Medio mes después, diez mil kilómetros al norte de la Montaña de las Cien Desolaciones, en un desierto rojo ilimitado, un equipo de bestias demoníacas corría a una velocidad asombrosamente alta. Las bestias demoníacas eran todas enormes en tamaño.
Eran más de cien metros tanto en longitud como en anchura. Las membranas de todo el cuerpo se hincharon, con un gas rosado lleno en su interior que los hacía parecer globos que estaban cosidos juntos.
El gas almacenado dentro de las bolsas de aire era más liviano que el aire, lo que hacía que las bestias se movieran y volaran libremente en el aire. Tales bestias demoníacas eran conocidas como 'ballenas de tierra'.