Lin Che entró al baño y se quitó la ropa, preparándose para la ducha.
El baño allí era más grande que el salón de su casa. Tan solo la bañera de hidromasaje parecía tan grande como para nadar en ella.
Sin embargo, rara vez lo usaba, ya que sentía que no estaba acostumbrada a ella.
Ella vio que hoy la mucama ya había llenado la bañera con agua que aún estaba caliente, con vapor que salía del agua. Después de pensar acerca de ello, se quitó su ropa y entró a la bañera con cuidado.
Cuando ella se sumergió en el agua, en efecto, se sintió mucho más relajada.
Luego, ella recordó las palabras de su madrastra y las de Gu Jingze.
Qin Qing estaba a punto de casarse con Lin Li.
Ella había conocido a Qin Qing por primera vez en la escuela. Él era el capitán del cuerpo de tambores y ella era tamborilera. A causa de una lesión, él la había llevado de vuelta a la residencia Lin. Con su cuerpo entonces delgado y débil, él cargo su cuerpo un poco regordete por la grasa de niña por todo el camino de vuelta a casa. Cuando ellos llegaron a la residencia Lin, él estaba bañado en sudor. Verlo así le conmovió el corazón y, en ese momento, ella sintió que él era la persona que mejor la había tratado en el mundo.
En ese momento, ellos eran todavía estudiantes de escuela primaria.
Él también comenzó a recibir frecuentes invitaciones para jugar por de parte de la familia Lin luego de que descubrieran que él era, en realidad, el segundo joven amo de la familia Qin.
De forma inesperada, así fue como conoció a Lin Li.
Ella se lavó en el baño hasta que su cuerpo entero estuvo lánguido hasta el punto de quedarse dormida. Cuando se levantó, solo sintió un súbito vértigo antes de caerse en la bañera.
Se sintió el ruido del agua. Gu Jingze lo escuchó desde afuera y se apresuró a correr hacia allí.
Empujó la puerta y la abrió solo para ver a Lin Che tratando de salir de la bañera. Su rostro estaba enrojecido y nublado por el vapor. Se veía muy mal.
Consternado, Gu Jingze ignoró todo lo demás y se apresuró a sacarla fuera de inmediato.
Como si se pudiera agarrar a una boya que le pudiera salvar la vida, Lin Che pasó ambos brazos alrededor de su cuello.
Su empapado cuerpo presionó fuerte contra su pecho y empapó bastante su ropa.
Con largas zancadas, Gu Jingze cargó a Lin Che unos pocos pasos.
Él la colocó en la cama y le palmeó el rostro.
—¿Qué te pasó? ¿Lin Che? Despierta.
Lin Che jadeó buscando aire. Solo entonces, mareada y confundida, comenzó a recuperarse lentamente.
Gu Jingze estaba de pie frente a ella, con sus cejas muy fruncidas y una mirada llena de preocupación. Su corazón se aceleró sin razón al notar esto.
—Estoy bien. Solo estoy un poco mareada —respondió colocando su mano en la mejilla.
—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Gu Jingze con un tono confundido.
—Quizás sea porque nunca he tomado un baño de tina antes. Me sentía con ganas de hacerlo hoy, pero, al final, estuve allí demasiado tiempo. Me sentía un poco mareada mientras estaba en el agua, pero no esperaba esa sensación de vértigo cuando me levanté.
"Así que eso fue lo que pasó".
Las preocupaciones de Gu Jingze se disiparon en gran parte. Solo cuando ella enderezó su cuerpo un poco, lo notó…
Lin Che estaba desnuda.
En toda su extensión, su piel suave estaba teñida de rosa debido al baño de agua caliente. En tal circunstancia, las líneas de su curvilíneo cuerpo aparecieron ante sus ojos incluso con mayor claridad. El área de su pecho, en particular, estaba brillando por el agua, haciéndolo imposible de ignorar.
El corazón de Gu Jingze latía con fuerza. Él sintió una oleada de calor a través de su cerebro y, en un instante, siguió en su abdomen bajo que comenzó a hincharse.
Forzándose a apartar la mirada de su cuerpo, él tomó la cobija y la cubrió con ella.
Lin Che también se dio cuenta de que había algo malo con ella. Su rostro estaba tan enrojecido que parecía estar a punto de sangrar. Agarró la manta sujetándola con fuerza mientras su corazón latía deprisa en su pecho.
—¿Nunca has tomado un baño de tina? No puedo creer que te desmayes por tomar un corto baño.
—Por supuesto. ¿Crees que todos son como tú y nacieron con cucharas de plata en sus bocas? Cuando estaba en la residencia Lin, me quedaba en la habitación de la ama de llaves todo el tiempo. Desde luego, no había lugar donde yo pudiera tomarme un baño.
Gu Jingze la miró fijo a los ojos.
—¿Cómo te sientes ahora?
Lin Che lo fulminó con la mirada.
—Date la vuelta. Me pondré algo de ropa.
Gu Jingze debió darse la vuelta.
—Ya he visto lo que debería ver.
—Tú…
El diminuto rostro de Lin Che se enrojeció de ira y comenzó a hincharse.
Solo luego de ponerse su ropa a la velocidad del rayo, ella tuvo una leve sensación de seguridad.
Gu Jingze volteó su cabeza para mirarla. Su pequeña cara aún estaba de color rojo oscuro y sus labios estaban empapados e incluso más gruesos. Cuando ella se secó el cabello con una toalla, muchas gotas de agua fluyeron hacia su cuello.
Él sintió un nudo en la garganta. Luego, sintió que la temperatura de su cuerpo se incrementaba de a poco.
En ese momento, su celular comenzó a sonar.
Él levantó su teléfono y vio el nombre de Huiling en la pantalla.
Luego de dejar escapar una tos seca, alejó su mirada de Lin Che y atendió la llamada.
—¿Huiling? ¿Qué hay de nuevo? —preguntó.
Cuando Lin Che escuchó"Huiling", también volteó su cabeza para mirar a Gu Jingze, quien escuchó a través del teléfono que Mo Huiling decía:
—Jingze, cuando volví, pensé al respecto. Fui muy impulsiva cuando hablé hoy. No te enojes.
Gu Jingze respondió:
—No, puedo entenderlo. No estoy enojado.
Mo Huiling habló con delicadeza:
—Me enojé porque te amo demasiado. Hemos estado juntos por tantos años. Tú eres el que mejor me entiende. Me sentí insegura; me preocupé al saber que estás con ella. Sé que siempre has estado acostumbrado a hacer cosas sin que afecte a la otra persona. Tú solo pensabas en lo mejor para nosotros. Fui muy insensible.
Cuando escuchó a Mo Huiling decir esto, Gu Jingze dijo:
—No lo fuiste, Huiling. Desde el principio, he sido el que no ha hecho lo suficiente. Es porque aún no lo hago. También esa es la razón por la que te sientes insegura.
—A pesar de todo, sin importar qué decisión tomes, te seguiré apoyando. Tú sabes que siempre estaré de tu lado.
—Gracias, Huiling.
Para ese entonces, Lin Che ya se había limpiado el cabello con la toalla y estaba a punto de tomar el secador. Cuando ella movió su pierna, sintió un poco de dolor y pensó que debió haberse lastimado durante su reciente caída. Ella dejó escapar un sonido de dolor y se detuvo en seco.
Notando sus movimientos, Gu Jingze se acercó con el ceño fruncido.
—¿Qué ocurrió?
—No es nada. De seguro me he lastimado. Solo voy a buscar un ungüento para frotarme —le respondió Lin Che mientras se levantaba y se aferraba a la mesa para apoyarse.
Gu Jingze la contempló por un largo rato. Cuando él vio que ella aún quería moverse, caminó unos pasos para acercase y dijo:
—Detente, no te muevas.
Mientras decía esto, él estiró sus brazos alrededor de su cintura y, sin vacilación, la levantó en sus brazos.
—No…
Ambas piernas abandonaron el suelo al instante. Al mirar la galante cara de Gu Jingze desde ese ángulo, las líneas de su rostro se veían muy bien definidas y su mandíbula era bastante atractiva. En combinación con sus profundos ojos, su figura entera era demasiado perfecta.
Lin Che le preguntó:
—¿Qué estás haciendo?
—Quédate quiera y no te muevas. ¡Qué estúpida! —expresóél mientras dirigía su mirada hacia abajo para observarla con enojo.
El corazón de Lin Che latía rápido, pero, sabiendo que él la estaba ayudando, se quedó completamente quieta. No se atrevió a moverse ni un solo centímetro. Todo lo que hizo fue contemplarlo mientras él la colocaba en un sillón individual.
El moretón en su tobillo era muy obvio.
Gu Jigze le dijo:
—Es tan raro. ¿Cómo te las has arreglado para sobrevivir por tantos años hasta ahora si eres capaz de lastimarte así tan solo por tomar un baño?
Lin Che respondió, desafiante:
—Estoy acostumbrada a vivir en penuria. No puedo solo disfrutar la vida de una joven señora, ¿verdad?
Gu Jingze levantó la mirada y la miró con odio de nuevo.
—Entonces, empieza a acostumbrarte a hacerlo, ya que tendrás que ser una joven señora por algunos años más.
El corazón de Lin Che se calentó de nuevo. Cuando ella se puso a pensar acerca de vivir juntos por algunos años más… sintió que eso era un poco difícil de creer.