Luego de mi segunda ruptura con Edward, más obligada que voluntaria, refugié mi tristeza y descontento en la compañía de Tyler. Caminamos en silencio hasta Yummy & Ready y una vez ahí él me invitó un café. Durante toda la hora que estuvimos estudiando, él intentó animarme un poco con lindos comentarios y, aunque no logró conseguir que me animara mucho, me hizo recordar sus palabras: "No puedo negar que es muy atractiva, pero a ella le gustas tú y yo respeto eso". Lo cual me había dado a entender que el único impedimento para que intentara algo conmigo era mi novio; por ello, ahora que ya no estaba con Edward, no podía evitar pensar en la posibilidad de que algo cambiara entre nosotros.
— Estás muy pensativa, ¿Segura que quieres seguir estudiando? Si quieres puedo llevarte a casa para que descanses, no tiene mucho caso que estudies cuando hay demasiadas cosas en tu mente. El estudio es algo que debe tomarse en serio, ya lo verás cuando tengas que presentar tus exámenes de admisión de la universidad, ahí tendrás que concentrarte y ni siquiera te acordarás de que existió un tal Edward en tu vida. Además…
— En realidad — dije interrumpiendo lo que sea que fuera a decir a continuación — estaba pensando en lo que pasará entre nosotros ahora.
— ¿Lo que pasará entre nosotros?, ¿Acaso ya no quieres que siga siendo tu tutor? No me malentiendas, sé que quizá estés pensando en ir tras él pero ninguna relación debería costarte amistades, o tutores en este caso.
— No no no, más bien, estaba pensando en lo que dijiste aquel día que todo este conflicto comenzó.
— ¿Podrías ser más específica?
— Lo que quiero saber es si te gusto, ¿Te gusto? — mi atrevimiento pareció tomarlo por sorpresa así que titubeó antes de darme una respuesta clara.
— Bueno... eres muy atractiva, además eres inteligente y carismática. Pero creo que lo mejor para nosotros sería que manejaramos nuestra relación de manera profesional mientras sea tu tutor para no generar problemas con la escuela, ¿No crees?
— Claro, por supuesto, creo que es la decisión más oportuna. — al decir esto se produjo un silencio incómodo — ¿Reanudamos los estudios?
— Bueno yo — se detuvo unos segundos para ver su reloj — creo que ya tengo que irme, ¿Está bien si te dejo? Puedo llamar un taxi para ti si quieres.
— No, claro que no, puedes irte tranquilo, regresaré a casa a pie; me hará bien para despejar un poco la mente.
— Bueno, entonces te veré el lunes.
Una vez que se fue, me sentí repentinamente sola y triste, además de que no podía creer que se hubiera ido así como así y me hubiera dejado. Como no tenía muchas ganas de volver a casa aún, llamé a mi madre y le avisé que llegaría tarde porque iría al cine con Alice. Aunque esto último era una mentira, la verdad es que no me pareció mala idea llamar a Alice y preguntarle si quería que hiciéramos algo juntas, sin embargo al llamarla me dijo que había ido a casa temprano ya que se sentía mal. Esto último me resultó difícil de creer al escuchar de fondo la inconfundible y escandalosa risa de Jacob, así que, aún si no entendía por qué me mentía, solo colgué debido a mi falta de ganas de discutir con otro Cullen por hoy.
Vagué un rato por el centro de Detroit y cuando cayó el crepúsculo decidí que ya era hora de ir a casa. Aunque las calles del centro estaban abarrotadas de gente, conforme me acercaba a casa las calles se volvían más y más solitarias además de oscuras. Esto me hizo sucumbir a la tristeza, así que me puse los auriculares y reproduje a Lana del Rey en mi celular mientras recordaba entre lágrimas todos los buenos momentos que había pasado con Edward desde que nos conocimos.
Cuando faltaban tres cuadras para llegar a mi casa me di cuenta de que un auto comenzó a seguirme, esto me puso los nervios de punta así que caminé más rápido esperando que se alejara o siguiera su camino, pero me alcanzó el paso con facilidad en cambio y, al ver que no tenía intenciones de dejarme en paz, comencé a correr. Sin dejar de correr y sintiendo como una clase de sudor frío invadía mi frente lentamente así como las lágrimas de desesperación comenzaban a brotar de mis ojos asustados, miré por el rabillo del ojo y al hacerlo me tropecé con una persona callendo encima de ella como consecuencia. Esa persona había sido mi salvador sin querer ya que, al ver que ya no estaba sola, el auto siguió su camino no sin antes maldecir en voz alta desde detrás del vidrio del asiento del conductor.
Una vez que me aseguré de que el auto había desaparecido por completo, volteé a mirar a la persona sobre la que había caído, a juzgar por su pecho podía decir que se ejercitaba a menudo. Aunque había muy poca luz, gracias al tenue resplandor de una farola que estaba a unos ocho metros pude distinguir el rostro de la persona que jamás esperé encontrar en esa situación y al parecer él también me reconoció a juzgar por su gesto de sorpresa.
— ¿Lizzy?
— ¿Patrick?
— ¿Estás bien? — en cuanto preguntó esto, me di cuenta de que aún estaba encima de él, así que me disculpé y me puse de pie rápidamente intentando recuperar el aliento antes de recoger mi celular del piso que había salido volando hasta el piso cuando choqué con él
— Que suerte que estabas aquí, si no fuera por ti no sé a dónde me encontraría ahora mismo ni en manos de quién.
— ¿Ese auto te estaba siguiendo?
— Sí, no sé desde hace cuanto pero me di cuenta apenas una cuadra atrás, o quizá fueron más, no puedo recordar muy bien a causa del shock.
— ¿Estás herida?, Esos raspones en tus manos no lucen muy bien y ¡Mira tu tobillo, está sangrando también!
— ¿Qué? — pregunté asustada mientras miraba mi tobillo para rectificar el estado en el que se encontraba. — No es nada, estaré bien.
— ¿Vives muy lejos de aquí?
— No, mi casa está a dos calles de aquí.
— Bueno, entonces te llevaré a casa.
— Claro, muchas gracias.
Una vez que le di las gracias, me di la vuelta para guiar el camino a casa sin esperar lo que él haría a continuación. No había dado ni dos pasos cuando me pidió que me detuviera y me levantó en sus brazos para cargarme. Aunque pedí que me bajara un par de veces sintiéndome muy avergonzada y excusando que no era necesario, él se negó diciendo que no me preocupara, que lo hacía más por él que por mí para no sentirse mal después sintiendo que no había hecho suficiente por mí. Así que, aún sí no entendí muy bien lo que me quiso decir, solo dejé de insistir y lo miré con gesto berrinchudo al sentirme como niña pequeña que su papá lleva hasta su cuarto en brazos luego de que se ha caído de la bicicleta. Mientras lo miraba, no pude evitar notar lo guapo que se veía bajo esa tenue luz, aunque creo que realmente se vería atractivo bajo cualquier luz o incluso sin luz. Al pensar esto, recordé la vez que jugué verdad o reto con Alice y las cosas que dije que quería hacer con Patrick. Ante esto, me sentí repentinamente avergonzada y me sonrojé luego de soltar una sonrisilla traviesa, de cualquier modo me había encontrado encima de él hace rato pero de una manera muy distinta a la que me había imaginado.
— ¿Qué es tan divertido? — preguntó al escuchar mi risa — Creí que caer sobre mí sería doloroso, ya que soy muy fuerte, pero tú pareces muy divertida.
Al escuchar su comentario no pude evitar soltar una carcajada ya que caer encima de él era justo en lo que estaba pensando. Esto pareció confundirlo aún más y preguntó si me estaba burlando de él.
— No, no es eso, realmente eres fuerte y fue doloroso pero también fue cómodo. — luego de darme cuenta de lo que había dicho, me sonrojé e intenté excusarme — Bueno, no es que tú seas cómodo, bueno sí pero no es como si lo hubiera disfrutado, bueno tú me entiendes.
Una vez que dejé de titubear, fue él el que soltó la carcajada esta vez y dijo — Puedes caer sobre mí cuando quieras, solo intenta que no sea en una situación de peligro la siguiente vez — de nuevo no entendí muy bien lo que quiso decir o con qué intención pero sólo asentí con la cabeza antes de cambiar el tema e indicarle hacia dónde debía dirigirse para llegar a mi casa. Por un momento me sentí como el timón de un barco y al decírselo ambos reímos, luego él bromeó con eso y cerró los ojos pidiendo que yo le indicara si debía ir a la derecha o a la izquierda. Sin darme cuenta, entre risas y bromas llegamos hasta mi casa finalmente.
— Bueno, creo que te bajaré ahora. — dijo mientras me soltaba delicada y lentamente para que yo misma colocara mis pies sobre el piso. Sin embargo, en cuanto me soltó y dio un paso atrás, mi tobillo se dobló y casi caí al piso sino fuera porque él me atrapó a tiempo entre sus brazos. — ¿Estás bien?
Nuestros rostros quedaron a centímetros por un momento y ambos nos miramos a los ojos por unos segundos, podía sentir como mi respiración se agitaba a causa de su cercanía y mi corazón latía tan rápido que casi podía oírlo. Antes de que cualquiera de los dos pudiera intentar algo, mi madre salió a mi encuentro y me llenó de preguntas mientras fulminaba con la mirada a Patrick. Éste último solo me soltó y al asegurarse de que mis pies ya estaban firmes sobre la tierra, se alejó un par de pasos de mí para presentarse con mi madre. Luego yo intervine antes de que ella pudiera reclamarle cualquier cosa y le expliqué lo que había pasado.
Mientras continuaba con mi relato, pude ver como su rostro se suavizaba y miraba de manera gentil al aludido. En cuanto terminé de excusarme, mi madre me regañó por mentirle hace rato y de inmediato invitó a Patrick a cenar antes de que yo pudiera decir palabra. Sin embargo, él se negó de manera cortés diciendo que la próxima vez no dudaría en aceptar en condiciones más oportunas, que por ahora la prioridad era que yo descansara y me recuperara tanto del shock como de las múltiples heridas en mi cuerpo.
— Bueno, es una lástima que no puedas quedarte, dejaré que se despidan entonces. Gracias por traer a mi pequeña hasta aquí, no sé qué haría si algo malo le pasara, me volvería loca… — dijo con ojos repentinamente tristes — No tardes mucho Lizzy, te estaré esperando adentro.
Una vez que mi madre nos dejó solos, le agradecí nuevamente a mi amigo por todo lo que había hecho por mí y luego le pedí su número.
— ¿Esta vez sí me darás tu número o te excusarás de nuevo con que no nos volveremos a ver?
— Bueno, esto te sonará raro, pero la verdad es que no tengo un celular.
— ¡¿Qué?! Eso es imposible, si no quieres darme tu número está bien, puedes decirlo; no tienes que mentir. — dije un tanto divertida pero a él no pareció hacerle gracia.
— Hablo en serio, no tengo un celular, pero puedo venir a verte en una semana si es que quieres para rectificar cómo te encuentras. Prometo tener un celular para entonces.
— Está bien, puedes visitarme cuando sea, es decir, si quieres.
— Sí quiero.
— Bueno, y no es necesario que tengas un celular, sería injusto que compraras uno solo por mí y… — antes de que pudiera continuar, él dio dos pasos hasta mí, posó sus manos entre mi mandíbula y mi cuello y me miró a los ojos por unos segundos antes de besar mi frente de manera tierna. Beso que se llevó consigo el shock y el pánico que sentí después de lo que viví hace rato, fue casi como magia, ¿Es que acaso así se sentiría el beso de un ángel?
— Entra a casa ya y cuídate mucho, ¿De acuerdo? Deberías poner algo en esas heridas. Te veré luego. — concluyó antes de darse la vuelta y desaparecer en la oscuridad.