En las profundidades del fondo del mar, con Beirut a la cabeza, los expertos comenzaron a volar hacia esa puerta interdimensional.
—La Necrópolis de los Dioses...
Linley se giró para mirarla.
Aunque habían volado a decenas de kilómetros de distancia de ella, la estructura de veinte mil metros de alto, la Necrópolis de los Dioses, todavía era tan visible como siempre. El lado que daba actualmente hacia Linley aún era ese dragón sin alas enrollado parecido a una serpiente. Al ver a esa enorme escultura de dragón, el corazón de Linley, naturalmente, se agitó con una sensación familiar.
—No importa qué sea lo que está llamándome dentro de la Necrópolis de los Dioses, no puedo simplemente lanzar mi vida. En casa, tengo a Delia, Taylor, y Sasha.
Linley no pudo dejar de pensar de repente en su esposa e hijos, su corazón se estaba llenando con calidez.