Al interior de la Plaza Barón Bechig de Samara, en el país de Paphos...
La gente aún seguía pensando en la canción que parecía haber estallado desde sus almas. La plaza entera estaba en silencio. Incluso los niños inocentes quedaron sorprendidos por la atmósfera y no se atrevieron a hacer el más mínimo ruido. El lugar parecía haber sido congelado en el tiempo.
Ellos nunca antes habían experimentado el sentimiento que sacudió sus almas. En las óperas del pasado, la música y la trama eran independientes entre sí y no podían reforzar la una a la otra. Por lo tanto, aun cuando varias arias clásicas habían aparecido en la historia de la ópera, a la mayor parte de la audiencia le resultaba imposible resonar con la música cuando sus emociones no habían sido estimuladas. Naturalmente, les era imposible tener la sensación de su alma siendo tocada.