—Eh... —Lin Yun estaba atónito. ¿Cómo podía existir un Maestro Alquimista con tan mal genio? ¿Cómo hacía una persona así para estudiar alquimia, la cual requería de paciencia?
En ese momento, los grilletes de maná que se formaron en el aire emitieron un fuerte sonido, igual al de la cuerda tensada de un arco que se soltaba de golpe mientras los grilletes se quebraban y amarraban a Lin Yun.
—Dije, ¿quién es tu maestro? ¿Es Casey? ¿O Kenchi? —Luego de inmovilizar a Lin Yun con los grilletes de maná, el hombre de mediana edad no hizo nada más. Solo lo miró—. Quiero ver quién hace caso omiso de las reglas y deja que su discípulo irrumpa como si nada en este laboratorio.
—Eh... —Tras ser encadenado, Lin Yun sacudió la cabeza con impotencia.
Hizo un pequeño esfuerzo y se liberó de las ataduras de los grilletes de maná.
De hecho, con un esfuerzo muy pequeño.