Termino su horario de trabajo alrededor de las seis y media de la tarde, aunque no había avanzado mucho y su guión carecía completamente de la pasión con la que antes trabajaba, esto había logrado distraerla de su dolor. Tomo el paraguas que estaba en el baño, empaco sus cosas en su bolso y salió de su oficina camino del transporte público que la acercaría a su apartamento a las afueras de la ciudad. Tenía una casa muy pintoresca que le había dejado su difunto esposo pero no era capaz de estar allí sola, le traía demasiados recuerdos dolorosos que quería evitar a toda costa.
No había dejado de llover, de hecho, había llovido todo el día desde que ella salió de su apartamento, pero no hacía frío o almenos la brisa era soportable aunque no se llevará suéter puesto.
Marta llego a su apartamento a las siete de la noche, lo primero que hizo fue ir a su cuarto a ponerse algo más cómodo, cambio su pantalón negro rígido por un leggins rosa pastel, sus tacones plateado por unas chanclas naranja y su camisa ajustada azul marino por una camisa olgada de seda blanca. Después se dirigió a la cocina y se preparó una ensalada de vegetales con una limonada fresca, era algo simple pero que a ella le quedaba excepcionalmente delicioso. Mientras comía en su pequeño comedor alguien llamo a la puerta. Se dirigió a abrirla, era una mujer de más o menos 40, que parecía más bien tener 30 o menos, de piel trigueña y cabello negro, además de unos penetrantes ojos color chocolate y un atuendo moderno pero conservador. Esta mujer era muy bella pero no era cualquier mujer, ni era vecina ni era amiga, ella pertenece a un mundo del que Marta realmente no era originaria y que sólo había conocido gracias a Mateo, su esposo recién fallecido. Esa mujer era su ex-suegra, no la había visto desde el funeral de Mateo y del pequeño Michael, pero su presencia más que reconfortarla la incomodaba profundamente. Con una voz más fría de lo que a ella le gustaría, le pregunto a la mujer parada en la puerta:
- ¿Puedo ayudarla, señora Muñoz?
Marta no sabía que hacía ella ahí pero no le gustaba verla, ella era la única que se había opuesto al matrimonio entre ella y Mateo, y la primera en echarle la culpa de su muerte y la de su pequeño hijito Michael.
Quiero dejar una enseñanza con esta historia:
hay que mirar al pasado para labrar el futuro.