Li Yao sintió que una burbuja roja oscura dentro de su cerebro había sido abierta. La información sin fin surgió, solo para convertirse en ceniza dorada brillante en el siguiente segundo, dispersándose como mariposas quemadas. Se encontró en una bruma brumosa.
Aunque sentía que había tocado algo, todo se deslizaba entre sus dedos como arena. Los gritos desesperados se convirtieron en murmullos en el viento, y los recuerdos inolvidables se convirtieron en escenas en un sueño.
En un trance, Li Yao parecía verse flotando ante un planeta azul y rugiendo con una voz que no podía oír:
—Todavía no estoy muerto.
¡El Plan del Buitre no ha fallado! ¡Llevaré a cabo el plan de buitre incluso si me dirijo al final del universo!
La declaración fue como un hechizo que destrozó la oscuridad y la sangre que estaban a punto de enterrarlo.
¡Boom!