Las ventanas en la torre mágica de Natravos tenían el estilo clásico del antiguo Imperio Mágico. Estas se encontraban en la parte superior de cada nivel, eran estrechas y no tenían marco, como si estuvieran incrustadas directamente en la pared. Los complicados cristales formaban toda clase de patrones mágicos misteriosos.
Incluso durante el día, la luz del sol apenas podía ingresar a la torre mágica debido a la ubicación de esta, el tamaño de las ventanas y la obstrucción de los cristales. Como resultado, el interior de la torre mágica siempre estaba a oscuras y era aterrador, lo que coincidía perfectamente con la impresión que la gente ordinaria tenía de los antiguos hechiceros.
No obstante, en aquel momento, la fría luz de luna puso fin a la eterna penumbra al interior de la torre, proyectando un resplandor plateado puro y tranquilizador sobre las paredes derrumbadas, los restos del suelo, y los cuerpos de todos los presentes.