— Con dificultades para respirar, Emilia se acomodó para sentarse sobre el suelo duro.
Volver de la Prueba no era lo mismo que despertar de un sueño.
No era que su cuerpo se hubiera puesto a dormir, sino que su consciencia fue arrancada de su cuerpo y llevada a otro lugar. Su cuerpo y alma estaban en dos lugares diferentes y, dado que su alma no estaba durmiendo, por supuesto que no se iba a sentir igual que al dormir.
Si esto fuera lo mismo que dormir, entonces, considerando que Emilia era pésima despertando, habría pasado mucho tiempo hasta que estuviera verdaderamente despierta. Puck era quien antes la despertaba, pero él no estaba aquí ahora, por lo que habría tardado mucho tiempo.
Y ahora tendría que aprender a lidiar con esto por sí misma, en el futuro.
_Emilia: —No, no debo distraerme.
Emilia sacudió la cabeza para disipar sus vagos pensamientos, y puso su mano en la pared para ponerse de pie. Su cuerpo se sentía en buenas condiciones.
Todavía no sentía que hubiera vencido las Pruebas. Pero si lo que Sekhmet le dijo en el sueño era verdad —
_Emilia: Ahora debería poder abrir la puerta.
Ella miró hacia el fondo de la cámara, avistando la puerta de piedra al otro lado de la pequeña habitación.
La puerta no se había movido ni un centímetro cuando trató de empujarla o tirar de ella tiempo atrás y, así como los muros del interior de la Tumba tenían un débil brillo ante los ojos de Emilia, esta puerta también estaba cubierta de luz.
¿Podría significar que ahora estaba abierta?
Los pasos de Emilia comenzaban a sonar nerviosos mientras se acercaba a la puerta. Y, ahora que se encontraba justo frente a ella, contuvo su aliento por un momento.
Al otro lado de esa puerta yacía algo que liberaría al Santuario.
Sekhmet le dijo que ella sabría qué hacer cuando estuviera allí, pero realmente estaba un poco preocupada de que tal vez no sabría qué hacer. Emilia no confiaba mucho en su inteligencia.
Emilia tenía la sensación de que la puerta no se abriría si alguien más estuviera ahí; aunque igualmente pocos podían avanzar tan al interior de la Tumba.
Tal vez todo esto estaba ocurriendo debido a lo bien que salió todo: Emilia no podía evitar sentirse paranoica a causa de esta puerta.
Quizás todo esto es un engaño, comenzó a pensar. Estaba mucho más cautelosa que antes, pero era una cautela que se limitada a las cosas relacionadas a Echidna. Esta precaución nació después de conocer la personalidad de quien puso todo esto en marcha.
_Emilia: Como sea, es hora de entrar. Vamos, allá voy.
Cerró sus puños para darse ánimos, y puso su mano sobre la puerta. ¿Debería tirar de ella o empujarla? Mientras pensaba en este problema, tan pronto como sus dedos rozaron la puerta —
— La puerta de piedra se deslizó hacia un lado para abrirle el camino a Emilia.
_Emilia: ...Siento como si Echidona estuviera haciendo una risa maligna ahora mismo.
Murmuró Emilia, haciendo pucheros mientras se abría la puerta.
Emilia tuvo la sensación de que el mecanismo de apertura de esta puerta era una especie de burla elaborada de Echidna, lo cual calmó ligeramente la tensión que sentía.
Ella suspiró profundamente, terminó de tranquilizarse, y entró en la habitación.
La puerta llevaba a una habitación cuyo tamaño era menos de la mitad que el de la cámara de la Prueba.
Era más pequeña que una habitación que ya de por sí era pequeña. Bastaría con tan solo dos camas de la Mansión Roswaal para ocupar todo el espacio.
Ella no esperaba que la habitación fuera tan estrecha. Sus ojos se abrieron completamente al darse cuenta de cuán cerrado era este espacio, todo eso antes de notar lo que había en el fondo de la habitación, lo cual hizo que involuntariamente pusiera su mano sobre su boca debido a la enorme sorpresa.
— Al fondo de la habitación había una especie de ataúd transparente, con una mujer en su interior.
Su tiempo estaba detenido, preservándola tan hermosa que había que preguntarse si sólo estaba durmiendo.
El ataúd parecía estar hecho de piedras mágicas y, cuando Emilia lo tocó para examinar su pureza, se sorprendió por lo superior que era. Un cristal de tan alto nivel superaría incluso al cristal que Puck usaba de ancla.
Una mujer se encontraba sellada en una piedra mágica capaz de sellar entidades superiores al Gran Espíritu Puck. —Pero, claro, ella no estaba respirando. Emilia no sentía vida viniendo de ella, lo único que quedaba era una cáscara vacía.
Su largo y sedoso cabello era blanco como la escarcha. Sus mejillas y su cuello, que eran de las pocas áreas de piel visible, poseían la belleza de la nieve virgen. La respiración de Emilia había comenzado a entrecortarse debido a la impresionante imagen ante ella.
Su hermoso cuerpo estaba envuelto por un atuendo completamente negro, sin colores vistosos e innecesarios, similar a un vestido perfectamente a la medida, creando así una armonía milagrosa.
Blanco y Negro, era todo lo que hacía falta para describir a esta hermosa mujer.
Incluso la belleza verdadera —que es cuando no se necesita de ninguna clase de accesorio o decoración en absoluto— sentiría terror al estar ante esta hermosura en blanco y negro.
_Emilia: Es hermosa…
Los pensamientos y admiración de Emilia salieron de su boca involuntariamente.
Emilia se encontraría con otra mujer impactantemente hermosa si se mirara en algún espejo, pero lo que sentía en este momento no tenía nada que ver con eso.
Simplemente estaba tan cautivada por la belleza de quien se encontraba ante sus ojos, que se sintió conmovida.
Una hermosa mujer de blanco y negro puros.
Ella debía ser a quien conoció en el castillo de sueños, la Bruja de la Codicia.
En las profundidades de la Tumba, esperando más allá de la victoria sobre las Pruebas de la Bruja de la Codicia se encontraba—
_Emilia: Se parece a Echidona, pero… ¿quién es ella?
—Una mujer parecida a la Sed de Conocimiento Encarnada, pero era una mujer que Emilia nunca había visto antes.