El gigante de las llamas que era Chen Wang retrocedió un paso, uno de sus brazos había explotado a la fuerza. Todo el cuerpo de Qin Wentian estaba cubierto de llamas furiosas, pero el brillo de sus ojos nunca se desvaneció: brillaban como antorchas en la oscuridad, ilustrando su determinación.
—Fuerza, ¿puede la tuya superar a la mía? —Qin Wentian pisó ferozmente hacia delante, y un gran estruendo resonó mientras su aura brotaba a borbotones. Era como un monarca sin igual, mirando imperiosamente a su humilde súbdito.
¿El Gran Solar Chen Wang era su oponente? ¿Y qué?
Entre los que estaban al mismo nivel, Qin Wentian no tenía rival.