Cuando la bala de Mogensha silbó, penetró directamente en la cara del soldado y a través de su cerebro; finalmente, salió de la parte posterior de su cráneo. Debido a sus enormes remolinos cinéticos, arrancó un enorme pedazo de cerebro en el proceso.
La audiencia miró horrorizada, mientras la expresión del soldado se convulsionaba grotescamente. Desde su vista trasera, uno podía ver un agujero negro del tamaño de un recipiente, ¡fluidos cerebrales ensangrentados drenando como savia de árbol!
La mirada de Eros se volvió más fría, invocando inmediatamente al otro soldado americano para que volviera. Una carne de cañón existía para ser sacrificada, pero el sacrificio sin sentido era definitivamente una tontería. Ese fue un hombre que entendió completamente sus debilidades y fortalezas.