Las voces tanto de Ji Ning como del rey Alallama eran muy fuertes.
—¿Son ustedes los Doce Reyes Monstruosos de las Corrientes del Este?
—Date prisa y haz salir a tu amo.
Ambas voces resonaron en el cielo, lo que conmocionó a los sobrevivientes del clan imperial Qi. Se trasladaron apresuradamente a la entrada de la finca Inmortal.
El Príncipe Heredero Qi Rufeng, la Segunda Princesa Qi Ruyu, la discípula de Ning, Riscoazul Xiaoyu y los sirvientes imperiales del Qi, todos miraban hacia afuera, más allá de las puertas de la finca Inmortal. Vieron a Ning de pie junto a un acantilado, con el vino en la mano. Lejos de él, en los cielos, había una enorme horda de incontables monstruos sobre una nube.
—¿Es ese el rey Alallama?
La cara de Qi Rufeng cambió. Nunca podría olvidar esa figura, esa era su eterna pesadilla. Pero ahora mismo, el rey Alallama era solo una de las doce figuras principales.