Ji Ning instantáneamente aterrizó un kilómetro adelante y sujetó al líder, lo que llenó de miedo al resto de los miembros de la tribu Ala de Fuego. Todos se arrodillaron temblando mientras repetían al unísono:
—Joven maestro Ji Ning, ¡perdónanos!
—Joven maestro Ji Ning, ¡no te enojes!
Los hombres de la tribu que no habían sido golpeados por las olas, al ver a los guerreros de adelante arrodillados, lo hicieron a su vez. En ese momento, las olas se desvanecieron y los que fueron tirados por el agua también se arrodillaron. En unos pocos minutos, la masa de hombres estaba toda de rodillas a excepción del hombre que Ji Ning tenía agarrado por el cuello.
«¡Pa!», con un manotazo el sujeto salió rodando por el suelo
—Joven maestro Ji Ning —balbuceó.
—¿Acaso no me reconoces? —dijo Ning.
El hombre se apresuró en contestar:
—No, no, por supuesto que he escuchado sobre el famoso Ji Ning hace tiempo.