El diputado Danny y sus guardias miraron fijamente al Santo de la Espada de Niebla. Habían visto cómo el valiente héroe se derrumbó a manos de una misteriosa niñita. Daviet no tuvo posibilidades de ganar y prácticamente no quedó nada de su comportamiento anterior. Antes de llegar aquí, el diputado había supuesto muchas formas en lo que esto podría ocurrir, pero jamás pensó que esta sería una de ellas.
Todo lo que veía era cierto, la dura y fría verdad. El animado héroe estaba ahora inconsciente en el suelo. Esta era la realidad.
«Estoy acabado».