Cada día mis pesadillas van aumentando. Solo recuerdo la dulce voz de mi hermana llamándome. Todo se siente tan diferente y distante. De todas las pesadillas, es la única vez que me siento así. Claro, porque todo es diferente, todo ha cambiado y no solamente mis sueños.
—¿No planeas levantarte?
Al abrir mis ojos, me encontré con el Sr. Akira sentado al lado de la cama, por lo que me sobresalté y quedé sentada.
—¿Desde cuándo está ahí? — pregunté asustada.
—Eres muy ruidosa—se puso la camisa.
—Lo siento, no diré una sola palabra más—me levanté de la cama.
—¿A dónde crees que vas? —se acercó, y retrocedí.
—Otra vez no, por favor— le rogué, cerrando mis ojos del miedo.
—¿Qué esperas para hacerlo? ¿Acaso no sabes poner una maldita corbata?
Abrí mis ojos lentamente y me encontré con su rostro muy cerca. Realmente es aterrador.
—Ya lo haré —mis manos no dejaban de temblar, por lo que no pude ponerla correctamente.
—Realmente eres una inútil. No hagas nada—dijo molesto.
—Lo haré de nuevo, pero no me haga nada, se lo ruego— bajé la cabeza.
—¡Déjalo! — gritó molesto, golpeando mi mano—. Espero que sea la primera y última vez, que no haces lo que te ordeno, o de lo contrario, te voy a dar una dosis de disciplina que nunca se te olvidará —caminó hacia la puerta.
—No volverá a ocurrir, Sr. Akira —le dije antes de que se fuera.
Todas mis mañanas solían ser hermosas, el ambiente perfecto por el cual agradecer un día más, ¿Desde cuándo se volvió tan miserable? Tengo que aguantar un poco, no puedo permitir que se salga con la suya de burlarse de mi familia. Aún no entiendo la razón detrás de su oferta, pero lo averiguaré.
—Srta. Lisa, le traje su desayuno —me dijo la empleada a través de la puerta.
—Puede pasar y dejarlo encima de la mesa — traté de hacer contacto visual con ella, pero fue en vano.
—Estaré esperando por su llamada, Srta. Lisa — la empleada se dirigió a la puerta.
—Espera, no te vayas. ¿Por qué no me hace algo de compañía?
—Señorita, los empleados tenemos prohibido tener cualquier tipo de contacto con los visitantes de esta casa. Le ruego me perdone — salió de la habitación sin decir más.
Es una regla muy estúpida, ¿Cómo podría pedirle a sus empleados tal cosa?
¿Será que habrá alguna información en esta habitación del Sr. Akira? ¿Por qué mi padre le tiene tanto respeto y miedo a esta persona? Es un hombre aterrador.
Busqué en cada parte de la habitación y no pude encontrar nada acerca de él.
—Srta. Lisa, tiene una llamada del Sr. Akira—me notificó la empleada a través de la puerta.
Salí a responder la llamada.
—¿Sr. Akira?
—Esta noche habrá una fiesta. Te pondrás el vestido que te envié y pasaré a recogerte a las 7:00.
—Pero, Sr. Akira... — no permitió que terminara de hablar, cuando ya había colgado la llamada.
—Este es el vestido que el Sr. Akira encargó para usted —me dijo la empleada, entregándome una caja.
—¿Y si no me queda? — pregunté dudosa.
—Estoy segura de que le va a quedar a su medida, Srta. Lisa.
Era un vestido que debió costar una fortuna. Cada detalle era en diamantes y, aunque el color negro no es mi preferido, realmente me quedaba muy bien, pero ¿Cómo es que supo mis medidas?
No entiendo el propósito de esta fiesta, pero trataré de saber más del Sr. Akira; quizá así, pueda sacar algo bueno de todo esto.
—Yo me encargaré de su maquillaje y de arreglar su vestido. Deberá estar radiante esta noche, Srta. Lisa. Después de todo, fueron órdenes del Sr. Akira —me dijo el estilista.
—¿Contratar a un estilista solo para una fiesta, no es demasiado? —pregunté tímidamente.
—Todas las mujeres que asisten a algún evento con el Sr. Akira, deben estar a su altura. Esa es la razón por cual siempre me contrata.
Al finalizar, la empleada entró a la habitación.
—El Sr. Akira ha venido por usted, la está esperando en el auto—me avisó la empleada.
¿Por qué me siento tan nerviosa? Necesitaba relajarme; si el Sr. Akira me ve de esta forma, se molestará.
—Srta. Lisa, por aquí— el chófer abrió la puerta del auto para que subiera.
Esto de estar en un auto tan lujoso, era demasiado llamativo para mi gusto. Él estaba vestido diferente, no parecía la misma persona que conocí anoche.
—Escúchame bien; vas a hacer todo lo que yo te diga sin ninguna objeción. Actuarás casual como una mujer de alta clase. Si alguien te invita a bailar lo aceptarás, sin importar quien sea, ¿Fui claro? — me miró serio, y se quedó esperando mi respuesta.
—Sí, Sr. Akira, haré lo que me pide —asentí con mi cabeza.
—Estaré vigilándote y, como intentes huir o hacer una estupidez, te cortaré el cuello — dijo sin titubear, ni desviar esa escalofriante mirada de mi.
No me quedaba de otra que aceptar su petición.
—Seremos total desconocidos en esta fiesta. Evita las preguntas a toda costa y, si no te queda de otra, respondes. No levantes ningún tipo de sospecha. Accederás a todo lo que te pidan sin cuestionar, ¿Aún estamos claros hasta ahí? — acercó su mano a mi pierna.
Asentí con mi cabeza a todo lo que dijo.
—Bien, serás una niña buena. Si haces todo al pie de la letra, prometo complacerte en lo que pidas.
—De acuerdo.
—Ya llegamos, señor— nos avisó el chófer.
—No me decepciones — se bajó del auto sin decir más.
No sé cuál es la razón detrás todo esto, pero algo no me gusta de esta situación. No tenía más opción que hacer todo lo que me pida.
El lugar era demasiado amplio, jamás había asistido a un lugar así. No reconocía a nadie de este lugar, tampoco podía localizar al Sr. Akira entre tantas personas.
No debo cometer ningún error o ese demonio me hará sufrir las consecuencias. Solo espero que nadie se me acerque.
—¿Quiere una copa, señorita?
—Por supuesto— accedí, a pesar de que jamás he tomado en mi vida.
Akira:
—No le quites los ojos de encima, o pagarás con tu vida por eso— le dije a mi empleado.
—Jamás le fallaría, mi señor.
—Él debe estar desde algún lado observando a cada mujer que entra. Al final de cuentas, es un viejo asqueroso—me tomé el trago.
Lisa:
—Buenas noches, hermosa dama — me dijo un desconocido.
—Buenas noches— sonreí tímidamente.
A pesar de no saber quién era y, de ser una persona mayor, no podía ignorarlo.
—¿Desea bailar esta pieza conmigo, hermosa dama? — extendió su mano hacia mi.
—Por supuesto—asentí con una sonrisa en mi rostro, mientras extendía mi mano hacia la de él.
—¿Qué le trae a una hermosa dama como tú a este lugar? —se acercó a mi cuerpo y sujetaba mi cintura.
Me producía mucho asco sentir sus manos alrededor de mi cintura.
—Para serle honesta, es la primera vez que asisto a una fiesta como esta. Mis padres no me permiten salir a divertirme a menudo.
—Es realmente una pena escuchar eso. Eres demasiado hermosa para estar encerrada —sujetaba más fuerte mi cintura.
¿Qué se supone que deba hacer? Esto es realmente asqueroso. Ser manoseada por un viejo es lo último que me faltaba. ¿Tener que permitir esto a base de qué? ¿Será que el Sr. Akira se olvidó de mí?
—¿Quieres ir a un lugar más privado, jovencita?
Maldición lo que faltaba. Lo peor es que no puedo negarme.
—Por supuesto—asentí fingiendo una sonrisa.
¿Qué debería hacer? Accedí a venir con un viejo asqueroso a otro lugar y no puedo salir corriendo de aquí como quisiera.
—Este lugar siempre ha sido mi favorito— comentó, mientras acariciaba mi mano.
—Ah, ¿sí? ¿Por qué lo dice? —pregunté nerviosa, intentando evadir su asquerosa mirada.
—Porque todas las mujeres que han venido a contemplar esta vista, mueren después de verlo — sujetó mi mano fuertemente, y puso un pañuelo en mi boca.
Mi cuerpo comenzó a sentirse pesado, no podía respirar. Hice tanta fuerza, que dejó ir mi brazo y rasguñé su cara.
—¡Eres una perra! — gruñó molesto tocando su cara.
Intenté huir, pero el haló mi pelo haciendo que cayera de rodillas al suelo. Intenté forcejear como pude para soltarme, pero todo era en vano.
—Te haré lo mismo que me hiciste, perra—gruñó molesto, mientras sacaba una cuchilla de su pantalón.
La acercaba a mi rostro y reía.
En el momento que intentó cortarme, se escuchó un disparo y sangre salió de su boca.
—¿Así que el pez gordo mordió el anzuelo? —soltó el Sr. Akira, mientras reía —. Jamás imaginaste que terminarías así, ¿Cierto? Tras de viejo asqueroso, también eres idiota. ¿Creíste que podrías sabotear mis planes y luego huir de mí?
—¡Maldito! ¡Te mataré! —murmuraba el viejo en el suelo.
—Acepta que perdiste. El juego ha terminado aquí— rio, y haló el gatillo.
A pesar de oír el disparo, y ver el cuerpo del hombre tendido al lado mío, no podía pronunciar una sola palabra. Lo que haya tenido en el sistema, era más fuerte que yo.
—La llevaré a la casa. Tú quédate y limpia todo, no dejes ningún rastro de este viejo. Quémalo —reía aún más fuerte—. Hiciste un buen trabajo, corderito. Ahora duérmete—me levantó en sus brazos y mi cuerpo se sentía muy cansado.
¿Cómo terminé en medio de este problema? ¿Por qué yo?
Quería preguntar muchas cosas. Realmente estaba en pánico, pero mi cuerpo no resistía nada más.
Al día siguiente:
¿Todas las mañanas debo despertar de esta manera? ¿Hasta cuándo tengo que soportar esto?
H
an pasado muchas cosas en tan solo dos noches. Quiero salir ya de aquí. Mi cabeza dolía y, mi cuerpo aún no estaba recuperado del todo.
—Vístete y baja al estudio, te estaré esperando—ordenó el Sr. Akira saliendo de la habitación.
Será mejor que me dé prisa. Quisiera preguntarle tantas cosas, pero no sabía si sería buena idea.
Al terminar, fui al estudio y ahí estaba él; sentado con una copa en la mano.
—¿Ya tienes pensado lo que quieres? — preguntó tomándose el trago de golpe.
—Sí, Sr. Akira—lo miré fijamente.
—¿Qué tienes en mente?
—Quiero irme de aquí— bajé la cabeza.
—¿Eso es todo? ¿Nada más ni nada menos? — dejó escapar una sonrisa maliciosa.
—Sí—asentí con mi cabeza.
—Puedes irte— rebuscó en la mesa haciendo visible una foto.
Quise dar la vuelta e irme, pero algo me decía que no lo hiciera.
—Está bien que haga esto, ¿Verdad? — encendió la foto en fuego y me mostró que la foto era de mi papá.
Sabía que no me dejaría ir tan fácil, pero tenía que intentarlo. Quiero salir de este infierno.
—Perdóneme, por favor—intentaba contener mis lágrimas.
—¿Por qué? Es solo una foto— tiró la foto en fuego a la basura.
—Sé bien que no es solo una foto. Detrás de esa foto hay una amenaza.
—Ya veo que estás aprendiendo muy rápido. Me sorprendes—se levantó y se acercó.
—¿Por qué me quiere aquí? ¿Para utilizarse de carnada como anoche en la fiesta? — traté de contener mis lágrimas, pero era imposible.
—Sí, eres perfecta para este trabajo. Esa expresión en tu rostro y lo obediente que eres, me gusta. Creo que quiero ver más de tus expresiones— acarició mi pelo.
—Ayer por poco me matan y a usted le dio igual— le reclamé con mi voz temblorosa.
—Eso es algo que no tiene que ver conmigo. En este negocio te tienes que aprender a defenderte solita; además ese viejo ya está muerto, ¿No? — riendo me encaró.
Claro, esos eran sus planes desde un principio. No le importaba si me hacían algo, él solo estaba concentrado en sus planes.
—Eres una niña buena. Hiciste un buen papel seduciendo a ese viejo. ¿Por qué no me muestras qué más puedes hacer? —fue soltando los botones de mi blusa.
—No, por favor—le rogué, cerrando mis ojos del miedo.
—Cállate, y quédate quieta— ordenó, mientras besaba mi cuello y subía pasando su lengua hasta mi oreja.
En ese preciso momento se escuchó un toque en la puerta, y suspiré aliviada.
—Arréglate y ve a la habitación— ordenó molesto, mientras que me hizo por el brazo hacia la puerta.
Me arreglé la camisa lo más rápido posible, y subí a la habitación como él ordenó.
Akira:
—Siempre apareces en un mal momento, Keita.
—Sr. Akira, tenemos información del hijo del Sr. Carter— me entregó un sobre con las fotos de Kanji.
—Esto será muy interesante — reí.