—Presidente Shen... —Li Qiao buscó a Shen Yi después de su larga reunión—. Te queda bien. ¿Cómo has estado?
—Mejor que nunca.
Ella sonrió con superioridad, sintiendo gusto de que él ya no fuera el mismo hombre manso que había dejado hace años.
—Te ves bien —asintió ella—. Me enteré de lo que pasó. Yuren estaba molesto, pero ¿qué mas podía hacer? ¿Cierto? Una Sun de entre todas. ¿Cuándo puedo conocer a la afortunada chica?
La mandíbula de Shen Yi se tensó. ¿Qué intentaba decir?
—Mi esposa estará muy ocupada estos días —repuso él.
—Qué lástima. En fin, fue un gusto verte de nuevo, presidente Shen —se despidió ella y le guiñó el ojo antes de irse de la sala de reunión con los otros inversionistas.
Él apretó los puños y se fue echando chispas a su propia oficina para calmarse. Li Qiao simplemente no aparecería sin ninguna razón. ¿Qué quería ahora?