Con lentitud, se dirigió hacia Yun Na y siguió el ejemplo de Gu Xingze al cubrirla caballerosamente con su abrigo.
Yun Na se sorprendió y conmovió por su gesto. Ella sonrió, agradecida, con lágrimas en sus ojos.
—¡Gracias, Li Jiuxian!
—Ven, seca tus lágrimas. Tu maquillaje se arruinará—le recordó con amabilidad.
Se aferró al puño de su camisa como si fuera el último atisbo de esperanza. Ella imploró: —Fue casual, por favor, créeme. No lo hice a propósito.
El asintió con seriedad.
—Vi que fue sin intención.
Después se volteó hacia Yun Shishi y le dio una mirada recriminatoria y dijo: —No lo hizo a propósito y aun así le arrojaste el vino. ¿No crees que tu acción fue un poco cruel?
Ella levantó una ceja, simulando estar sorprendida.
—Oh, ¿ soy cruel?