—Así es... Ese es el camino, mi adorable Christie...
Christie fue a la deriva en la oscuridad vacía. Ella extendió su mano y detrás de ella había una viva imagen de sí misma que sostenía sus manos con una sonrisa.
—Recuerda este sentimiento. Esta es mi fuerza, y también la tuya.
—Pero... yo...
Christie se dio la vuelta y miró a su otro «yo». Pero, antes de terminar sus palabras, la otra Christie se llevó un dedo a los labios e impidió que hablara. Entonces, ella sonrió.