envíes a tus hijos a la universidad, sólo afirmo que hoy una carrera o un máster no garantizan libertad financiera. Es necesario, pero no suficiente, contar con un título. Máxime cuando según estudios de la OCDE la educación superior de nuestro país tiene la rentabilidad más baja entre los países desarrollados. Lo que sí va a marcar la diferencia es una estrategia alejada del consabido: «Estudia, licénciate, busca un empleo seguro, trabaja mucho, ahorra y jubílate con una pensión». Paradigma casposo (sería lustroso si fuera verdad). No, no me parece una receta sofisticada y lo peor es que ya no funciona: ¡es la receta del desastre!
Hoy los licenciados saben más que nunca y ganan menos que antes... Una buena educación académica es necesaria pero no garantiza el éxito financiero.
Pero.
En un mundo de cambios, la autoformación constante es necesaria para no quedar atrás. Si deseas éxito en tu campo, tendrás que formarte siempre y para ello tendrás que diseñar tú mismo tu «plan de estudios». ¿Entiendes por qué Mark Twain dijo: «Nunca he dejado que la escuela interfiera en mi educación»?
¿Es Europa el continente culto? En los libros de historia y en los museos tal vez lo sea, pero no en las universidades. Veamos cómo funcionan las cosas a este y otro lado del Atlántico. Los premios Nobel pueden ayudarnos a esclarecer este punto. Y lo que se deduce de las estadísticas es que los premiados formados en universidades americanas ganan por goleada a los formados en universidades europeas (en una proporción de siete a uno). ¿La razón? En Estados Unidos dedican a educación superior el 2,9% del PIB mientras que en Europa se dedica el 1,5%: la mitad. No es una casualidad que lideren, de momento, la técnica y la ciencia. Por cierto, en España ninguna de nuestras universidades figura entre las cien mejores del mundo. La marcha de la economía es una conclusión inevitable de todo ello.
Ahora mismo China produce el doble de técnicos que EE.UU. Las universidades asiáticas han tomado la delantera mundial en la formación tecnológica, de modo que en unos años no sólo fabricarán los productos de alta tecnología como ya hacen, sino que también los diseñarán. Puedo imaginar a europeos y americanos emigrando en busca de una oportunidad en Asia, tratando de hacer fortuna allí como en el pasado muchos la buscaron en Europa o en América. Cuántas vueltas da la vida.
El megagurú Alvin Toffler escribió: «El sistema educativo es una organización de segunda fila, estilo fábrica, que bombea información obsoleta, de formas obsoletas, en unas escuelas que no están conectadas al futuro de los niños».
Demoledor.