―Se la estás dando muy fácil con sólo tirarla a un estanque.
De repente, con una risa espeluznante, lanzó al aire la pila de fotos que tenía en la mano y dijo: ―Córtenla en pedazos y dénsela de comer a los tiburones. ¡Nadie la echará de menos!
La voz aún sonaba tierna como siempre, pero en ese momento, el tono era oscuro y hosco. Las palabras que salían de su boca eran frías y espeluznantes, ¡enviando escalofríos por sus espaldas!
Recibiendo la sorpresa de su vida, Yun Na corrió a colocarse detrás de Li Dongqiang.
Para ella, ¡Yun Tianyou era más aterrador que ese viejo gánster!
Su madre, que estaba de pie en la puerta, también contuvo la respiración con miedo.
Nadie tomó las palabras de ese niño de seis años como sólo un juego de niños.
Todo el mundo sólo podía ver la expresión escalofriante en su tierno rostro.
Los ojos que solían mirar a Yun Na estaban llenos de odio y crueldad. Era como si mirasen a algo totalmente asqueroso.