Demonio Azul se había sentado en la posición de loto, pero rápidamente se puso de pie para empujar a Ji Ning hacia atrás. El Dios de las Llamas era capaz de matar incluso a Hegemones con facilidad, un insignificante Señor Dao no sería nada para él ¿Cómo podría Demonio Azul no estar preocupado?
Desafortunadamente, Ning se movió demasiado rápido, así que no pudo alcanzarlo. Con un solo paso, apareció junto al Dios de las Llamas, quien se volvió para mirar la pequeña manchita que acababa de aparecer a su lado.
—¡Ten cuidado! —exclamaron Demonio Azul y Deshielo al unísono y contuvieron la respiración.
¡Ning estaba tan cerca que no podrían intervenir a tiempo!
—¿Tú también quieres un poco? —dijo el Dios de las Llamas y miró al pequeño humano ante él con una mirada feliz.
—A partir de este día, ¿por qué no te quedas a mi lado? —dijo Ning levantando la cabeza para mirar a la bestia titánica.