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67.52% Alma Negra / Chapter 131: 131

Chương 131: 131

ADVERTENCIA: EL SIGUIENTE CONTENIDO PUEDE CAUSAR DISCONFORMIDAD, LEER BAJO SU PROPIO RIESGO. QUEDA ADVERTID@.

Bajé la cabeza y miré el suelo, no podía soportar un segundo más viendo esa escena.

Recuerdos:

Vamos a tener un bebé, John.

Te juro que las protegeré con mi vida. No dejaré que nada malo les pase.

¡Ahora mismo tú representas un peligro para nuestra hija! Tengo miedo de que ahora mismo por este error de dejarla sola, algo malo le pase. Yo no podría perdonármelo.

Se van a quedar conmigo las dos y eso no se discute. ¡Yo las protegeré!

«¡Mentira, mentira, mentira!»

«¡No pude hacerlo! ¡Soy un inútil, un idiota, un miserable infeliz! »

—Déjame ver tu dolor, Alma; ese mismo dolor que sentí cuando mataste a mi hija. ¿Por qué callas? — se acercó, y pasó su mano ensangrentada en mi cara.

De alguna manera, no podía ni siquiera oler la sangre. No podía ver, oler, o sentir nada.

—¿Ninguna reacción?

Kwan

—Nunca había conocido a alguien tan despreciable y desgraciado en mi vida— gritó Alexa en llanto—. Es un cobarde. ¿Cómo pudo hacerle eso a una bebé?

—Tenía miedo de enfrentar al demonio en persona, y por eso tuvo que desquitarse con un angelito inocente—le dije.

Sentía mi pecho oprimido. De alguna manera, presenciar eso me lastimó. Jamás había presenciado una muerte así, y estaba en shock. No puedo imaginar cómo estaba él. John estaba mirando el suelo, ni siquiera mostraba señales de vida. Debo buscar la forma de despertarlo o lo perderemos, no es que me importe, pero a Daisy no le va agradar perderlo a él también.

—Tenemos que llamarlo y despertarlo de ese trance en el que está, Alexa. Busca la forma de llamar su atención.

—Esto será divertido— comentó Allan, acercándose a John.

Félix caminó a un lado del lugar y soltó al bebé en el suelo. Presenciar esto me estaba inquietando. No sé cómo describir lo que mi pecho sentía. Creí haber estado curado de espanto, pero esto, definitivamente me comprobó que no es así.

—Oye, John. Deberías hacerle pagar a este cabrón por lo que hizo— dije en voz alta.

—Es cierto, no puedes dejar que este cobarde se salga con la suya— añadió Alexa.

—Debes despertar, no solo por él, sino también por Daisy. Si no lo haces, me quedaré con ella.

Por más que le hablamos, él no hablaba, ni se movía, ni siquiera podía ver si tenía los ojos abiertos o cerrados por el ángulo en que estaba.

Félix se acercó a John y le agarró el pelo, levantando su cabeza, pero John no se movía, ni hacía ningún gesto de dolor. Félix lucía molesto porque él no le hacía caso, y le dio un puño en la cara.

—¡Ya déjalo!— gritó Alexa.

—Ni siquiera quieres mirarme. Que patético te ves, alma. Dime ¿qué se siente perder una hija? Ahora que experimentaste ese dolor, debes saber la respuesta a mi pregunta— la cuchilla la acercó al rostro de John, y a pesar de darle un pequeño corte en la mejilla, seguía sin reaccionar.

—Esta situación no me está agradando, Alexa.

—A mí tampoco. Alguien ya hubiera reaccionado a los golpes o a esa cortada.

—¿Acaso lo perdimos?

—Veo que te estás preocupando por él.

—Lo hago por Daisy.

—Ya deja esa excusa, que solo tú te la crees.

—Vete a la mierda, Alexa— ella sacudió su cabeza, y continuó llamando a John.

—Busca a Jeffrey— le ordenó Allan a Félix.

—¿Por qué siempre tienes que darme órdenes? Búscalo tú. Ahora tengo cosas que hacer.

—Busca a Jeffrey, no me hagas repetirlo dos veces. ¿Quieres que hable con padre?

A pesar de las protestas, salió a buscarlo y vi que sacó una cuchilla de su pantalón y cortó las sogas que amarraban a John.

—¿Qué está haciendo este tipo? ¿Acaso quiere ayudarlo? —me preguntó Alexa.

—No lo sé.

Nos quedamos observando lo que estaba haciendo y guardó la cuchilla en su pantalón; luego se acercó al oído de John y se alejó.

John no se había dado ni cuenta de que lo habían soltado, estaba sumamente quieto.

Félix regresó con un hombre bastante alto y fuerte.

—¿Satisfecho? Que sea la última vez que me das órdenes— dijo Félix, mirando a Allan.

John se levantó de la silla y Félix estaba de espalda a él, no quisimos decir nada.

Allan tuvo que haberlo visto y, aún así, también se mantuvo en silencio. Significa que él sí estaba despierto.

John le agarró el cuello por la espalda y lo tiró contra el suelo.

—No interfieras, Jeffrey— le dijo Allan.

John se subió sobre Félix y pudimos ver su rostro. Jamás había visto una mirada más espeluznante que esa. Jamás le he tenido miedo a John, pero en este momento no parecía él, quien estuviera controlando ese cuerpo. Alexa estaba igual de espantada que yo. No estaba golpeando a Félix, pero si arañándolo, con tanta fuerza y rapidez, que se podía ver su rostro sangrando. Era como si quisiera arrancarle la piel vivo, así como hacen los animales. Jamás había presenciado algo tan escalofriante como eso, y he matado mucha gente, pero esto era algo sumamente terrorífico. Sus manos estaban llenas de sangre y su mirada no se veía de la misma forma de siempre. Era como si estuviera poseído por el mismísimo demonio.

Allan se quedó observando el comportamiento de John y, aún así, no evitó que él continuara.

Félix no podía soltarse de John, sus gritos y los golpes que tiraba, con tal de sacarlo de encima, no le hacían nada. No quería estar en su lugar en este momento.

John estuvo hasta que él dejó de poner resistencia. Su rostro estaba lleno de sangre, no se podía ver claramente como estaba, pero estoy seguro que debía estar irreconocible.

John sonrió, colocando sus dos manos en el cuello de Félix y enterrando sus uñas en el.

—Ahora estamos a mano. Maté a tu hija y tú mataste la mía, me mataste y ahora me toca matarte a ti— dijo, con esa misma mirada aterradora—. Tendrás la oportunidad que tanto querías, ahora te reunirás con tu querida hija en el infierno. Envíale saludos de mi parte— rio, antes de presionar fuertemente sus manos en el cuello de Félix.

Observé a Allan y se veía muy sonriente, como si hubiera estado disfrutando de esto. En cambio, yo y Alexa, estábamos en shock todavía.

—¡John, despierta! ¡Ese no eres tu! — le grité, tratando de llamar su atención, pero no me hizo caso.

—¡John!— le gritó Alexa, pero tampoco respondía.

John se arrastró lentamente, hasta llegar al cuerpo del bebé y se le quedó mirando.

—No te hagas más daño, John— le dije, y vi como esbozó una sonrisa hacia mí dirección.

John

«No eres Mia, no lo eres…»


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