—¡Por Ciudad Nueva Luna Plateada, por la Alianza, y por la gente del norte! —mientras Leylin enfrentaba a los dioses orcos, la reina Alustriel estaba vestida con su armadura que usaba rara vez, mientras azuzaba a las tropas que estaban frente a ella—¡La guerra por el norte, ha llegado!
—¡Ouh! ¡Ouh! —Las tropas lanzaron un grito de guerra, mientras golpeaban sus espadas contra sus escudos.
Con la lentitud con la que viajaban los ejércitos, llevaría unos días más de viaje llegar al campo de batalla, pero eso no importaba en absoluto. Alustriel estaba actualmente elevando la moral de sus tropas, y bajo el liderazgo de Elminster, varios Brujos de alto rango ya habían emboscado a varios orcos a lo largo de las fronteras.
—¡Con la fuerza de Luna Plateada y el respaldo de varias figuras legendarias, sus poderosos hechizos enseñarán a esos orcos una lección inolvidable! —el pecho de Alustriel estaba lleno de emoción y orgullo...