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56.26% Re: zero arco 3, 4, 5. / Chapter 283: El día en que Alpha Orionis sonrió.

Chương 283: El día en que Alpha Orionis sonrió.

Emilia caminaba tranquilamente a lo largo del camino rodeada por altísimos árboles, como hizo antaño.

Pisaba la hierba y la tierra, intentando no aplastar las flores que se escondían bajo las abultadas raíces. Ella sintió el duro suelo bajo sus pies, pero le parecía extraño—después de todo, estaba en un sueño. 

A diferencia de un sueño ordinario, aquí podía sentir la textura de la corteza de un árbol, oler el dulce aroma de las flores y sentir el calor de la brisa.

_Emilia: Es un mundo de sueños, pero puedo sentir como si todo fuera normal. ¿Por qué?

_Echidna: "Un mundo de sueños" sería una descripción totalmente figurativa para ti. Este espacio podría ser denominado Mundo alternativo, un lugar construido a partir de los recuerdos del retador de las Pruebas, las cuales arrastran sólo la consciencia. Todo esto ha sido extraído de la memoria del retador, o sea tú, así que por supuesto tus sentidos pueden interactuar con este mundo. En cambio, si yo intentase tocar el suelo o los árboles, no sentiría ninguna sensación táctil como pasa contigo.

_Emilia: Así que es por eso... ¿Puedo desatar mis emociones y convertir el bosque en un baturrillo?

_Echidna: Qué idea tan salvaje y típica de una bruja. Tienes el sentido del tacto, pero no puedes influir en este mundo. Además, tú y el resto de seres vivos recreados en este mundo ni siquiera pueden tocarse entre sí. Aunque, si la Prueba fuera de otra forma, entonces sería posible.

_Emilia: ¿De otra forma?

_Echidna: Estás llena de dudas, ¿verdad? ¿Qué tal si usas tu cabeza por una sola vez en tu vida? Busca y encontrarás. Aunque, para alguien tan constantemente mimada y elogiada por los hombres como tú, diría que eso es imposible.

_Emilia: Hmp...

Emilia tomó la delantera, y la Bruja de la Codicia la siguió manteniendo una distancia fija. Echidna soltó sus venenosas palabras para burlarse de la ignorancia de Emilia mientras ella lucía completamente relajada. Pero, a pesar de esa hostilidad, sus declaraciones eran legítimas.

Emilia se llevó la mano a la boca y se puso a pensar.

Había una diferencia entre los recuerdos tocables y los recuerdos intocables. Un método para que Emilia, de la cual solo su consciencia estaba presente en este mundo, pudiera tocar a las personas que caminaban en estos recuerdos.

_Emilia: He pensado en ello y aun así no puedo averiguarlo. Dime la respuesta.

_Echidna: ...

_Emilia: ¿Qué pasa? ¿Te duele la barriga?

_Echidna: Tu actitud me está dando úlcera. Ciertamente es desagradable, y si lo excluyes a él y a mis amigas, la única persona capaz de causarme tal sensación probablemente seas tú.

_Emilia: ¡Echidna, tienes amigos!

Emilia lo pronunció con un matiz de "qué bien". Echidna suspiró ante eso.

Parecía que Echidna no se había tomado la declaración de Emilia como algo muy amable. Ante ello, Emilia dudó sobre cómo reformular la frase para que esas palabras fueran interpretadas correctamente, y entonces…

_Echidna: Los remordimientos del pasado que se vislumbran en las Pruebas no consisten en una sola escena para todos.

_Emilia: ¿Eh?

_Echidna: Hay pasados que consisten en un solo momento de tu vida del cual te arrepientes. Y, a diferencia de esos, también hay pasados que se extienden hasta el presente… por ejemplo, pasados en los que te arrepientes de tu relación con alguien. En el segundo caso, el pasado recreado no será una sola escena aislada, sino que recrearás a esas personas tal y como están dentro de la mente del desafiante. Podrías hablar con esa persona, tocaros e incluso amalos.

_Emilia: ...Entiendo, así es como funciona.

Emilia afirmó con la cabeza.

Los remordimientos pueden tener esas peculiaridades. Algunas personas se arrepienten de haberse peleado con alguien, y otras se arrepienten de todo lo que sucedió después.

Lo que debe superarse depende enteramente de la persona.

_Emilia: No te caigo bien, pero aun así respondiste a mi pregunta.

_Echidna: Ya que soy taaan buena persona, odiaría que lo malentendieras. No he hecho nada lo suficientemente humillante como para que empieces a considerarme tu amiga. Que responda a tus preguntas es el resultado de mi disposición.

_Emilia: Entiendo.

Esa respuesta no la puso en el mejor humor, pero Emilia ya se había acostumbrado más o menos a cómo interactuar con esa persona tan fría que era Echidna.

Echidna definitivamente odiaba a Emilia como la gente odia a las serpientes, pero a Emilia no le podía desagradar Echidna. No la conocía lo suficientemente bien como para odiarla.

Por otro lado, eso significaba que Echidna conocía a Emilia lo suficientemente bien como para odiarla; pero parecía que aquí no tendría la oportunidad de preguntarle.

_???: ¡Juju! ¡Ajajja! ¡Aquí! ¡Por aquí!

_Emilia: ¡Kya!

La repentina y fuerte voz de una joven que llamaba desde atrás sorprendió a Emilia.

Se quedó paralizada cuando una niña que venía corriendo desde atrás dio una vuelta a su alrededor y se fue corriendo hacia delante suya, alejándose.

A Emilia le sorprendió que esa niña hubiera podido acercarse tanto a ella sin que ella se hubiera dado cuenta, pero rápidamente se dio cuenta de que no fue por su propia negligencia o falta de atención.

La chica que adelantó a Emilia corrió de un lado a otro, con su largo cabello plateado sacudiéndose en desorden.

Ojos amatistas, y con una vestimenta para niños muy desgastada. Esa niña corría con confianza por el bosque, y cuando reía ponía una cara muy familiar para Emilia.

Esta persona era su joven yo, la Emilia de un tiempo pasado, cuando no tenía ningún remordimiento.

_Echidna: Totalmente ignorante, pero sigue siendo asombroso lo tontamente despreocupada que pareces de pequeña.

_Emilia: No empieces a decir esas cosas sobre mi pequeña yo. Y… pronto averiguaremos si eso es algo malo.

Tal era el prejuicio, de Echidna, sobre la joven Emilia que estaba jugueteando.

Sintiendo un impulso en su cuerpo después de objetar las valoraciones de Echidna, Emilia hizo una mueca como respuesta final.

Su contrato con Puck finalizó, y sus recuerdos sellados estaban surgiendo uno tras otro.

Los días que pasó con Madre Fortuna, y el grupo de Juice que traía los suministros a la aldea.

El sello y las hadas que la ayudaron a escapar del Cuarto de la Princesa. Y el día que conoció a Juice, a quien no estaba destinada a conocer, y cómo se hicieron amigos.

_Emilia: ¿Cómo pude vivir sin estos recuerdos, como si fuera algo completamente normal?

La memoria de Emilia estaba llena de lagunas, pero Emilia vivió sin encontrar nada extraño sobre ello.

Quién sabe lo que hubiera pasado si ella se hubiese dado cuenta de todo ello sin la ayuda de la Prueba. No hubiera habido forma de recuperarse. Puede que Puck, quien tendría que haber sabido mejor que nadie el estado anormal en el que se encontraba Emilia, nunca se lo hubiera dicho porque temía exactamente que ocurriera eso.

Muchos recuerdos aún permanecían dormidos más allá de la puerta entreabierta de su memoria.

Aún no había sido capaz de descubrirlos en su totalidad desde antes de desafiar las Pruebas, pero debería ser suficiente.

En este momento, en esta Prueba, todos los recuerdos sellados de Emilia probablemente serían revelados.

Emilia imaginaba que algo dentro de ella cambiaría definitivamente después de ver sus verdaderos recuerdos.

_Emilia: Pero eso ya no me asusta.

_Echidna: Llorando y gimiendo a los hombres y a tu padre. ¿Vas a dejar de hacer decisiones típicas de la mujer tan repugnante que eres?

_Emilia: Sé que probablemente me perdonarán... pero no quiero hacer eso, y tampoco quiero que Subaru o yo nos desilusionemos por ello. No quiero ser débil, y tampoco quiero pensar que siempre seré débil.

_Echidna: ...Haz lo que quieras. Lo único que haré será almacenar otro resultado en mi memoria.

No importaba cuántas palabras de odio le dijera Echidna, puesto que ya nada podría dañar las emociones de Emilia.

Al notar esa determinación durante su conversación, Echidna cerró la boca con resignación.

Los comentarios de la bruja habían disminuido su furia. Emilia suspiró y dedicó su atención a la Emilia del pasado.

Delante de ella estaba Emilia, corriendo sin remordimientos. Y,

_???: Por favor, esperad, Emilia-sama. Es peligroso recorrer la zona de esta manera.

_Emilia: No estoy en peligro, estoy bien. Eres tú quien tiene las rodillas arañadas, Juice.

_Juice: Ningún daño que me haga es motivo de preocupación. Pero en cambio, cualquier herida que puedas sufrir sería grave. Ni mi muerte compensaría las heridas impuestas a tu majestuosa piel.

Quien perseguía a la juguetona Emilia era un hombre alto que vestía un hábito negro, Juice. Su severo rostro daba lugar a una apariencia de dulzura y afecto incluso mientras regañaba ligeramente a Emilia, quien seguía dando vueltas sin hacer caso a sus advertencias.

_???: Juice, la forma en que dijiste eso ha sonado muuuy obsceno.

_Juice: No pretendía que sonara así… jamás consideraría a Emilia-sama de tal manera.

Una mujer de cabello plateado y corto, agudos ojos y apariencia hermosa seguía a Juice, diciéndole aquello mientras que, a su vez, Juice seguía a Emilia.

Habiéndola visto, Emilia sintió calambres en su garganta.

_Emilia: Madre Fortuna...

Aunque Emilia era consciente de que esta visión de su madre con buena salud sólo estaba ocurriendo en uno de sus recuerdos, Emilia no podía evitar querer llorar.

Emilia la amaba y la respetaba más que a nadie. Incluso después de todo este tiempo, Emilia consideraba a Madre Fortuna como alguien de su familia y tan preciada como Puck.

Fortuna se detuvo junto al preocupado Juice, lanzándole una mirada.

_Fortuna: Y eso no es sólo con Emilia, sonaría así de mal sin importar a quién se lo dijeras. Se supone que ya tienes bastante edad, Juice.

_Juice: La edad es algo que tiene muy poca importancia para mí. Hablando de vivir mucho tiempo; desde mi punto de vista, incluso tú y Emilia-sama serían bebés comparadas conmigo.

_Fortuna: Así que soy un bebé desde su punto de vista...

Fortuna bajó la mirada mientras murmuraba disgustada. Juice frunció el ceño preocupado, pero Fortuna no respondió. En vez de eso, Emilia volvió hacia ellos con las mejillas hinchadas.

_Emilia: ¡Aaugh! ¡Madre Fortuna, Juice, por qué no me persiguen! ¡Estamos jugando al pillapilla! ¡Tienen que perseguir!

_Juice: ¡Ah! Mis más sinceras disculpas, Emilia-sama. El fracaso de este negligente Romanée-Conti, que continúa persistiendo toda la vida y siempre…

_Fortuna: No la malcríes así, Juice. Emilia, recuerdas por qué tu madre y Juice empezaron a perseguirte, ¿verdad? Las chicas que no piensan en lo que han hecho molestan muuucho a tu madre.

_Emilia: ¡Myu!

Una pizca de enfado se deslizó en la sonrisa de Fortuna, provocando que los hombros de la joven Emilia subieran repentinamente.

Pensando en la razón por la cual los dos la perseguían, se dio cuenta de que era porque había creado problemas innecesariamente. La cara de Emilia palideció mientras reía para intentar restarle importancia del asunto, y entonces se giró para empezar a correr y—

_Fortuna: ¡Se te acabó la suerte! Madre Fortuna te ha atrapado.

_Emilia: ¡Awuh! ¡Lo siento, Madre Fortuna! ¡No es lo que piensas! Las hadas querían jugar, y dijeron que saliera, y entonces...

_Fortuna: A tu madre también le disgustan las chicas que culpan a otras personas, o a las hadas. ¿Lo entiendes, Emilia?

Emilia entró en pánico cuando fue atrapada por un abrazo desde atrás, y entonces Fortuna le susurró. La joven Emilia dejó de resistirse y bajó la cabeza arrepentida.

_Emilia: Lo siento, Madre Fortuna. Me aburría en la habitación, y como Juice es mi amigo, quise verlo, así que salí.

_Fortuna: Y luego te fuiste corriendo porque te vi. Sabías que habías hecho algo malo. No deberías haber hecho algo taaan malo.

_Emilia: Lo sé...

_Fortuna: Nunca debes romper las promesas. Las promesas son algo muy importante. Las promesas son una representación de la confianza, y romperlas significa traicionar esa confianza. No lo vuelvas hacer.

A punto de llorar, Emilia intentó mirar hacia abajo—cuando de repente su cara fue atrapada por las dos manos de Madre Fortuna, forzándola a mirar apropiadamente a ese par de ojos amatistas que tan firmemente la observaban.

_Fortuna: Emilia, prométemelo. ¿Cumplirás tus promesas de ahora en adelante?

_Emilia: Mmhm... sí, lo prometo. Lo siento mucho, madre.

_Fortuna: Muy bien. Todo está bien entonces.

Después de haber escuchado esa llorosa promesa de Emilia, Fortuna sostuvo a su querida hija contra su pecho.

Acarició tiernamente el cabello plateado de la sollozante Emilia, aceptando que la joven estaba madurando y dando un suave suspiro.

Entonces— 

_Fortuna: ¿Juice? ¿Qué estás haciendo ahí?

_Juice: He... he s-sido testigo, de una visión demasiado brillante... las lágrimas... se me descontrolan...

Juice se puso de cuclillas a la sombra de un árbol mientras se pasaba un pañuelo por la cara, llorando. Por lo visto, escuchar esa conversación madre-hija lo llevó a su límite emocional.

Ver llorar a Juice en sus recuerdos recuperados, como también en la Prueba, hizo que Emilia recordase que él era un llorón. Una agradable calidez se extendió a través de su pecho.

_Fortuna: De todos modos, Emilia. ¿Estas hadas que mencionaste...?

Dejando a Juice de lado mientras éste se sonaba la nariz con un pañuelo, Fortuna regresó a la parte del argumento de Emilia que le llamó la atención. Con el tema de las hadas planteado, Emilia miró a Fortuna desde dentro de su abrazo, con sus ojos aún rojos.

_Emilia: Oh, son… …Hadas, vengan acá.

La joven Emilia extendió su brazo mientras le hablaba al mundo.

Como si las pálidas puntas de sus dedos fueran las ramas de un árbol, varias luces brillantes aparecieron flotando hasta reunirse alrededor de su mano.

Juice y Fortuna se sorprendieron al presenciar esa visión.

_Fortuna: No podrán ser, ¿espíritus menores? Y hay muchos… ¿Cómo…?

_Emilia: ¿…? Hablé con ellos, y entonces montones de ellos aparecieron. Ahora siempre salen cuando juego en la Habitación de la Princesa.

_Juice: Que sea capaz de llevar esta suma de espíritus menores a esta edad... Emilia-sama, parece que posee una distinguible aptitud para las artes espirituales.

_Emilia: ¿Atitud para las artes espirituales?

_Juice: Éstos a quienes usted llama hadas son seres conocidos como espíritus menores. Existentes por todo el mundo, ábreles tu corazón para poder conversar y formar un contrato con ellos. Quienes son favorecidos por los espíritus y pueden tomar prestada su fuerza para lograr lo extraordinario, son llamados espiritualistas.

_Emilia: ¿Puedo ser una de ellos?

_Juice: Ciertamente. Mientras sigas creciendo y madurando con buena salud, siendo favorecida por los espíritus como actualmente… sin ninguna duda, muchos espíritus, y espíritus aún más poderosos, vendrán bajo tu dirección.

La cara de Emilia se iluminó con la explicación de Juice, pero Fortuna se puso de pie y le dio un codazo a Juice en el costado.

_Fortuna: Un momento, Juice. No digas cosas innecesarias. Poseer a unos pocos espíritus menores no te convierte en un espiritualista. Además, Emilia no necesita serlo.

_Juice: Opines lo que opines, Emilia no seguirá siendo una niña por siempre. Llegará el momento en el que ya no podrás permanecer a su lado. Creo que ella lo necesitará para valerse por sí misma cuando llegue el momento.

Fortuna y Juice discutían sobre cómo deberían enfocar la educación de Emilia

La Emilia mayor no pudo evitar reflexionar sobre ello mientras presenciaba la conversación.

_Emilia: Madre Fortuna y Juice son como una mamá y un papá.

_Fortuna: ¿¡Qu!?

Sin rastro de maldad en su expresión, la joven Emilia dijo exactamente lo mismo que pensaba la Emilia actual.

Emilia vio cómo el rostro de Fortuna se enrojecía mientras aceptaba el hecho de que su versión joven pensó lo mismo que ella.

_Fortuna: Vale Emilia, no digas cosas raras. Tu madre y Juice se conocen desde hace mucho, mucho tiempo, nuestra relación no es como dices.

_Juice: Exacto, Emilia-sama. Fortuna-sama y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo… De hecho, creo que desde que estaba con tu madre y tu padre…

_Fortuna: —Juice.

Fortuna empezó a explicarse frenéticamente, pero lo que dijo Juice provocó que la voz de Fortuna perdiera fuerza. Al darse cuenta de ese error, Juice se llevó la mano a la boca.

_Juice: Perdóneme.

_Emilia: ¿Mi madre, y mi padre?

_Fortuna: Lo siento, Emilia. Hablaremos de ello en otro momento. De todos modos, vuelve a la habitación. No te he permitido escapar de ahí.

_Emilia: Muh… Qué mala eres, Madre Fortuna…

Notando que Fortuna estaba tratando de cortar la conversación, Emilia infló sus mejillas para expresar su descontento. Pero Fortuna era aún más obstinada, y las estrujó para que expulsase el aire.

Habiendo sido expulsado el aire en las mejillas de Emilia, Fortuna se agachó para ponerse a la altura de los ojos de Emilia.

_Fortuna: Sé una buena chica y compórtate. Ésta no es la última vez que verás a Juice. Yo, emm… procuraré que lo puedas volver a ver.

_Emilia: ¡¿En serio?! ¿Me lo prometes? ¿No cambiarás de opinión?

_Fortuna: Oh cielos, qué niña. ¿De dónde has aprendido a ser tan quisquillosa?

Fortuna le dio a Emilia una sonrisa sarcástica mientras volvía al tema anterior sobre las promesas, antes de abrazarla.

_Fortuna: Sí, lo prometo. Esta es una promesa entre tú y yo, y es muuuy importante.

_Emilia: …Entonces vale. Me iré a la habitación.

La joven Emilia asintió con la cabeza a Fortuna.

Ya liberada de su abrazo, Emilia corrió hacia Juice antes de volver a la Habitación de la Princesa, extendiendo su mano y sonriendo.

_Emilia: Hasta luego Juice. Prométeme que nos volveremos a ver.

_Juice: …Sí, claro. Espero el día en el que tengamos otra audición.

Juice cogió la pequeña y extendida mano de Emilia, para completar el apretón de manos.

Viendo la sonrisa de Juice, Emilia asintió tres veces antes de dejar ir su mano para finalmente despedirse.

La joven Emilia se estaba preparando para volver a la Habitación de la Princesa—

_Echidna: Ya han llegado.

Murmuró Echidna, habiendo observado silenciosamente hasta ahora.

Emilia la escuchó perfectamente y levantó la cabeza, mirando a su alrededor para determinar a qué se refería Echidna—y entonces lo vio.

_Emilia —

Un hombre blanco y joven.

De piel blanca y pelo blanco. Llevaba puesto pantalones y camiseta simples, sin adornos. Su rostro tenía buena apariencia, pero no destacaba en nada. Tenía un aspecto tan banal, que, si se mezclase entre una multitud de gente, desaparecería instantáneamente, ya que personificaba la falta de individualidad en sí misma; pero su presencia aquí y ahora le hacía parecer un forastero bastante extraño.

_Fortuna: ¿¡…Quién eres!?

Fortuna se dio cuenta del hombre e inmediatamente mantuvo a Emilia a su lado, a la vez que manifestaba claramente su cautela.

El hombre se apoyó con una mano sobre el tronco de un árbol y deslizó la otra mano por su blanco pelo.

_Hombre: ¿No crees que tiene sentido que cuando le preguntes a una persona su nombre, empieces presentándote primero?

Esa respuesta hizo que una ceja de Fortuna se contrajera.

Al ver esto, la boca del hombre se contrajo, y emitió una atmósfera nefasta.

_Hombre: Quién, es una de esas preguntas en las que, si das esa respuesta, sólo puedo pensar que es rancia y trillada, pero, ahora que he entrado en un contexto adecuado para ese tipo de cosas, puedo entender por qué la gente tiene el impulso de decir esto. Aquí hay personas que por primera vez hacen la presencia del otro. Se supone que nuestras posiciones son definitivamente iguales cuando empezamos nuestros esfuerzos por establecer una relación, pero ahora tenemos a alguien condescendiente intentando extorsionar para obtener un nombre unilateralmente. Me pregunto si te ha ocurrido a ti: ser tratado como si fueras inferior de forma inconsciente y sin compasión, ¿te ha ocurrido eso?

_Fortuna: …Para ser un hombre, te encanta hablar.

_Hombre: "Para ser un hombre", es tu prejuicio que indica lo ignorante que eres para ejemplos comparativos de hombres. Y, antes que nada, ¿qué derecho crees que tienes a tomar estas criaturas llamadas hombres, una clase que contiene más individuos esparcidos por todo el mundo de lo que es concebiblemente contable, y compararme con ellos? Esta actitud tuya... me cuesta un poco pasarla por alto. Todo esto carece de cualquier grado de cortesía razonable. Es tomar a este individuo, tomar mis derechos, y despreciarlos.

Parecía que cada palabra de Fortuna había hecho que la locura en el discurso del hombre se intensificara. En vista de que el hombre se volvía cada vez más peligroso, Fortuna expuso su cautela mientras se preparaba para el combate. Pero quien puso freno a todo esto fue Juice, de pie al lado de ella. Miró al hombre blanco, su expresión severa mientras abría la boca para hablar:

_Juice: ¡Regulus Corneas! ¿Por qué razón estás aquí? ¡Teníamos una promesa inmutable de que yo sería el único involucrado en este asunto!

_Regulus: Llámalo promesa inmutable o como quieras, sólo eres tú diciendo cosas por ti mismo y asumiendo cosas por ti mismo sobre lo que en realidad es un acuerdo normal y corriente. Mírate, tratando de empujar a la gente a la sumisión con ese lenguaje dominante tuyo, qué grandiosa y pomposa tontería has empezado a escupir de tu boca espiritual. Tratar de restringir mis acciones diarias, a pesar de que no se me permite ningún tipo de comportamiento pérfido de todos modos... ¿así que eso es un espíritu? ¿Alguna vez has considerado poner fin a las infracciones que estás haciendo a mi mente y a mi persona?

_Juice: ¡Nada de lo que dices da para una respuesta! Si no estuvieras satisfecho con el acuerdo, ¡podríamos haberlo discutido en la iglesia! ¡Por qué has aparecido aquí! ¿Y quién te dijo que este lugar es...

_???: Eso es, porque actúa bajo mis instrucciones.

La voz de Juice temblaba de rabia al gritar al joven hombre, Regulus.

Pero la discusión fue cortada por la voz de una mujer que aún no había participado en este altercado.

Todo el mundo observando esa escena tenía una reacción distinta a esa voz

Un escalofrío pasó por los ojos de Juice, en los ojos de Fortuna había rabia, la joven Emilia agitaba la cabeza mientras estaba en los brazos de su madre, y Regulus sonrió siniestramente.

Emilia contuvo el aliento mientras observaba este recuerdo, mientras que Echidna simplemente cerró los ojos.

Esa chica dio un paso adelante. 

Este personaje que estaba de pie al lado de Regulus y miraba a Emilia tenía una belleza tan deslumbrante e increíble que haría temblar a cualquiera que la viera. 

Su largo y plateado cabello brillaba como si la mismísima luz del sol hubiera adquirido forma, fluyendo por su nuca y su espalda.

Sus largas pestañas rodeaban sus ojos, con una sombra tan profunda que parecía que atraparían el mundo. Su apariencia era tan increíblemente atractiva que incluso un dios dudaría de ser digno de tocar sus dedos, con su perfecta pulcritud.

Su pequeña figura era tan adorable que parecía que una suave brisa podría ser peligrosa para ella. Solamente estaba cubierta por una tela blanca, y el aura que la rodeaba sugería que el mundo nunca permitiría que nada más la tocase. 


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