¡Tonterías!
¿Qué? dijo Alice.
No tenemos ni la más ligera idea de lo que está pasando realmente por esa mente retorcida. Aunque no importa si la tenemos o no. Lo que importa es que debe ser detenida.
Sonó un fuerte campanilleo. Burton se sobresaltó, aunque había estado esperando el sonido, y se dirigió a la consola. La pantalla estaba ofreciendo un diagrama de la sección de un nivel de la torre y una pequeña luz brillantemente naranja moviéndose a lo largo de uno de los corredores. En la esquina de la pantalla podía leerse: NIVEL 4, CORREDOR
10.
Los otros se habían apiñado tras él. Frigate dijo:
¿Qué ocurre ahora?
Seguramente acaba de abandonar la habitación en la cual ha sido resucitada dijo Burton. La habitación debía estar pintada, por supuesto, de modo que la exhibición de su pasado no fuera visible para ella, y supongo que la Computadora lo muestra únicamente cuando puede ser visto por el sujeto. Lo que hice fue pedirle a la Computadora que me mostrara dónde se hallaba la exhibición de su pasado. Indudablemente Puñado de Estrellas le había ordenado a la Computadora que no revelara su presencia permitiéndonos sondear los pasillos cerca de donde se halla. Pero una cosa que no puede hacer es impedir que su pasado la acompañe tan pronto como abandone la habitación.
Ella es inteligente dijo Li Po. Pronto se dará cuenta de que tú puedes estar rastreándola a través de la exhibición de ese pasado. Lo que nosotros podemos hacer, también puede hacerlo ella. Le pedirá a la Computadora que le muestre las nuestras.
Sí dijo Burton, pero lo bueno de la Computadora es que aquel que llega primero con su orden puede inhibir las órdenes del otro. Le he dicho que no le muestre dónde estamos nosotros.
Ella lo sabrá cuando la Computadora no se lo muestre dijo Li Po. Eso la hará ser muy cautelosa.
Lo será de todos modos dijo Burton. Pete, ve a quemar el sello de la puerta de Gull. Explícale lo que ha pasado, dale un lanzador de rayos. Necesitaremos a cualquiera que pueda colaborar.
Frigate parecía reluctante a marcharse, pero lo hizo inmediatamente.
No podemos seguir en este lugar dijo Burton. No puede sellarnos la puerta mientras ésta permanezca abierta, pero puede pensar en alguna otra cosa... una máquina robot que nos dispare automáticamente en el momento en que asomemos nuestras cabezas por ella, por ejemplo... así que no vamos a quedarnos.
La luz naranja se detuvo en un pozo, el VC-A3-2.
Eso conduce hacia arriba hasta nuestro corredor dijo Burton. No tenemos mucho tiempo.
Se levantó de la silla de la consola y cruzó la puerta que conducía al pasillo de los dormitorios. Frigate acababa de fundir la materia sellante y estaba aguardando a que se disipara el humo. La puerta de la habitación de Gull se abrió de par en par. Burton gritó:
¡Dile que contenga el aliento y salga inmediatamente de ahí!
Los otros se dirigieron a sus dormitorios y tomaron sus armas y cápsulas extra de energía. Burton observó la pantalla mientras los demás se atareaban en eso. Cuando estuvieron todos de vuelta en la habitación principal, les dijo lo que debían hacer. Gull estaba confuso y no sabía todo lo que había ocurrido, puesto que Frigate solamente había tenido tiempo de hacerle un brevísimo resumen. De todos modos, asintió cuando Burton lo asaetó con unas rápidas instrucciones, y echó a correr.
Todos abandonaron el apartamento, y Burton hizo que la Computadora cerrara la puerta. El apartamento estaba a medio camino del corredor entre dos pozos ascensor. Puñado de Estrellas se hallaba en el piso cuatro, en la entrada del pozo a su derecha, cuando abandonaron el apartamento. Se apresuraron corredor abajo, en dirección al pozo, mientras Alice se quedaba atrás y entraba en un apartamento a la derecha. Allí se quedaría en la zona oscura junto a la puerta, que dejaría entreabierta. Desde allí podría cubrir la entrada del pozo, a unos ciento cincuenta metros de distancia.
Los cuatro hombres se separaron cuando llegaron a un cruce. El pozo ascensor estaba en el centro del cruce, y había enormes entradas en cada esquina para permitir el tráfico de máquinas grandes. Podía entrarse en el pozo por cuatro lados. Li Po y Gull se dirigieron a la derecha y tomaron posiciones en el corredor lateral detrás de puertas parcialmente cerrados a unos treinta metros del pozo. Burton siguió corredor abajo y entró en una habitación a unos treinta metros del pozo. Frigate tenía que dirigirse a la izquierda en la intersección y ocupar su puesto tras una puerta a unos sesenta metros del pozo.
Cuando Puñado de Estrellas abandonara el pozo en aquel nivel, sería el blanco del fuego cruzado de cinco lanzadores de rayos.
La habitación de Burton estaba a oscuras excepto el débil resplandor de la pantalla de la consola de la computadora. Observó la luz naranja, aguardando a que penetrara en el pozo y ascendiera hacia el tercer nivel.
Se está tomando realmente su tiempo murmuró. ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Intentando imaginar todas las posibles trampas? ¿O acaso había perdido los nervios?
Muy temprano aquella mañana, Burton había tomado unos cuarenta kilos de explosivo plástico del conversor e-m. Utilizando su sillón volante para subir hasta la parte superior de las puertas de siete pozos ascensor y a lo largo de sus costados, trabajando furiosamente, había apretado el explosivo alrededor de las entradas de los pozos más cercanos. No había aplicado el plástico a la parte inferior de las entradas porque probablemente Puñado de Estrellas lo vería antes de salir. Cuando hubiera abandonado
el pozo, aunque viera el plástico en los lados, sería demasiado tarde para escapar. Fulminantes de proximidad harían estallar el explosivo.
Era posible que aquello fuera inútil, puesto que ella podía tomar un pozo más distante. Pero si pasaba cerca de una abertura minada, podía provocar igualmente la explosión.
Miró por el corredor al otro lado de la abertura del pozo. Luego volvió su vista a la pantalla. ¡Ah! La luz naranja estaba ascendiendo por las líneas que señalaban el pozo cerca del cual aguardaban.
Se agazapó junto a la puerta. Unos segundos más tarde, un vehículo transparente, en cuyo centro estaba sentada Puñado de Estrellas, apareció ascendiendo a plena vista. Se detuvo, suspendido en medio del pozo, permitiéndole verlo en todos sus detalles. Era muy parecido al sillón blindado que él mismo había construido, excepto que disponía de lanzadores de rayos más potentes que el suyo.
Sólo pudo ver la espalda de la mujer hasta que ella volvió un poco la cabeza, permitiéndole examinarla de perfil. Era inexpresiva.
El blindaje resistiría por un tiempo los rayos de un lanzador a toda potencia. Sólo si el rayo podía ser mantenido un cierto tiempo sobre el mismo punto llegaría a penetrar el blindaje. Y Puñado de Estrellas mantendría su vehículo en movimiento.
Lo más descorazonador era que, si resultaba muerta, sería resucitada en algún otro lugar de la torre. Cualquier victoria de sus enemigos sería tan sólo una media victoria para ellos y un retraso temporal para ella. Sin embargo tenían que luchar, con la esperanza de atraparla antes de que pudiera matarse o resultar muerta. O la de encontrar todas sus esferas de grabaciones y dejarla finalmente en la misma situación en que encontraban ellos: que la siguiente muerte fuera la muerte definitiva.
Burton había esperado que Puñado de Estrellas apareciera en un vehículo blindado, y había confiado que su blindaje absorbiera tan sólo la suficiente cantidad de onda expansiva como para dejarla sin sentido. Era por eso por lo que había rodeado cada entrada solamente con 1,43 kilos de explosivo. De todos modos, no estaba seguro de que no fuera aún demasiado para lo que quería.
¡Adelante! dijo. ¡Adelante! ¿A qué estás esperando?
En el momento en que el vehículo avanzara desde el centro del pozo hacia la abertura, él retrocedería y, apretando los dedos contra sus oídos, se pegaría a la pared fuera del camino de la onda de choque directa. Los demás harían lo mismo.
Finalmente, Puñado de Estrellas se decidió. Había mirado al corredor directamente frente a ella y visto que todas las puertas de las suites estaban abiertas excepto una. Sabía que aquella puerta era la de Burton, y esperaba que supusiera que los cincos estaban dentro. Su rápido examen de los otros corredores que formaban ángulos rectos con el que tenía delante le había mostrado que todas las demás puertas a ambos lados estaban abiertas. Así era siempre en todos los lados de la torre.
Satisfecho al ver que se encaminaba hacia la salida, Burton retrocedió unos cuantos pasos de la puerta. Luego perdió el conocimiento; nunca oyó la explosión.
Cuando volvió en sí, sus golpeados sentidos aún no recuperados del todo, estaba tosiendo en medio de la ardiente humareda que le rodeaba. Se sentó, apoyando la espalda contra la pared, e intentó ponerse en pie, pero no lo consiguió. Sus fuerzas le habían abandonado, y sus sentidos estaban tan dispersos como unos excursionistas domingueros ante la repentina aparición de un oso. Cuando consiguió ponerse finalmente en pie, cruzó tambaleante la habitación, cuyo aire empezaba a aclararse un poco a medida que los acondicionadores absorbían el humo. La pantalla seguía brillando, mostrando la pequeña esfera naranja avanzando hacia él por el corredor perpendicular al suyo. Se dio cuenta vagamente de que allí era donde estaban apostados Li Po y Gull.
Al menos, sabía quién era él y dónde estaban él y los demás. Sus movimientos eran lentos, sin embargo.
Salid de ahí, atrapadla dijo. Sus labios se habían movido conjuntamente con su pensamiento, pero no pudo oír su propia voz, del mismo modo que no podía oír las voces de sí mismo y de Isabel, su esposa terrestre, en la exhibición de su pasado en la pared al lado de la puerta.
Cuando consiguió alcanzar la puerta, podía pensar ya con la suficiente claridad como para saber que algo había ido mal. La explosión había sido mucho más violenta de lo que hubiera debido ser. ¿Era posible que hubiera calculado tan mal, o se había producido algo imprevisto?
Se miró a sí mismo junto a la puerta, se dio cuenta de que había dejado caer el lanzador de rayos, retrocedió para recogerlo, y regresó a la entrada. El humo era ahora un velo tenue. Pudo ver las esparcidas piezas del vehículo en el suelo. La esfera había sido hecha de algún material inastillable. El explosivo que rodeaba la abertura más cercana a Burton había desaparecido. Probablemente, una pieza de la máquina había salido disparada hacia aquella abertura y había activado el fulminante. La explosión adicional había doblado el efecto de la onda de choque, pero incluso así aquello no era suficiente para explicar la violencia que lo había dejado sin sentido.
El vehículo debía haber contenido también una apreciable cantidad de explosivos, que habían estallado también cuando la trampa de Burton entró en erupción. O quizá fuera una coincidencia que los explosivos en el vehículo hubieran estallado en el momento preciso en que el vehículo cruzaba la entrada del pozo.
La cosa que operaba el vehículo había sido un androide, el duplicado exacto de
Puñado de Estrellas, que ésta había enviado por delante para ser sacrificado.
La cabeza de Burton seguía doliéndole. Sus pensamientos habían estado ascendiendo una empinada ladera, luchando por alcanzar la cima, donde pudieran reafirmarse y volver a ser una fuerza potente. La mayoría de ellos habían alcanzado ya esa cima, pero todavía no se habían organizado. ¿Por qué la exhibición del pasado había acompañado a la mujer falsa y no a la auténtica?
Lentamente, se le ocurrió que ella debía haber hecho salir primero al androide. Y la idiota de la Computadora, identificándolo como la auténtica Puñado de Estrellas, había enviado la exhibición de su pasado con él. Entonces la auténtica mujer había salido de su escondite... debía haber ocultado sus rasgos con una capucha o una máscara... y había subido por un pozo no minado.
Y allí estaba, girando la esquina de la intersección del corredor donde estaban apostados Li Po y Gull. Iba, como era de esperar, dentro de una máquina volante esférica blindada, un duplicado de la del androide. Si había ido enmascarada, no lo iba ahora. Al contrario del androide, su rostro era expresivo, exhibiendo una sonrisa demoníaca en unos labios que se agitaban lentamente, como si estuviera hablando consigo misma.
La máquina llegó al centro del corredor justo más allá de las paredes del pozo podía ver a través de sus aberturas y se detuvo, luego dio un cuarto de vuelta para enfrentarse al otro corredor. ¿Qué les había ocurrido a Li Po y Gull? ¿Estaban aún inconscientes por la explosión? ¿O la habían atacado estúpidamente cuando ella pasó por su lado? No tenía forma de saberlo; seguía sordo a cualquier sonido.
La máquina, moviéndose a unos dos metros por encima del suelo, llegó delante de la puerta cerrada. Se detuvo y se giró. Una especie de cañón brotó de una caja debajo del asiento, atravesó un orificio en la esfera, y escupió líquido violeta. Los procesos mentales de Burton seguían siendo aún torpes; hubiera debido reconocer inmediatamente el fluido como sellante. Estaba emparedando a la gente que creía que se hallaba aún en la suite. O, aunque no estuviera segura de que estaban allí, debía realizar aquella operación de todos modos.
Vio la oscura cabeza de Alice asomarse por su entreabierta puerta. Retrocedió inmediatamente después de echar una muy rápida mirada. Puñado de Estrellas,
enfrascada en mover el vehículo a lo largo de los lados de la puerta de la suite de Burton, no la vio.
Podía distinguir una mancha brillante en la pared al lado de Puñado de Estrellas. Debía ser la exhibición de su memoria. La Computadora, después de que el androide desapareciera en la explosión, había pasado la imagen a la auténtica mujer. Ahora que estaba acercándose a su asesino objetivo, no le importaba que supieran quién era. Quizá deseaba que lo supieran, a fin de que se aventuraran a salir y atacarla.
Li Po, con un lanzador de rayos en la mano, apareció a la vista de Burton. Viendo a la mujer, retrocedió Era una suerte que Puñado de Estrellas no lo hubiera visto ni a él ni a su pasado, que debía haber aparecido en la pared opuesta.
Había una pequeña cámara de televisión montada en la parte izquierda del vehículo. Puñado de Estrellas debía estar en comunicación con la Computadora, y debía estar utilizándola para averiguar si los cinco estaban libres y, si lo estaban, para seguir su rastro.
Por aquel entonces, el líquido violeta se había endurecido lo suficiente sobre la puerta y la zona de la pared que la rodeaba. Burton esperaba que ella regresara con su máquina por el mismo camino por el que había venido, pero no fue así. En vez de ello, empezó a repetir la operación de sellado. Evidentemente, deseaba que la puerta quedara doblemente inamovible.
Burton tenía un minuto, quizá dos, antes de que ella empezara a buscar. Se dirigió al conversor e-m y le dio instrucciones a la Computadora. No le preocupaba el que Puñado de Estrellas pudiera estar escuchando o fuera capaz de saber sus actividades o localización en aquel momento. Hacía tiempo que le había ordenado a la Computadora que no le revelara a ella nada acerca de él o de sus compañeros. Puñado de Estrellas podía hacer registrar todas las habitaciones de la torre, y no obtendría ninguna imagen de aquélla. De todos modos, la negativa de la Computadora de registrarla le proporcionaría un conocimiento negativo Si él no estaba en las habitaciones registradas, entonces debería estar en una de las otras.
Abrió el conversor, se inclinó, y recogió con una mano una masa pastosa y gris, un kilo y medio de explosivo plástico. Tras llevarlo a la puerta y colocarlo en el suelo, regresó al conversor. Cerró su puerta; dos segundos más tarde, la abrió. El fulminante de proximidad estaba en su suelo. Volviendo a la puerta de la habitación, insertó la larga y delgada varilla de metal que surgía de la pequeña caja metálica en el centro de la masa.
Activó el fulminante con la voz, y miró de nuevo al exterior.
¡Oh, Dios mío! exclamó. De alguna forma, Puñado de Estrellas había averiguado que Alice estaba en la otra habitación, quizá mediante un detector de calor-y-sonido. Alice había hecho lo único que podía hacer, cerrar la puerta con un código. Y Puñado de Estrellas la estaba sellando.
Burton saltó de detrás de la puerta, apuntó el lanzador de rayos, y vio el rayo, una brillante línea escarlata con un diámetro de cinco milímetros, brotar del bulbo al extremo de su arma y golpear contra el lado de la esfera transparente. Si el rayo hubiera conseguido atravesar el blindaje, hubiera atravesado la cabeza de Puñado de Estrellas cerca de su oreja izquierda. En vez de ello, la protección empezó a brillar en aquel punto, y la mujer lo vio inmediatamente. Accionó un control en el tablero de mandos junto a su mano derecha. El vehículo, girando, se apartó de la puerta, se detuvo, y se lanzó contra Burton.
Burton se volvió y corrió cerca de la pared, esperando que la segunda puerta lo bloqueara de la vista de la mujer. Si podía evitar ser alcanzado, si ella llegaba junto a la
puerta en el momento en que estallara el explosivo, si él podía meterse por la siguiente puerta antes de que lo hiciera... deseaba mirar hacia atrás para calcular la velocidad del vehículo. Puñado de Estrellas podía haber acelerado hasta el punto de pasar junto a la trampa antes de que estallara. Pero no podía permitirse mirar hacia atrás porque eso lo frenaría, y de todos modos tampoco podría hacer nada.
Se aferró al borde de la puerta y giró con tanta fuerza que su hombro izquierdo golpeó contra el marco y casi le hizo dar media vuelta completa. Dos rayos escarlatas pasaron junto a la puerta. Probablemente, otros rayos debían haberla golpeado. No importaba, pensó. Estoy dentro. Otra onda de choque lo derribó, pero esta tenía mucho menos impacto que la primera.
Se puso de nuevo en pie, rezando, y aferrándose al borde de la puerta miró a su alrededor. Puesto que no había mucho humo, pudo ver claramente al vehículo contra la pared opuesta a la puerta donde había situado la carga. La explosión lo había arrojado a través del corredor y lo había aplastado contra la pared. Puñado de Estrellas estaba inconsciente. Burton observó mientras el vehículo recuperaba su velocidad original, rozando contra la pared metálica, y colisionaba contra la pared en la próxima intersección. Allí se detuvo.
Li Po y Frigate, con los lanzadores de rayos preparados, aparecieron corriendo y se detuvieron junto a Burton.
Le puse una trampa explosiva dijo éste. Pero tenemos que sacarla de ahí antes de que vuelva en sí.
¿Dónde están Alice y Gull?
No hay tiempo para eso dijo Burton. Pete, ten preparada la hipodérmica. Po, tú ven conmigo.
Frigate extrajo la hipodérmica de la caja sujeta a su cinturón. Mientras Burton mantenía el rayo de su lanzador enfocado firmemente en un punto del blindaje, el chino corrió hacia la habitación más cercana para ordenar al conversor los componentes de una escalera de mano para poder subir hasta el vehículo. Burton deseaba atraparla con vida, pero esperaba que, si ella mostraba señales de recuperarse, el agujero estuviera ya practicando a través del blindaje para poder hacerle también un agujero en su cuerpo.
Sin embargo, Li Po regresó rápidamente, y quemaron los cierres del blindaje mientras ella seguía todavía inconsciente. Burton se arrastró dentro del vehículo, tomó la hipodérmica de Frigate, le inyectó la droga en el brazo, y manejó los controles bajando el vehículo hasta el suelo. Trasladaron a la mujer al interior de la habitación más cercana, la colocaron sobre una cama, la ataron, registraron sus ropas, y luego la metieron en el conversor a fin de que la Computadora pudiera sondear su sistema neural. Informó que su cerebro era demasiado complejo para ser un androide.
Diría que ya la tenemos murmuró Burton. Sólo que... ¿y si ella ha anticipado esta posibilidad y ordenado a la Computadora que dé un informe falso? Ella seguiría con vida en algún otro lugar de este laberinto.
No creo que ella haya tomado en cuenta esa posibilidad dijo Li Po. Debe haber creído que era invulnerable en su vehículo blindado. Uno ha de creer algunas cosas por la fe.
No, yo no.
Aunque pensaba que Li Po tenía razón, su intención era registrar minuciosamente toda la torre. Hasta entonces no se sentiría seguro respecto a ella.
Dejando a Frigate para que vigilara a la mujer, Burton y Li Po quemaron el sellante de la puerta de Alice. Aunque no histérica, Alice necesitó la ayuda de un buen trago para tranquilizar sus nervios. Había pensado que podía quedar aprisionada en la habitación para siempre, o al menos por un tiempo que para ella le hubiera parecido una eternidad.
En el camino de vuelta a la habitación donde se hallaba Puñado de Estrellas, vieron el cuerpo de Gull tendido boca arriba en el suelo del corredor. Li Po explicó que Gull había
sido alcanzado por un rayo del vehículo mientras Puñado de Estrellas estaba persiguiendo a Burton.
Debió abandonar su habitación justo en el momento en que yo me zambullía de cabeza en la mía dijo Li Po. No sé por qué lo hizo. Acababa de decirme en el momento en que ocupamos nuestras posiciones que no iba a poder utilizar su lanzador de rayos. Una cosa era matar androides porque al fin y al cabo no eran seres humanos, pero se veía incapaz de disparar contra Puñado de Estrellas.
Hubiera debido decirlo antes y quedarse con Alice murmuró Burton.
Imagino que probablemente salió al corredor para intentar discutir con Puñado de
Estrellas dijo Li Po. Estaba tan loco como ella.
Tras conferenciar, decidieron que sería una crueldad encerrar a Puñado de Estrellas en una habitación con la esperanza de curar su locura. Preguntando a la Computadora, averiguaron que las técnicas criogénicas de los Éticos superaban con mucho a las de la Tierra. Podía ser congelada instantáneamente sin el menor daño para sus tejidos, y así se hizo. Puñado de Estrellas aguardaría en su urna hasta que llegaran los del Mundo Jardín.
Tras un día de descanso, iniciaron su registro. La primera habitación a la que acudieron fue aquella que ella había abandonado cuando había iniciado su operación de liquidarlos a todos. La Computadora no les dio directamente su localización, pero les ofreció sin ningún problema la grabación del paso de la luz naranja en los diagramas. La entrada a la habitación del nivel ciento dieciséis los Éticos contaban los pisos a partir del techo en vez de a partir del suelo fue fácil. Puñado de Estrellas no había cerrado la puerta, porque había pensado que sólo ella quedaría con vida una vez hubiera cumplido con su misión.
Penetraron cautelosamente en una habitación muy grande con pasillos yendo en ambas direcciones. Había cinco habitaciones en cada pasillo, todas menos una con las puertas cerradas, que no se abrieron a petición de Burton. Aunque no podía entrar en ellas, si podía ver lo que había dentro pidiéndole simplemente a la Computadora que conectara sus pantallas visoras. Deseó no haber sido tan curioso.
El único de los prisioneros, todos masculinos, uno en cada habitación, que reconoció fue a Dunaway, el hombre que había violado a Puñado de Estrellas en Turpinville. Los otros eran tres chinos, dos caucasianos, un amerindio, dos negros, y un neanderthal. Li Po conocía a uno de los chinos.
Es Wang Chih Mao, un oficial del emperador. Lo conocí una vez. Más tarde Puñado de Estrellas me habló de él. Es el hombre que la violó cuando tenía diez años.
Cuatro de ellos estaban farfullando incoherentemente. Dos parecían hallarse a punto de volverse locos. Dunaway era uno de los dos que se habían refugiado en la catatonia. El noveno estaba oculto bajo la cama, y no salió cuando Burton lo llamó vía pantalla.
Burton observó la exhibición de sus pasados en los techos, suelos y paredes de todas las habitaciones. Una y otra y otra vez, tal como las habían visto los ojos de Puñado de Estrellas, las violaciones eran mostradas en enormes pantallas, en vividos colores, y a todo volumen. Los hombres podían escapar a aquellas imágenes solamente a través del sueño, que no debía acudir muy fácilmente, de la locura, o de la muerte. El suicidio era casi imposible. Estaban desnudos, de modo que no podían ahorcarse con sus ropas. Sus conversores únicamente les facilitaban pan, carne sin huesos, y verduras. Excepto sus camas, que consistían solamente en un armazón y un colchón, no había ningún mueble. Los cuartos de baño tenían un water sin asiento y un grifo de agua fría encima de un pequeño lavabo. No había jabón, ni toallas, ni papel higiénico. Alice se estremeció.
Obtuvo su venganza. ¡Horrible!
Justicia poética dijo Frigate. Conseguida con la ayuda de la ciencia.
No hay nada que podamos hacer por ellos dijo Burton. A menos que podamos cortar la energía de los conversores y dejar que mueran de hambre.
Preguntada, la Computadora dijo que no podía hacer eso sin la autorización de Puñado de Estrellas.
No encontrando nada revelador en la habitación principal ni en el dormitorio de Puñado de Estrellas, empezaron a registrar las zonas que la Computadora se negó a rastrear por ellos. Aunque encontraron doce de ellas, no pudieron entrar en las habitaciones que sabían estaban detrás de puertas cerradas o paredes en blanco. Al cabo de tres semanas desistieron. Había todavía otro lugar que investigar, la enorme cámara de prerresurrección profundamente enterrada bajo el suelo en la cual Burton había despertado hacía ya tantos años. Pero no pudieron entrar en ella.
Puñado de Estrellas tampoco pudo dijo Burton.
Ahora que el problema más importante estaba fuera de su camino, tenían que considerar su futuro. No podían salir de la torre, y tampoco podían traer a ella ni amantes ni compañeros. Eran tres hombres y una mujer que solamente se tenían los unos a los otros.
Los años que tenían por delante, pensó Burton, no eran solamente sombríos. El futuro era una Siberia psíquica, un Período Glaciar emocional. Era cierto que los cuatro se conocían íntimamente desde hacía muchos años y habían pasado por muchos momentos difíciles juntos y habían trabajado como un excelente equipo ninguno mejor en la persecución de sus fines. Podían seguir adelante sin temor a sufrir las abrasiones que normalmente sufre la gente cuando vive una existencia cerrada y de constante contacto, pero finalmente sabían que iban a terminar odiándose los unos a los otros. Iban a necesitar más que una comunidad de cuatro. Iban a necesitar amantes y buenos amigos y el contacto ocasional con nuevas personas.
No sólo de pan vive el hombre había dicho en una ocasión un hombre sabio. También podía haber dicho que nadie vive, vive realmente, sin otros con quienes hablar, sin muchos otros.
Cuando los del Mundo Jardín llegaran, los cuatro serían personas retorcidas, excéntricas, chifladas. Extrañas. Sorprendentes ermitaños. Locos.
También estaba el problema de las relaciones sexuales. Alice no iba a aceptar a los tres como amantes, ni siquiera a uno. Alice creía con firmeza que para ser el amante de una persona debías amarla realmente.
Una tarde, los hombres estaban sentados en el balcón del castillo en el mundo de Burton, donde todos estaban viviendo aquel mes. El sol artificial estaba a diez grados por encima del artificial horizonte occidental, y estaban bebiendo mientras aguardaban a que Alice se reuniera con ellos. Li Po había dicho que cuanto más tiempo pasaba, menos repulsiva le parecía la idea de hacer hermosas mujeres androides programadas como compañeras de cama.
Sabrás que no son realmente humanas, que son menos que subnormales dijo Frigate. No podrás hablar con ellas como lo harías con una auténtica mujer. Sabrás que su pasión es simulada, mecánica e inconsciente. De acuerdo, conseguirás alivio sexual. Pero eso no es suficiente.
Cierto dijo Li Po, pero es mejor que nada.
¿De veras? dijo Burton.
Alice apareció entonces en el balcón. Los hombres abandonaron el tema, no porque Alice se hubiera sentido azarada por su naturaleza sino porque se hubiera sentido trastornada por el hecho de que ella no podía hacer nada por ayudarles. Hablaron de lo que habían conseguido con sus estudios aquel día, Burton con sus investigaciones de los dialectos que habían formado el núcleo original de los lenguajes semíticos, Li Po con sus estudios del inglés y el francés a fin de poder leer su poesía, Frigate con su estudio de todas las películas que habían llegado a realizarse en la Tierra (o al menos habían sido conservadas por los Éticos), y Alice con su recién descubierta pasión por la pintura al óleo.
Durante la cena, servida por androides, hablaron del aún no resuelto misterio del asesinato de Loga y la identidad de la mujer a la que Nur había matado.
Burton apartó su silla de la mesa, tomó un cigarro del bolsillo de su camisa, y dijo:
Hubiera dedicado la mayor parte de mi tiempo a dilucidar esos enigmas si hubiera creído que realmente podía sacar algo en claro. Pero estoy convencido de que la Computadora no va a, no puede, permitirnos ni siquiera meter un pie en la puerta, por decirlo de algún modo. Nunca lo sabremos hasta que lleguen los del Mundo Jardín, y quizá ni siquiera entonces.
No vais a tener que aguardar tanto tiempo. Alice gritó. Burton jadeó, echó hacia atrás su silla, y se levantó para enfrentarse al hombre que había hablado.
Loga, sonriendo, estaba de pie en la entrada del comedor.
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