¿No era ese Ji Ning, quien los había salvado previamente? A su lado, estaba su Bestia Divina, el Sabueso Blanco de Agua. Durante unos momentos, los corazones de Meng Jun, Meng Roch y Meng Xin se llenaron de sentimientos encontrados.
—Es el joven maestro Ji Ning. ¿No es esto increíble? —murmuró Xin—. Sabía desde el principio que el hermano Ji Ning era una persona extraordinaria.
En cuanto a Jun, tenía una expresión contrariada y oscura. Anteriormente, en su camino junto con Ji Ning a la Ciudad de Agua Quieta, Jun se había dado cuenta de que Ning no poseía mucha experiencia mundana, le faltaba mucho que aprender del tema todavía. Por lo tanto, dejó de adularlo e incluso llegó tan lejos como para no molestarse en fingir cordialidad. Sabía que Ning tenía opiniones sobre él, pero en el pasado no se había preocupado por eso. Ahora, sin embargo, entendió que probablemente era demasiado tarde para reparar la relación entre los dos.