Una vez que salió de la habitación, Cati miró a la puerta antes de mirar a la mano que él había besado hace solo unos segundos.
Ella volvió a su habitación, un poco confundida con lo que pasó. Hace dos días le hacía la ley del hielo y ahora él le hacía la pregunta que ella solo podía soñar.
"¿Quieres ser mía?" fue lo que él dijo antes de besar suavemente su mano.
¿Pero qué significaba ser suya?
¿Lo dijo en serio o la estaba provocando? Ella mordió su labio pensando en ello; pero al mismo tiempo, ella no había notado que sangraba de la rodilla hasta que él la llevo a su habitación a curarla. A él le importaba, de eso estaba segura, porque ningún Señor cuidaría de su sirvienta cuando estaba en la mitad del trabajo. Esto la hizo sonreír.