La oferta de Gao Peng dejó estupefacta a Medusa. Lo miró y disculpándose le dijo: —Lo siento mucho. Agradezco la oferta, pero no soy como los otros monstruos, no me gusta la idea de ser el familiar de alguien.
Medusa finalmente decidió quedarse en el laberinto, a pesar de que Gao Peng intentó convencerla de abandonar el lugar.
—¿Qué hay de tus estatuas de piedra…? —preguntó Gao Peng, con incertidumbre.
—A este punto, no hay nada que pueda hacer al respecto —dijo Medusa, sonriendo débilmente. Las serpientes verde oscuro en su cabeza estaban mucho más calmadas ahora.
Gao Peng asintió y suspirando dijo: —Respeto tu decisión.
De repente, Gran Mar Gordo se desplomó entre las estatuas de piedra dejando un enorme cráter en el suelo, luego aterrizó frente a Gao Peng.
Mientras se reía, dijo: —¡Jajaja, lo encontré! Gao Peng, ven conmigo, rápido.