Al día siguiente
Desperté temprano para ir al trabajo. No descansé nada anoche y estaba muerta del sueño. Me tomé un café antes de irme. Akira no estaba por ninguna parte.
—Buenos días, mi señora— me dijo la empleada.
—Buenos días, ¿Dónde está Akira?
—No sé señora, anoche no regresó a la casa — lo sospechaba. No le daré mente a eso.
—Gracias por decirme— me encaminé al trabajo ignorando el hecho de su mala costumbre de dormir fuera de la casa cuando se molesta.
Al llegar al trabajo, con la primera persona que me encuentro es con Akira en la salida. Le pasé por el lado sin decir una palabra, él solo se quedó mirándome. Lucía como perro arrepentido. Fui al cuarto de las empleadas y me encontré con Gina.
—No sabía que estarías en este turno también — le dije, mientras la abrazaba.
—No sabes cómo te echaba de menos, condenada. No vuelvas a dejarme sola.
—Lo siento, esta vez vine para quedarme. Tengo que buscar mi uniforme para ponerme al día con todo.
—Te acompaño — fuimos a la oficina de la supervisora y busqué el uniforme. Por suerte me quedó el primero que escogí.
—Kazuo tenía razón.
—¿Sobre qué?— preguntó Gina.
—Que me serviría el uniforme.
—¿Escuchaste las buenas nuevas?
—¿De qué?
—El supervisor renunció.
—¿Kazuo?
—Si, ahora esa plaza está vacante. Espero que el próximo que venga sea como él. Es una lastima, era tan servicial y buena persona.
—¿No sabes las razones?— pregunté.
—No, fue lo que dijo la supervisora esta mañana— no entiendo, él estaba muy feliz con que regresara para ahora renunciar. Solo espero que Akira no haya tenido que ver con esto. Él fue a su oficina ayer y ha estado actuando extraño. Espero no haya llegado a tanto por sus celos. Tengo que preguntarle cuando lo vea.
El día pasó muy rápido, el trabajo no se ha detenido ya que solo somos ella y yo en este piso. Ahora solo tienen a dos empleadas en cada piso. Es demasiado trabajo para solo dos, pero no me quejaré por eso. Me gusta el trabajo, aparte de que me tiene la mente ocupada todo el día.
—¿Quieres ir a comer algo cuando salgamos?— propuso Gina.
—Si, me encantaría y así nos ponemos al día — respondí.
Busqué mi cartera y salimos a recepción las dos. Pude ver algo que llamó mi atención. El chico extraño con el niño, estaba hablando con la manager de Amaya. El niño me vio y corrió hacia mí. No quería meterlos en problemas por mi culpa.
—¡Hermanita!— se aferró a mi pierna.
—Hola, chiquito. ¿Cómo me reconociste, pequeño?
—Eres la única que conozco, hermanita. ¿Puedo comer un helado contigo, por favor? — puso una expresión de suplica.
—¿Es el tu hermanito? Es tan lindo—preguntó Gina.
—¿Eres amiga de mi hermana?— preguntó Lin.
—Si, ¿Por qué no vamos por el helado?— preguntó Gina. Quise evitar mezclarme. Si Akira me ve otra vez en esta situación, no saldré del problema está vez.
—Deberías preguntarle a tu hermano— sonreí nerviosa, esperando que cambiara de idea. Rechazar a un niño que me mira con esa carita de suplica, era imposible. Me haría sentir muy mal.
—Lo llamaré— corrió a donde su hermano, quién dejó de hablar con la manager y caminó hacia nosotras. Mis piernas estaban temblando. Por favor, que se niegue. ¿Por qué me pasan estas cosas a mi? Pensé en correr, pero ya era tarde.
—Hola, no sabía que te vería tan pronto— sonrió amablemente su hermano.
—Ni yo tampoco— respondí, con una risa nerviosa, mirando para todos lados.
—Lin me dijo que quería permiso para ir a comer helado con su hermanita. Claro que tiene mi permiso — casi me desmayo, estaba que quería desaparecer.
Nos fuimos todos juntos a comprar helados. Lin se veía muy feliz de venir a este lugar con nosotras. Su hermano no dejaba de mirarme y sonreír, lo que me hacía sentir muy incómoda. Mi corazón estaba acelerado, creí que me daría un ataque. Lin se comió su mantecado y se veía tan lindo, solo me recuerda a Kaori. Los bebés son tan lindos. Pensando en esto sonreí.
—Hermanita, ¿habías venido aquí antes?
—No, nunca— vi que tenía mantecado en su boca y lo ayudé a limpiarlo. Es tan lindo, toqué su pelo y era tan suave. Se ve que es un niño muy inteligente.
—¿Te gusta mi pelo, hermanita? Mi hermano me peina todos los días.
—Oh, ¿es tu hermano quién lo hace?
—Si, hermanita — su hermano acarició el pelo de Lin y sin querer rozó mi mano. La removí rápido del pelo de Lin y miré a un lado.
—¿No son familia?— preguntó Gina confundida.
—No, no lo somos— respondió el hermano mayor. Ellos siguieron hablando mientras que yo jugaba con Lin, quién comía de mi mantecado.
—Me gusta mucho tu mantecado— dijo sonriendo. Tiene una sonrisa tan dulce.
—Se ve que te gustan los niños— dijo el hermano mayor, mirándome y sonriendo. Mi rostro se calentó—. ¿Te sientes a gusto con tu hermanita, Lin?
—Si, mucho. ¿Será que podemos salir más, hermanita?— dijo Lin emocionado. No quería cortarle la emoción, pero eso sería imposible.
—Trataré, verás que ahora estoy trabajando, chiquito.
—No sabía que trabajabas en el Hotel nuevamente— preguntó el hermano mayor.
—Acepté el puesto ayer.
—Al menos la verás más seguido, Lin— dijo sonriendo.
—¡Si!— gritó de la emoción. Tengo que buscar la forma de alejarlos. Me hace sentir mal por el niño, pero Akira es demasiado impulsivo y puede hacerles daño. Es una lastima, me he divertido mucho y de extraña forma siento algo de cariño hacia él.
Salimos del lugar y nos fuimos a despedir de ellos.
—Gracias por venir con nosotros, hermanita— dijo Lin, abrazando mi pierna.
—De nada, lindo. Pórtate bien con tu hermanito— acaricié su cabeza.
—Espero pueda repetirse más seguido, señorita. Aún no me ha dicho su nombre— dijo su hermano mayor, antes de despedirnos.
—Reiko. Gracias por acompañarnos— respondí.
—Mi nombre es Shuji, es un gusto haber compartido con ustedes— sonrió amablemente, antes de despedirse y caminar junto a Lin.
—Parecen una familia los tres juntos— dijo Gina riendo—. Por un momento cuando los vi, parecían una familia. Creí que era tu esposo, casi meto la pata.
—Gracias a Dios no dijiste nada— mis mejillas se calentaron. Llega a decir un comentario así frente a ellos, hubiera muerto de la vergüenza.
Shuji
—Te agrada mi hermanita, ¿Verdad?— preguntó Lin inocentemente.
—¿Por qué dices eso?
—No dejabas de mirarla. Es muy linda. Quiero jugar más con ella— dijo Lin emocionado.
—Buscaremos la forma, no te preocupes— acaricié su cabeza.