—Solo quieres usarme como te da la gana. Yo no soy un juguete, Akira.
—Lo eres, y solo mía.
—¿Solo quieres acostarte conmigo? ¿Eso acabaría con tu maldita obsesión de una vez?
—¿Te crees que solamente quiero eso contigo? Si fuera solo eso, hace mucho estarías muerta.
—Si no te lleno tanto, ¿Para qué me quieres?
—Sabes muy bien para que te quiero.
—No, no lo sé.
—Te quiero toda para mí, eso quiero. ¿Te cuesta tanto entenderlo?
—Al que le cuesta entenderlo es a ti. No voy a volver contigo, entiéndelo de una vez.
—Maldita seas, eres tan necia— me empujó a la pared para besarme a la fuerza. Antes que pudiera actuar yo, Kanji abrió la puerta que da a las escaleras, y le apuntó con el arma a Akira.
—Te dije que no te quería cerca de ella, parece que no lo has entendido todavía— dijo Kanji.
Akira me soltó y fijó su mirada a él.
—Oh, parece que alguien estaba espiando conversaciones ajenas.
Caminé hacia Kanji y dejé solo a Akira.
—Te lo advertí, y aún así no hiciste caso, Akira— le dijo Kanji cargando el arma.
—Parece que quien no entendió fue otro— Akira sacó su arma y le apuntó de vuelta.
—Vete de aquí, Akira — le pedí. Tenía miedo de que cometiera una estupidez.
—¿Me ves cara de imbécil? A mí nadie me apunta con un arma y sale ileso— respondió Akira. Vi la intención de Akira disparar y me paré frente a él para pedirle que se fuera.
—Solo vete, ya no más de esta estupidez sin sentido, por favor — Akira sonrió.
—¿Así que lo vas a defender?— arqueó una ceja.
—No estoy defendiendo a nadie, solo vete, Akira.
Akira subió el arma a mi mentón y me encaró.
—Esto no lo olvidaré, corderito — bajó el arma lentamente por mi pecho y luego se detuvo.
Caminó hacia Kanji y se paró a su lado.
—Será en otro momento, pero esto no se acaba aquí.
Salió de aquí y pude calmarme, Kanji guardó el arma y se acercó a mi.
—¿Por qué lo impediste?
—No quiero ver más sangre—Kanji me abrazó fuertemente.
—Quisiera creerte, te lo juro, pero sé que lo hiciste porque aún lo amas— me quedé en silencio, no sabía qué responder. Solo actué automáticamente. Tenía miedo de que sucediera algo ahí, no quiero más sangre, no quiero más muertos. ¿Es tan difícil que alguien lo entienda?
—Vámonos de aquí, Kanji— me solté de él y caminé a la puerta.
James estaba afuera vigilando.
—Puedes irte a la casa, James.
—Como ordene, Srta. Leiko.
Kanji estaba caminando al lado mío, estoy segura que aún estaba molesto, pero no quiere demostrarlo. Yo no defendí a ninguno de los dos, solo quise evitar una tontería. Akira piensa que defendí a Kanji, y Kanji piensa que defendí a Akira. Siempre piensan lo que se les da la gana. Los hombres son muy complicados. Me fui con Kanji en el auto.
—Quiero estar a solas contigo, Kanji. ¿Será que se puede?—Kanji se quedó mirándome fijamente y sonrió.
—Deberías pedir eso más seguido, se escucha muy lindo de tu boca— rio.
—No pienses mal, Kanji— le dije, y detuvo el auto.
—¿Me dirás qué no deseas estar conmigo?
—No estaba pensando en eso — desvié la mirada.
—Mírame, y repítelo— me costó trabajo mirarlo y repetirlo.
—¿Ahora estás feliz?
—No — me besó antes de que pudiera reaccionar.
En realidad no buscaba esto, pero después de todo, es casi imposible detener esa sensación que él me causa. Sé que está mal estar haciendo esto, y más con Akira rabioso cómo está.
Terminé en la cama con Kanji y lo peor del asunto es que, aún después de terminar, seguía pensando en Akira. Buscando en sus besos o caricias un refugio para evitar la soledad y la tristeza que Akira dejó en mi. Antes no me había ocurrido, pero esta vez por más que traté de verlo como Kanji, solo podía ver a Akira; a pesar de que son todo lo contrario. Lo he estado utilizando todo el tiempo y él aún sigue conmigo. Me da rabia tener que admitir que aún después de todo sigo amando a ese hombre que me ha desgraciado tanto la vida.
En la mañana siguiente me encontraba en sus brazos, no pude hablar con él ayer como quería; pues una cosa llevó a la otra y así terminamos. Quiero de alguna forma hacerlo sentir bien, pues sé que solo le he traído preocupaciones y problemas. Él ha sido muy bueno conmigo y siento rabia de mi, al no poder responder esa pregunta que hizo ayer. Me odio tanto.