Era escalofriante.
A Suyass se le cayó el alma a los pies: «En verdad lo está usando...»
El huracán de maná se acercaba frenéticamente a la mano, como si estuviera siendo absorbido por una fuerza incorpórea. En un instante, el tranquilo laboratorio se transformó en una gran tempestad.
—Barlow, ¡sal de aquí! —Suyass se había enfrentado a la Mano Devoradora antes y sabía lo escalofriante que esta podía ser. Durante esa persecución había sufrido algunas veces a causa de ella.
Ahora que había aparecido esa Mano Devoradora, Suyass supo en el acto que algo malo pasaría y, por eso, se apresuró a apartar a Barlow.
En efecto...
El poder de la Mano Devoradora eclosionó justo cuando Barlow comenzaba a retroceder. Suyass entonces escuchó un grito y se dio vuelta solo para ver el rostro extremadamente pálido de Barlow.
La parte más escalofriante era que Barlow intentó lanzar un hechizo dos veces... pero el Escudo Rúnico nunca salió.