La llevó al jardín de la mansión y, moviendo las hojas caídas, reveló dos puertas. Cati miró asombrada. Parecía que toda la mansión estaba compuesta de pasadizos secretos, ocultos de la vista de las autoridades, pues ni siquiera la Señora y el Señor los conocían, sólo los hermanos.
Entró y Malfo la siguió, habiendo cerrado las puertas. Escuchó el choque de dos piedras y pronto se iluminó el espacio, pues Malfo había encendido una antorcha.
—La antorcha no será suficiente para llegar al final del túnel, y no sabemos si alguien notará por qué pasadizo venimos, así que debemos ser rápidos —dijo Malfo tomando la delantera.
—Escuché que las brujas llevarán a cabo su ritual en el bosque —informó Cati.
—Eso hace más importante que nos apresuremos para no ser atrapados a mitad de camino. Un error nos costará la vida esta noche —murmuró—. ¿Sabes que todo este tiempo me estuve preguntando cómo pudiste traerme de vuelta a la vida?