Su hermano menor respondió inexpresivamente:
—No.
—¿No fuiste tú?
—¿Crees que es posible que yo te tape con una manta? —devolvió la pregunta con desdén.
Los ojos de su hermano expresaban decepción.
—Entonces... ¿Cómo explicas que haya estado tapado con la manta?
—Me la arrebataste y te cubriste con ella —dijo el gemelo más joven con calma mientras se secaba el pelo con una toalla.
Su hermano inmediatamente rebatió:
—No tengo el hábito de arrebatar las mantas cuando duermo.
De soslayo le lanzó una mirada ofensiva antes de resoplar.
—Tú también hablas mientras duermes, y es ruidoso.
—Además de hablar en sueños, no tengo otros malos hábitos al dormir —Su hermano se defendió apresuradamente.
Sabía que no solía hablar en sueños.
—¿Patear la manta en el sueño cuenta? —preguntó el chico más joven con las cejas fruncidas.