Odín bajó su cabeza, mirando fijamente en terror a Sayant, que yacía herido en el suelo. Él envió mentalmente: —¡Lord Prefecto, Lord Prefecto!
Odín ahora estaba realmente frenético. Habiendo visto el poder mostrado por Linley, ahora sabía que… no había manera de que pudiese resistir en absoluto. En su desesperación, todo lo que pudo hacer fue depositar sus esperanzas en el Lord Prefecto Sayant.
—¡Cierra la boca! —gruñó furiosamente a través de sentido divino.
Los ojos de Sayant estaban rojos, y su corazón estaba lleno de ira. Había sido pateado al suelo con tantos soldados mirando. ¡Eso era un insulto! Para alguien de su status sufrir ese tipo de humillación era algo que tenía que ser vengado. ¡Pero él no tenía la capacidad de hacerlo en absoluto!
Los soldados de los alrededores miraban fijamente a Linley, aturdidos, luego a Sayant, que yacía en el suelo, cubierto de sangre.