—Ya lo he dicho, este es un acuerdo mutuo. Si tu hermano no desea hacer esto, ¡es libre de irse en cualquier momento! —dijo lentamente Leylin—. Si no me crees, ¡puedes preguntarle a él!
Leylin señaló a Longbottom, que estaba parado a un costado.
—¡Hermana! —Longbottom bajó la cabeza, con algo de miedo, pero sonó decidido—. Es mi propia decisión trabajar aquí para el Maestro Leylin. Esto no tiene nada que ver con él. Por favor, no me detengas.
—Tú... —La joven estaba exasperada y tiró del brazo de Longbottom, dejando ver un gran moretón—. Mira esto. ¿Cómo puedes seguir tan cautivado por esas historias de Caballeros...?
—Ejem —Leylin tosió de pronto, interrumpiéndola—. Esta es mi tienda. Si quieres disciplinar a tu hermano, por favor hazlo en otro lugar y no interrumpas mi negocio... —dijo Leylin con osadía, aunque no había ningún cliente en la tienda en ese momento.
—¡Me-Me disculpo, mi señor!