—No puedo creer que no sientas nada.
—No tengo que sentir nada, princesa.
—No tienes corazón, Akira.
—Ese solo lo uso con mi familia, los demás me importan una mierda.
—Esta bien. No me ayudes, gracias— traté de levantarla.
—Eres demasiado buena con todos. Hace un momento provocaste que se cayera y ahora te arrepientes.
—Yo no quería eso.
—Todo indica que si. ¿Quién en su lugar no hubiera hecho lo mismo? De la forma que le estabas hablando y que la golpeaste, fue para provocar eso. No te quieras hacer pasar por la santa, lisa.
—No fue mi culpa. Si no me hubiera apuntado no me hubiera visto amenazada.
—No importa la razón que sea, no quita el hecho de que casi la matas. Si no te deshaces del problema ahora, luego será uno mayor. Sé porque te lo digo. Por no haber actuado antes a tiempo, ahora me estoy arrepintiendo.
—¿Por qué dices eso? Jamás haría algo así.
—No importa — traté de levantarla, pero estaba algo pesada.
—Aguanta un poco más — le dije a Sofía. Akira al ver que aún insistía en levantarla, me ayudó.
—Espero haya una buena paga de tu parte por ayudar a esta perra, luego de haber interrumpido lo nuestro. No creas que me he olvidado de tu castigo, lisa — Akira la cogió en sus brazos y la llevó al auto.
Nos fuimos al hospital con ella y el doctor la llevó rápidamente a examinar. Nos quedamos en la sala de emergencia los dos esperando a que salieran a decirnos algo. Estaba algo preocupada.
—No estés ocupando tu mente en cosas insignificantes.
—Lo siento, verás que no puedo ser igual de despreocupada que tú.
—Si aprendes a no preocuparte por los demás, te evitas el sufrimiento. Ella es una completa desconocida y tu rival, aún así le sientes lastima. Ella no sintió lástima por ti y te apuntó. Eres la única mujer que conozco que es demasiado buena hasta con sus enemigos. No puedo entenderte.
—Tienes razón, mi amor. Fue por eso que pude enamorarme de ti, porque de otra forma dudo muchísimo que hubiera podido sentir algo por alguien como tú.
—Si no estuviéramos aquí, ya hubiera callado esa boca y no precisamente a besos, corderito.
Luego de una larga espera, salió el médico y lo ataqué rápidamente para saber de ella.
—Logramos estabilizar a la paciente, pero el bebé no se pudo salvar — interrumpí al doctor antes que continuara.
—¿Bebé?— miré a Akira esperando una respuesta o aclaración de su parte, pero se quedó en silencio tranquilo—. ¿Cuánto tiempo tenía? — pregunté.
—Aproximadamente seis semanas de gestación. Se va a recuperar, solo necesita estar unos días en el hospital, ya luego se puede ir para la casa.
—Entiendo— el doctor se fue y me quedé a solas con Akira. No quería darle la cara porque me sentía molesta, pero a la vez herida— Que bien ocultado lo tenías, ¿A eso te referiste con "salir del problema" hace un momento?
—¿Estás celosa?
—Decepcionada de ti. Ni siquiera muestras importancia habiendo perdido a tu bebé. Te desconozco, Akira.
—¿Y qué te hace pensar que era mío?
—¿Y dirás qué no lo es? Eres tan patético — tenía ganas de llorar, pero de la rabia.
—Ese bebé no era mío. La conocí hace cuatro semanas y no me la había llevado a la cama todavía. Que expresión tan entretenida tienes. ¿Estabas celosa?— sonrió.
—Esto no es para reír, Akira. Perdió a su bebé por mi culpa.
—No la obligaste a apuntarte, ¿O si?
—Que despreciable eres— quise caminar para irme, pero Akira me sujetó por la cintura.
—¿A dónde vas, corderito? Tenemos algo pendiente todavía.
—Eres el único que se siente con ganas de eso en este momento. No voy hacer nada contigo.
—Ya se te pasará cuando lleguemos de vuelta a la casa. Haré que se te olvide esa amargura que te traes.
—Te dije que no voy hacer nada. Baja tu calentura con la mano, porque no voy acostarme contigo. Adiós — lo empujé y seguí caminando.
Cada vez que conozco más de este Akira, me sentía muy decepcionada. ¿En esto se ha convertido? Salí del hospital en busca de un taxi, pero Akira salió a buscarme.
—¿A ti quién te dijo que te dejaría ir fácilmente? Tenemos un asunto pendiente los dos. Vamos al auto.
—¿Vas a seguir con eso? ¿No te cansas? ¿Por qué no buscas a una cualquiera para que te baje la calentura que tienes?
—Porque te quiero a ti y no voy a dejar que esta estupidez cambié las cosas entre los dos otra vez.
—Esto no fue lo que cambió las cosas, las cambiaste tu mucho antes.
—Regresa a la casa conmigo, lisa.
—No, Akira.
—No quiero llevarte a la mala. Desiste de este juego de una vez y por todas.
—No— respondí indiferente.
—No me dejas de otra que llevarte a la casa y amarrarte para que no salgas de ahí, ¿Eso quieres?
—Viniendo de ti no lo dudo. ¿De qué te sirve tener mi cuerpo, si mi corazón ya no puede sentir amor por ti?
—¿De eso se trata? Pues no me conformo en tener tu cuerpo solamente, no es suficiente y quiero más. Si no sientes nada por mí como dices, me voy a encargar de que lo hagas, así me toque obligarte hacerlo — Akira me cogió a la fuerza en su hombro.
—¿Otra vez con lo mismo? ¿Esta es tu maldita forma de solucionar las cosas siempre? ¡Maldito seas!
—Te dije que la paciencia ya me la habías agotado. Voy amarrarte a la cama y te obligaré a mirarme solo a mi, hasta que vuelvas a sentir algo, así sea odio, me conformo con eso.
—Bájame, Akira — me llevó al auto y cerró la puerta. Se veía realmente molesto. Esto parece que no se va acabar nunca.
Akira se subió al auto para irnos.
—¿Crees que así vas a lograr algo?
—¡Cállate!
—¿Vas a sentirte satisfecho luego de esto?
—¡Cállate! ¡Maldita sea! — golpeó el guía molesto—. Si supieras cuánto duele que me trates indiferente. No sabes lo que duele tener que llegar a la maldita casa y no estés ahí para recibirme o despertar todas las mañana y no verte durmiendo a mi lado. Es como está muerto en vida. ¡Es un maldito infierno! ¡No lo soporto!— las manos de Akira estaban temblando y su rostro se llenó de lágrimas en un mínimo instante. A pesar de sus gestos de molestia, su expresión no mostraba enojo, más bien una profunda tristeza.