Después de un momento en el que su mente vagó a la deriva, Klein se frotó las sienes y se recompuso lentamente. Descubrió que el asunto tenía poco o nada que ver con él.
Tampoco se sentía motivado para inmiscuirse. Era indiferente a si los militares de Loen encontraban o no a Turani von Helmosuin, porque carecía de un sentido de pertenencia al Reino de Loen. Lo que llegó a hacer en el pasado fue únicamente para garantizar una sociedad estable, una en la cual sus ciudadanos no sufrieran ningún daño accidental. De ser posible, no le importaría instigar una revolución para permitir que los pobres llevaran mejores vidas.
«Nunca esperé volverme más internacionalista después de llegar a este mundo...» Pensó soltando una risa burlona mientras se preparaba para regresar al mundo real y dormir un poco. Bajo el manto de la oscuridad, permitiría que la tempestad afuera desatara libremente su poder.